El experimentado pediatra chascomunense, con más de 50 años ejerciendo la profesión, brindó su mirada sobre la pandemia y sus consecuencias.

Esta cuarentena que aparentemente se va a prolongar durante un tiempo más, está provocando en los niños y adolescentes un impacto emocional tal que, por tratarse de una situación inédita en la historia, no podemos saber a ciencia cierta acerca de las secuelas psicológicas que puedan resultar cuando esto llegue a su fin.

Después de una primer etapa en la que los niños tuvieron todo el tiempo para desarrollar libremente actividades lúdicas y de disfrute de la presencia todo el tiempo de sus padres, vino una segunda etapa en la que se hizo evidente una saturación de lo que se realizó en la anterior, sumándose el dolor creciente de no poder ver a sus amigos, abuelos, maestros, a la falta de actividad física y de la posibilidad de jugar con otros niños, esencial en esta etapa de la vida para un normal neurodesarrollo.

El temor a sufrir la enfermedad o que la padezcan sus padres y abuelos, con la posibilidad incluso de morir, alimentado por la televisión que destina casi el 100% del tiempo a comentarios sobre el COVID 19, les crea una situación angustiosa que requiere de un correcto manejo para su alivio y para la prevención de secuelas. No se les puede ni debe ocultar la real gravedad de la situación, pero tampoco se les debe transmitir temores infundados.

Se les debe permitir participar de la programación de sus actividades, que siempre deben incluir suficiente tiempo para el ocio.

Es inútil pretender que no tengan los inevitables ratos de aburrimiento. El aburrimiento puede ser creativo. Los cambios de humor y las rabietas deben ser consideradas como normales y tolerados por los padres.

Se debe fomentar la actividad física dentro de las posibilidades que permiten las comodidades de la casa.

El mundo post-pandemia no va a ser el mismo y los chicos a quienes su edad lo permita lo deben saber: la economía mundial se va a resentir mucho y el “ajuste de cinturón” es inevitable. La posibilidad de futuras epidemias cambiará necesariamente los hábitos de vida en el planeta.

Estamos en la etapa de crecimiento de la epidemia, pronto llegaremos al pico y después vendrá el período de declinación en el que volveremos a una etapa de “normalidad”, que no será seguramente como antes.

Esperemos que esta pesadilla se termine cuanto antes, con las menores consecuencias físicas, psíquicas, emocionales y económicas posibles, y que sirva para reencausar a la humanidad en la búsqueda de los valores espirituales tan desalentados por el materialismo y el consumismo.

*Jorge Ortale es un pediatra con más de 50 años de experiencia