El chascomunense Javier Casalins inventó un ventilador electromecánico no invasivo, portátil,  auxiliar y provisorio para pacientes con COVID 19 y otras patologías respiratorias, el cual permite esperar o bien liberar recursos por un tiempo, ya sea humanos o ambulancias, camas, respiradores.

La trillada frase “tiempo de crisis, tiempo de oportunidades” (y de necesidades) es aplicable, casi redundantemente, a la pandemia y a lo vivido por un inventor de familia, infancia y adolescencia chascomunense.

Es que Javier Casalins, durante los últimos 9 meses, en su casa en la Ciudad de Buenos Aires, se dedicó a generar una solución a la situación que atraviesa al mundo, pero pensado para lugares puntuales o circunstancias que desgraciadamente son cada vez más comunes.

Se trata de un ventilador electromecánico no invasivo, portátil,  auxiliar y provisorio para pacientes con COVID 19 y otras patologías respiratorias.  Tiene como objetivo poder esperar o bien liberar recursos por un tiempo, ya sea humanos o ambulancias, camas, respiradores.

Tal invento, de acuerdo a lo explicado por el técnico especializado en networking y seguridad informática, “puede brindar ventilación mecánica asistida y controlada por volumen;  es para suplir la escasez de dispositivos por un limitado lapso de  tiempo,  hasta tener disponibles dispositivos de alta gama. Apuntando  a adultos y adolescentes, de 15 o 16 años en adelante”.

Continuando con el detalle de lo desarrollado, Casalins enfatizó que “se trata de un recurso básico, facilitando así el manejo y configuración de los parámetros especificados por el profesional de la salud. De hecho puede ser manejado por el mismo paciente, en caso de que la asistencia sea parcial, esto es cuando no está sedado”.

Por otro lado, el inventor chascomunense señaló que “es muy poderoso por el tipo y tamaño de motor. Es muy sólido, pese a ser más chiquito y menos costoso. Es muy sencillo, con un botón de power, otro de reset y una perilla para definir los parámetros, debido que se puede regular de acuerdo al paciente, tanto en la cantidad de aire (400ml a 500ml) y en ciclos por minutos (entre 13 y 22)”.

Finalmente, quien ya anticipó que estará donando uno de estos ventiladores pulmonares a Chascomús, especificó que “es diferente, porque no está apuntado a terapia intensiva; es para una casa, para una ambulancia; para poder esperar o liberar dispositivos complejos”.

Motivación y proceso
Yendo al origen del invento, Javier comento que obviamente “surgió a raíz de la pandemia. Sabía que haría falta, por lo cual empecé a probar e innovar. Luego de 9 meses, y de muchas correcciones, sobre todo luego de la consulta a un profesional de la salud, está terminado. Fue un trabajo muy largo que realicé solo, con diferentes tecnologías: impresión 3d, electrónica, física y programación”.

Y la confirmación de la motivación llegó durante el proceso. “Mientras desarrollaba este ventilador no invasivo supe por el padre de una compañera de mi hijo,  gastroenterólogo, con asistencia de un terapista, que cuando no hay respiradores para asistir un paciente con COVID que lo necesita, tiene que estar un trabajador de la salud durante dos horas apretando un ambu (resucitador manual) y luego viene otro a realizar la misma tarea, así hasta conseguir cama y respirador”, remarcó el chascomunense.

En cuanto a los tres cuartos de año que le llevó generar esta solución, el hijo del médico Carlos Casalins detalló: “Lo primero que tuve que lograr es precisión en la impresión 3d. Después pasé a la prueba de diferentes materiales, ya que algunos son rígidos y otros flexibles. Seguidamente vino el testeo de los diferentes motores stepper (paso a paso), buscando que tengan el torque suficiente para presionar el ambu con la mayor facilidad posible”.

Para terminar su invento, tras recordar que de chico tiene “esta pasión de desarmar, armar y hacer andar cosas”, Javier tuvo que enfocarse en “la medición de los tiempos de inhalacion y exhalacion  con una precisión tomada en el orden de los milisegundos con un margen de error de +- 5 milisgundos, como asi tambien la medicion del volumen del aire,  500 a 400  mililitros configurables segun la necesidad del paciente;  la prueba de diferentes protocolos de comunicación entre las dos placas internas que tiene, y finalmente acomodar todos los valores a los parámetros que un profesional de la salud pasó dentro de los rangos más o menos normales”.

Aprobación, patentamiento y producción
Ahora, el inventor sabe que es momento de testear, “aunque lo puse 24 horas funcionando sin parar y garantizo que puede estarlo durante 72 días”, sin olvidar que el fin de este ventilador no invasivo es “dar una solución durante 48 o 72 horas, hasta que llegue la ambulancia, durante el trayecto a un hospital o a la espera que se libere una cama, un respirador”.

Por último, tras informar que ya está realizando los trámites ante la ANMAT para lograr su aprobación, Casalins adelantó que “lo voy a patentar nacional e internacionalmente, sobre todo porque en Latinoamérica será un recurso importante”; mientras que reconoció que “la producción estará atada a la demanda. La estrategia comercial, no está definida. Tal vez busque un socio capitalista, o pida un préstamo al BID, o quizás lo produzca de la manera que pueda”.