Gladys Angélica Giordano fue la primera preparadora física de un equipo de fútbol de hombres que además ganó un torneo. Fue en Juventud de Esperanza en la provincia de Santa Fe. La historia de una pionera que tuvo una vida ligada al deporte y desafió los mandatos de época.

 

En noviembre de 1948 el diario El Litoral titula “Ganó el campeonato un equipo de fútbol que es entrenado por una mujer”. Es una verdad a medias. Lo cierto es que Juventud de Esperanza de la provincia de Santa Fe se coronaba campeón y una mujer también. Gladys Angélica Giordano fue la primera preparadora física de un equipo de fútbol de hombres en Argentina y según se anima a afirmar la prensa epocal, la primera del mundo en ocupar ese rol.

El paso del tiempo no borra los recuerdos pero su estado de salud -cumplió 92 en octubre de 2019 y padece Alzheimer-  impide que la entrevista se realice. El archivo que juntó prolijamente durante años es materia prima indispensable para conocer su historia. “Hay cosas que ya se olvida. Tiene plena conciencia y razonamiento pero lamentablemente olvida muchas cosas. Vive conmigo, yo la cuido y lo haré mientras pueda. Seguramente eso puede cambiar en el futuro si empeora su estado y necesita atención más específica”, cuenta Julio César Álvarez, hijo de esta pionera del fútbol.

Ella se ocupaba de ordenar las fotos, cortar y pegar los recortes y escribir en birome algún texto descriptivo. En una de las fotos la mujer posa junto a un equipo, en su cuaderno anotó debajo de la imagen: “Equipo de football ‘Sportivo del Norte’ clasificado campeón de 3ra categoría. Actué como entrenadora física. 1949”.

Gladys nació en 1927 en la ciudad de Esperanza. Desde 1983 vive en Santa Fe. Según los registros, a mediados del año 1948 Juventud atravesaba iba de mal en peor en la Liga de Esperanza. No podía salir de la mala racha y estaba quinto en la tabla de posiciones.

En julio llega Giordano al equipo. “De su capacidad habla con elocuencia que Juventud comenzó enseguida a mejorar su rendimiento, como consecuencia del adecuado entrenamiento de todos sus jugadores, y así fue que reaccionó en tal forma que logró llegar a la meta triunfante, premiando a quienes depositaron confianza en una mujer y poniendo ampliamente de manifiesto hasta qué punto la mujer está habilitada para y tareas que hasta ayer le han sido negadas. Desde que la señorita Giordano se hizo cargo del equipo este no conoció el sinsabor de la derrota”, destaca El Litoral.

Gladys, sus compañeras de atletismo y el mítico Pedro Candioti.

Los diarios cuentan que Gladys era una chica de 21 años, que es una joven coqueta, dedicada al deporte. El 13 de enero de 1949, la Revista Chicos titula un artículo: “Una chica ¡entrenadora de fútbol!”. En el texto escrito por el seudónimo Roperber enumera una serie esos atributos referidos a la estética de Gladys e incluso se pregunta “¿qué más podría pedirse?”. El periodista es minucioso al detalle: “Joven, hermosa -tiene un título de reina de la belleza- rubia, de ojos verdes…con todos estos atributos hace marcar el paso a los futbolistas del Club Esperanza, Santa Fe (curiosa y sugerente conjunción de substantivos femeninos: juventud, esperanza, ¿no?)”. Lo que rescata sobre el final de la nota es clave: “En el deporte hay que desarraigar prejuicios”.

La revista Goles también elige contar la noticia: “Tenemos a la primera mujer ‘entrenador’”. Sí, ponía entre comillas la palabra entrenador y daba por hecho que el término sólo existía en su versión masculina. Además, en la nota con fecha de diciembre de 1948 se lee: “Conocemos a las amantes del bolero. Y a las que, en otros tiempos, van al box a gritar por Gatica y al fútbol a hinchas por ‘River’. Recibimos luego la refrescada noticia de que las mujeres jugaban al fútbol. Lo aceptamos todo, comprensivos, en virtud de un proceso lógico, que integralmente debe cumplir en el camino hacia su reivindicación, en la búsqueda de sí misma”.

Para la época, claro, eran otros tiempos, la realización de las mujeres era alcanzable sólo a través de la maternidad. Por eso, sin despojarse del mito de la mujer=madre el cronista de la revista imagina: “Si el ejemplo cunde, pronto veremos a muchas en nuestros estadios con la “E” distintiva… y el cochecito del bebé a la vera del arco. Y sobre la cancha, un superatómico sistema futbolero que, desplazando los clásicos sistemas del ‘hombre a hombre’ y ‘doble v’, nos de estilizadas tácticas tipo ‘crochet’, ‘macramé’ y punto arroz…”

Tras coronarse campeona santafesina de esgrima con el Club Unión.

La de Gladys es una vida vinculada al deporte: competía en Atletismo para el Club Gimnasia y Esgrima, fue Campeona Provincial de Esgrima representando al Club Atlético Unión y también jugó al básquet. En 1947 se adjudicó el título que en esos años se conocía como Miss Deporte. Egresó como Profesora del Instituto de Educación Física en marzo de 1948. Allí fue alumna de Pedro Candioti, nadador argentino campeón mundial de permanencia en aguas abiertas. Además, la muchacha santafesina era modelo publicitaria.

Mientras preparaba físicamente al equipo de fútbol masculino la joven de 21 años también trabajaba en las escuelas Nº 314-José de San Martín, Nº 315- Aaron Castellanos y Nº 316-Guillermo Lehman, todas de la ciudad de Esperanza. La oferta de trabajar en Juventud le llega por su trayectoria en los clubes de la zona.

Aunque fue la primera preparadora física en Argentina de un equipo de fútbol masculino, en el club donde hizo historia, la historia de Gladys pasa inadvertida. Por ejemplo, el actual presidente de Juventud, Roberto Simonutti, no sabía el dato y corroboró que la información era correcta gracias al relato de un expresidente de la institución.

En 1947 luego de competir en la posta 4×100.

La de Gladys es la historia de muchas mujeres que fueron invisibilizadas. A ellas es necesario rescatarlas del olvido porque desafiaron los mandatos sociales y dejaron piedras fundacionales para abrir el paso a las nuevas generaciones. Gladys, como tantas otras pioneras, dieron los primeros pasos para derribar los mitos que durante mucho tiempo excluyeron a las mujeres en el deporte.

Por Andrea D’Emilio para Centrofobal