Luisin Gayoso tiene más de seis décadas levantando la bandera de la Revolución Productiva y, con 84 años, decidió descansar, vendiendo los fondos de comercios de los emprendimientos dentro del rubro que mejor conoce, la panadería, para ir contra la corriente y montar un tambo, en plena crisis del sector, en su Ranchos natal.

Más de 60 años atrás, en su Ranchos natal, Luis Gayoso arrancó su andar por el camino que define como la Revolución Productiva, básicamente ligado al trabajo como fuente de progreso, aunque dentro de un contexto tan variable como el argentino, que evidencia un sentido de la oportunidad para emprender en el momento indicado.

Panadero por decantación familiar, y claramente por elección, Luisin llegó a Chascomús en 1965 con su esposa María Luisa Checa y cinco de los seis hijos (Luis Emilio, María Cecilia, Mónica, Laura y Julián; años después llegaría Balta), luego de algún negocio inmobiliario que no prosperó en su pueblo y tras intentar generar emprendimiento del rubro en la zona, para lo cual recorrió diferentes localidades, como General Belgrano, Monte y Lobos, anticipando su impronta en los negocios.

“Arranqué con mi padre, panadero de toda la vida. En Ranchos, desde 1929, la familia abrió la panadería La Estrella, que hoy perdura pero no entre los Gayoso. Si bien de recién casado tuve algunos pocos meses de impase, siendo conserje del Club Comercio, siempre estuve ligado al rubro”, comentó en charla acompañada, obviamente por facturas, con ANTI.

“En 1956 o 1957, con uno de mis seis hermanos, Oscar,  nos hicimos cargo de La Estrella, en calle Sarmiento, frente a la plaza principal. Compramos el fondo de comercio, a pagar con trabajo, y alquilamos el lugar a nuestros padres”, prosiguió.

Helados, boliche y otra panadería
Si bien siempre estuvo vinculado al rubro panadero, Gayoso también incursionó en otras unidades de negocio, incluso desde sus comienzos.

“En 1958 recuerdo que sumamos helados a la panadería. Le compramos la máquina a José Mazzaro y lo hacíamos nosotros. En aquella época no había buena luz en la calle, entonces compramos un sol de noche y nos cansamos de vender helados en verano. El 1 de marzo, a diferencia de lo que pasa ahora, el vecino no consumía más helados”, recordó.

Ya con la sociedad Gayoso Hermanos con algunos años de productividad, en 1963 precisamente, Luisin y Oscar compraron local en el centro de Ranchos, donde abrieron un boliche, El Berretín, mientras que meses después sumaron la segunda panadería, Las Flores.

“Oscar se hizo cargo de El Berretín, que era un lugar para tomar unas copas, café. Recuerdo que llevamos los helados ahí. Nosotros nos fuimos a vivir un tiempo al lugar donde funcionaba Las Flores. Luego, buscando una casa en Ranchos y tras varios intentos fallidos, terminamos viniendo a Chascomús”, señaló Luisin.

Aluvión, chau sociedad y hello Miami
Vendida la panadería Las Flores y sin poder comprar vivienda, una en particular, en Ranchos, Gayoso comenzó a buscar expandirse por fuera de General Paz, lo que finalmente empezó a concretar en reunión de panaderos en Brandsen, donde se encontró con Rodolfo Poblete y Aldo Martínez.

“Llegaron tarde a Brandsen porque algo les pasó en el camino y al preguntarle por una panadería para comprar en Chascomús, Poblete me ofreció Aluvión, que la tenía en sociedad con su suegro, Armando Maggi. Hubo algunas idas y vueltas, porque surgieron otros interesados, Fito Ibarra y Buttarro, pero finalmente hicimos el negocio con mi hermano Oscar. Nos quedamos con el fondo de comercio y la propiedad, a pagar en 11 años y pico en cuotas fijas”, detalló.

Por lo pronto, en 1970, se dividió la sociedad Gayoso Hermanos. Luisin se quedó con Aluvión y Oscar con La Estrella, mientras que ya cerrado El Berretín, se alquiló el local. Desde ese momento, el emprendedor ranchero instalado en Chascomús abrió una serie de panaderías (La Estrella de Chascomús en 1970, Italia en Mar del Plata con Carlos Arrecina y Carlos Donadio en 1977 y San Bernardo en San Bernardo con Ugartemendía en 1978), hasta evaluó expandirse por fuera del país.

“En la década del 70 estuve cerca de abrir una panadería en Miami. Quería que fuéramos tres socios, pero solo se sumó Rodolfo Bastit, de Lezama. Faltó un loco más y por eso nunca se concretó. En ese entonces, en una región con tantos latinos, no había pan francés y facturas”, rememoró quien también adquirió panaderías en General Madariaga y La Plata, las cuales se las alquiló a ex empleados.

