2020.

Marzo. Domingo 15. 20 hs.

Nos encontró terminando la tarde y con la sensación de que se paraba el mundo y como hormigas a las cuales les habían pateado el hormiguero, volvíamos a escondernos.

Todos a casa. No salgan. Cuídense. A lavarse bien las manos con jabón.  Usen mucho alcohol en gel. Con guantes. Sin guantes. Con barbijo. Sin barbijo. Sacate la zapatilla. Ponete la zapatilla. Sacate la ropa. Cuida a los viejos, a los más pequeños. Quedate en casa. Salí de casa a trabajar por que sos docente. Lavale las patas al gato si anda en la calle. Ventila la casa, pero… no andes en el patio por si acaso. Corona, covid, covid 19, pandemia, los murciélagos, la sopa y el dengue. Sí, no se olviden del dengue.

Los primeros días, cada vez que te encontrabas en la puerta de la casa, repasabas mentalmente cual lección de geografía o historia sin ningún detalle a olvidar por qué esta batalla había que librarla. Y por allá se nos cruzaba Belgrano, San Martin, Güemes o el propio Juan Manuel de Rosas pensando en que pudieran desenfundar su sable corvo.

Momento de acostumbramiento, de trabajo, estudio y relaciones desde casa.

Las redes sociales, programas como zoom, meeting, classroom, WhatsApp, video llamadas, teléfonos, televisores y cuanta cosa circulaba colapsaban por momentos, pero… tengan mucho cuidado con lo que se escribe para no herir susceptibilidades.

Momento histórico, sí que lo es… cuando los 15 días decretados de aislamiento se convirtieron en un chicle jirafa y vamos a esta altura 79, como dije antes, la sensación de que se paraba el mundo fue literal.

La escuela presencial viajaría por las redes, las cocinas se convirtieron en el escenario de los improvisados chef, que pasarían a ser expertos, empolvados de harina, así como la familia experimentadora de manjares. Peluquerías y barberías caseras. Padres maestros. Maestros padres. Abuelos sin nietos a quienes abrazar. Bibliotecas sacudidas y libros rescatados por lecturas olvidados por falta de tiempo y que ahora es lo que sobra. Álbumes de fotos y agendas usadas, con sabor a nostalgia. Ropas y objetos sin uso, formarían parte de los días para convertirse en patines, alfombras, o bien, simplemente irían a parar a bolsas de descarte. Pintores, carpinteros, albañiles y todos los oficios fueron improvisados en cada hogar, lugar que ahora pasaría a ser nuestra morada obligatoria y segura.

Historias que rescatamos a lo largo del camino…

Niños de 6 años que comenzaban con la lectura de sus primeras palabras y enseñan a sus papás que por cuestiones de la vida no saben leer ni escribir.

Manos y brazos que se agitan a la distancia como el mejor saludo cariñoso, sin tocarnos.

Un “te extraño” y un “me quiero ir con vos” que destroza el corazón.

Tantos “por qué” sin respuestas sobre lo que nos está pasando.

Solo queda… ¡esperar! Pero… ¿Hasta cuándo?

Tener de todo y a su vez nada…

Un día la Topper se hizo popular y la Flecha fashion y exclusiva.

Cumpleaños, gimnasios, reuniones, previas, salidas, bailes, despedidas, nacimientos,  un mate, un café y hasta un beso fue virtual.

Cruzarte con una persona que hasta ayer solo era un vecino y hoy compartís un paseo a tirar la basura y hasta una historia de amor.

Vivir sin culpa, siendo feliz porque hay buena gente y realmente se lo merece, muchas cosas más.

Soledades, compañías, angustias, reflexiones, encierro, enojos, peleas, reconciliaciones, convivencia, cansancio,  complicaciones, insomnios,  llamadas, mensajes, convergencias, consenso y disenso.

Recuerdo que muchas veces me decían: -¡Mirame nena! ¡Mirame a los ojos cuando te hablo! Ahora entiendo. Aprendimos a mirarnos a los ojos, con ellos pudimos sentir la tristeza o la alegría de la persona. ¿Quién dijo que los ojos no ríen?

Sí, ¡sí señora! Encontrar esos ojos en donde podes mirarte, te desnudan el alma.

La sonrisa está escondida por los barbijos, pero protegida de los besos que ya vendrán, al igual que los brazos adormecidos por caricias que hoy no llegan.

El cursor titila a la espera de las líneas del escritor.

 

María José Lachaise

Profesora de Geografía y Educación Especial (modalidad Sordos e Hipoacúsicos)