El caso del marciano por parte de madre que predijo el descenso de 50 platos voladores en la Laguna de Chascomús está por cumplir 48 años. Aquel día tuvo lugar un acontecimiento multitudinario por la acción combinada de las afirmaciones sensacionalistas de un contactado y el timming de un programa de TV. Fue uno de los “encuentros previa cita” más concurridos y simpáticos de los años setenta en la Argentina.

 

Por Alejandro Agostinelli (*)

Hace cerca de 48 años tuvo lugar el famoso caso de Francisco García, el marciano por parte de madre que predijo el descenso de 50 platos voladores en la Laguna de Chascomús. El contactado hizo el anuncio desde el programa que conducían Víctor Sueiro y José De Zer, donde se presentaron otras figuras relacionadas con el tema de esa época, un tal Martínez (1) y Jesús Normando Sebufi (2). La profecía de García no se cumplió, pero lo que pasó pinta la aldea platillista del año 1973. Habla de la inserción social de los contactados ufológicos (si tenían su oportunidad de aire era porque nadie los consideraba chiflados, mucho menos chiflados peligrosos), los mecanismos psicosociales que entran en juego para la invención de una noticia y el papel de los especialistas, que, por una vez, brilló por su ausencia: en este episodio los ufólogos casi no tuvieron participación directa.

En Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Sudamericana, 2009) está contada la historia del contactado que aseguró por TV ser marciano por parte de madre, y anunciar la fecha del acuatizaje en la Laguna de Chascomús de cincuenta platos voladores, generando una convocatoria masiva a la costanera de esa localidad, con los resultados previsibles: cuando los platillos no llegaron, parte de la multitud quiso tirar al profeta a la laguna, el periodista de Telenoche, Victor Sueiro, debió convencer al gentío que él también había sido engañado para poder poner pie en polvorosa y otros detalles difíciles de resumir, considerando que contar toda la historia me llevó 30 páginas del libro.

El increíble caso de las naves marcianas que iban a acuatizar en la Laguna de Chascomús ocurrió el 25 de agosto de 1973. Para ese día, el contactado uruguayo Francisco García, quien afirmaba ser “comandante de las fuerzas de Marte en la Tierra y marciano por parte de madre a nivel de la tercera reencarnación”, vaticinó que sobre la espejo de agua que preside la localidad iban a descender cincuenta platos voladores, “ni cuarenta y nueve ni cincuenta y uno, sino exactamente cincuenta platos”.

El anuncio, que hizo en Teleshow, un programa para pasar tardes menos aburridas, desató un frenesí que tituló así un diario local: “La hora de la credulidad. Movilización general a la búsqueda de platos voladores hoy”.

“Hoy es el día: crédulos de las más diversas extracciones poblarán la costanera aguardando la aparición de la anunciada escuadrilla de platos voladores, que testimoniará la veracidad de los dichos de un señor que afirma estar en permanente contacto con los seres extraterrestres, siendo su propia madre uno de ellos”, escribió el escéptico redactor del diario local El Argentino el 25 de agosto de 1973.

En mi libro Invasores afirmé que el caso había ocurrido el 20 de agosto. A falta de noticias de la época, confié en la memoria de mis entrevistados, siendo esa una de las razones por las que no encontré nada en los diarios donde busqué. Claro, esos cinco días de diferencia eran fundamentales. El hallazgo que hizo Marcelo Metayer de las noticias publicadas en El Argentino ahora permiten datar con precisión el evento.

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“Y sin embargo –sigue la crónica de El Argentino–, “los hoteles recibieron pedidos de reservas de camas con varios días de anticipación, se prevé el arribo de un importante contingente turístico y hasta grupos ‘científicos’ destinados al rastreo de objetos voladores no identificados estarán presentes para verificar si, en una de esas, aparece la escuadrilla”.

“Y eso no es nada: el equipo periodístico de un programa televisivo encabezado por Victor Sueiro, se instalará con sus cámaras en el muelle de la Asociación de Pesca y Náutica en compañía del Sr. García –tal el nombre de quien anticipó el acontecimiento– para presenciar allí, a las 5 en punto de la tarde, la aparición de la escuadrilla”.