El tambo, la chanchería que no fue
Vendidos los fondos de comercios de las panaderías, jubilado y bisabuelo en 18 oportunidades, a Luisin, actualmente de 84 años, se le dio por descansar, disfrutando lo cosechado en una vida de trabajo de la manera que mejor conoce, emprendiendo.

Algunos años atrás, luego de que los créditos bancarios no alcanzaran para una chanchería, Gayoso, con uno de sus nietos, Martín Bigatti, decidió embarcarse en empresa complicada, un tambo, regresando así, por lo menos en materia de negocios, a su Ranchos natal.

“En los 80 compramos un campo en Manantiales y, promediado los 90, lo vendimos para comprar el campo que hoy tenemos Ranchos. Mucho tuvo que ver un gran amigo, Popo Brunetti, que era admirador de los novillos de ese lugar, ahora llamado San Julián”, contó Luisin.

“En 2013 nació la idea del tambo, que es una chanchería frustrada. No conseguimos los recursos para hacer la inversión, los bancos no nos dieron el crédito que necesitábamos, y optamos por montar un tambo, que empezó a funcionar en 2015”,  añadió Gayoso, destacándose que la decisión la tomaron cuando estaban cerrando establecimientos dedicados a la tambería.

Tal es así, el ir a contramano de lo que sucedía en el mercado, en el sector, que el diario El País de España se hizo de la noticia (https://elpais.com/economia/2016/08/31/actualidad/1472660383_015788.html?fbclid=IwAR2ngetLE9LpAV8vKf7jGyk5bsONNJDevkQfutNm6_-NpjeszPdevNamhn0), lo mismo que La Nación (https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/a-contramano-inauguran-un-tambo-estabulado-en-ranchos-nid1927358), entre otros medios masivos y especializados.

Ahora, en este presente de pandemia y confinamiento, Luisin reconoció: “La gente del campo es privilegiada, porque pudo seguir trabajando. El solo hecho de poder trabajar, es una ventaja. El tambo en particular mejoró el año pasado y, a pesar de estar decayendo por la situación general, todavía es redituable. Igualmente, el panorama no es para nada alentador”.

Y además sentenció: “El tema es que en Argentino lo único seguro es que el gobierno que viene es peor que el anterior. No cambiamos más. Somos privilegiados, tenemos ventajas con la generalidad del mundo, pero no lo aprovechamos. Hay que ordenar. El que trabaje, debe ganar”.

Candidato conservador
Pasando a la política justamente, Gayoso fue candidato a intendente de Chascomús en 1983 por el Partido Conservador, junto al luego electo Juan Carlos Gastón (UCR), Jorge Aprile (Peronismo), Pocho De Gracia (MID) y César Mouján (Alianza Vecinal), al que consideró “el mejor jefe comunal por lo que trabajó por la ciudad, al punto de ser fuente de consulta de toda la provincia”.

“Soy conservador. Empecé a militar desde 1982. Estoy cerca del nacionalismo, pero no como lo ve el argentino, de vivir a costa del Estado. En economía, soy casi 100 por ciento liberal. En el resto, no. No creo en la libertad absoluta; tiene que haber límites”, aseguró.

“Hoy no tenemos Estado, es un despelote. Los conservadores somos muy partidarios de los premios y los castigos. Perón fue el gran hacedor del desastre en la Argentina; los demás no fuimos mejores. Y otro militar como Onganía, que debería haber bregado por el orden, fue el que le dio estabilidad laboral al empleado público”, continuó.

“El ejemplo más claro en Chascomús es la Cooperativa, que solo funcionó mientras estuvo Raúl Begueríe, un tipazo, socialista, como gran parte de los ministros de economía de gobiernos conservadores, entre otros”, remarcó.

Continuando, Luisin opinó: “Me parece incompatible que el tipo que vivió del Estado siempre, labure. El político, en general no es afín al trabajo y el orden. En cambio el privado puede ser exitoso en el Estado, puede superar los inconvenientes del escenario público, porque está acostumbrado a hacerlo. Un ejemplo es Trump, un loco que nunca fue político, controvertido, pero que puso de pie a la economía de Estados Unidos”.

Finalmente, Gayoso disparó: “Debería ser obligación que los candidatos a puestos ejecutivos (intendente, gobernador y presidente) hayan estado en la actividad privada. Y si es posible, que no sean profesionales. Creo en la capacitación, pero se encierran en algo muy específico y no tienen calle. Para gobernar hay que conocer los problemas de la gente y haber lidiado con la circunstancias de trabajar, de emprender, de pagar sueldos, proveedores, de hacer que las cosas resulten, sean factibles”.