Chascomús, 29 de Mayo de 2020

Querido Chascomús:

Cuanto he anhelado poder escribirte, nunca hubiese imaginado hacerlo en esta situación. Cuando era chiquita amaba las historias que me contaban papá y la abuela. Sus aventuras para ir a la escuela, la manera espléndida de divertirse, como buscaban excusas para aprovechar el tiempo al máximo. Pero había una cosa en particular que me llamaba la atención: el compañerismo y la unión de los vecinos, eran una verdadera comunidad.

Esos tiempos debieron de ser maravillosos, de tí manaba el amor, la amistad, el compañerismo, la solidaridad, la amabilidad, la empatía y la unidad. Es tan lejano todo aquello. En la actualidad nos toca vivir una de las pandemias más grandes de la historia, hace unas semanas llegó el definitivamente no esperado Covid-19. Nunca creí que te afectaría tanto, a vos y a la población. Pensé que íbamos a pasarla juntos y lamento comunicar que no es así. El egoísmo, la crueldad y la blasfemia se apoderaron de la ciudad.

Mi corazón se entristece al ver las reacciones de algunos habitantes ante los primeros contagiados. Me pregunto, ¿Dónde quedaron las historias de papá? ¿Dónde están esas maravillosas características que te describían? Hablo en pasado porque todo aquello quedó atrás, el pueblo que marcó mi infancia está lejos. No quiero quedarme con estas cosas malas que aparecen, que corrompen mente y corazón. Con estas actitudes lo único que se logra es separarnos, irónico cuando uno de los tantos lemas de la cuarentena es “Separados pero juntos”.

En la actualidad solo veo distancia, el chisme es más fuerte que la unidad. En redes sociales se discute por horas pero a la hora de brindar apoyo o compañía a personas que no la están pasando bien cuesta mucho más y no hay tiempo. Se perdieron valores, se disfraza tanto la verdad que terminamos viviendo una mentira generalizada.

Nos sos el Chascomús de las historias de mi familia, todo ha cambiado. Estás sucio de tanta maldad. Tu paisaje es el más extraordinario que conozco y tu flora magnífica ante el ojo humano. En estas condiciones despido mi infancia e ignoro qué será de mi juventud. Solo sé que te aprecio mucho y no quiero parecerme a las personas que tienen estas conductas.

Me gustaría verte pronto, pero como era antes.

El cariño de siempre,

Martina Soler