“Por otra parte, la Municipalidad ha autorizado la instalación de quioscos en la ribera, y todo hace presumir que esta parodia ha de constituir un verdadero jolgorio”.

“El mal tiempo quizá sirva para justificar luego la ausencia de los platos voladores, o para afirmar que no se vieron porque pasaron alto”.

“Pero cómo justificar la movilización general, que se producirá porque a un señor –cruza de terráqueo y venusina (3)– se le ocurrió decir que nuestra laguna será el escenario de la aparición sino cayendo en la cuenta de la enorme capacidad de creer hasta lo increíble, que parece general entre nosotros”.

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Sin recortes de prensa, ni de revistas y mucho menos tapes de noticieros, la odisea marciana de García en Invasores estuvo basada en la recopilación de testimonios. La primera punta me la dio Victor Sueiro, contándome todos los detalles de su parte, seguida de las entrevistas a Adalberto Ujvari, José Eduardo Bonavita, Luis Urruti, Abelardo Tejo y Juan José Castro, Normando “Jesus” Sebufi y vecinos de Chascomús, quienes me ayudaron a recrear “la escena del contacto”.

Sueiro no solo me dio el testimonio más completo sino que me animó a escribir sobre el caso. El conductor de Teleshow se iba a ocupar de buscar los tapes del programa (algunos de ellos deliberadamente inéditos), que por entonces conservaba en el desván de su casa de Vicente López. Desafortunadamente, nunca los llegué a ver: a fines de 2007, cerca de la fecha en que íbamos a reunirnos a ver esas cintas, nos sorprendió la trágica noticia de su muerte.

Sin esa pieza que me parecía fundamental, el siguiente documento periodístico que obtuve para escribir Mi marciano favorito, como se llamó el capítulo, fue un retrato que me regaló Bonavita, del archivo de El Cronista de Chascomús: la única foto disponible hasta ahora de García.

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“Realmente resulta increíble.

“No que vayan a aparecer platos voladores por obra y gracia de la fantasía de un mitómano, sino que miles de personas, al conjuro de esas fantasías, afrontasen el fuerte viento y el frío que en la tarde de ayer azotó la ribera de la laguna, esperando –como los judíos– una señal en el cielo para convencerse de que no eran mentiras lo que se les había dicho”.

“En el muelle de la Asociación de Pesca y Náutica, el causante de tanto trastorno, flanqueado por periodistas de televisión y policías, hablaba y hablaba, mientras comenzaba a cundir el desaliento entre la gran cantidad de gente que tornó intransitable el paseo costanero, colmó los hoteles, redobló el trabajo de los restaurantes y despobló el centro de la ciudad”.

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Chascomús nunca debió recibir tanto turismo hasta el 25 de agosto de 1973. Se advierte que El Argentino prefería la verdad o un turista genuino, ese que viene por lo que encuentra y no atraído por la promesa de un espectáculo probablemente decepcionante.

Metayer entrevistó también a Antonio Las Heras y Gustavo Fernández, ufólogos de la época. Desde luego respeto su decisión; en mi caso, como les conozco el pelaje a ambos, prefiero prescindir de sus recuerdos. Ya bastante problemático es reconstruir una historia en base a la memoria de quienes vivieron sin dudas los acontecimientos para arriesgarse a incorporar el relato de personas que, por diferentes motivos, no tienen credibilidad.

 

Notas
1) En Invasores usé el seudónimo Martínez, pero hoy creo que la némesis de García no fue otro que Eustaquio Zagorski
2) He cambiado el apellido a pedido de familiares directos de Sebufi.
3) “Venusina” es una errata del redactor de El Argentino.

*Alejandro Agostinelli es un periodista, escritor y productor de televisión argentino

Fuente: Factor

Fotos: Rubén Perotta, Instituto Historiográfico de Chascomús, Alejandra Bilbao, José Eduardo Bonavita, diarios El Cronista y El Argentino.