Los meses de pandemia hacen que algunos – por no aseverar todos – tengamos momentos de nostalgia, ya sea de vivencias no tan pasadas, en mi caso jugando al tenis y llevando adelante la Liga Regional, como de instantes lejanos que quizás recordamos en parte por el tiempo transcurrido, pero que siguen presentes por la alegría que nos despertaba en etapas donde estar al pedo era divertido.

Tal es así que se hace imposible olvidar esas tardes calurosas interminables, tardes de caminatas o en bici llevando a alguno en el manubrio buscando elementos.

La recorrida obligada por los talleres mecánicos para conseguir los tan deseados bolilleros (rulemanes), cuanto más grandes mejor, de pasada cualquier tabla, pedazo de madera y soga también se iban recolectando.

Siempre uno era el ingeniero que dirigía la construcción del “carrito bolillero”, el cual, obviamente, ante el primer desperfecto era mirado por los demás como único culpable.

Había varias maneras de usarlo. Una era atarlo a una bici. Cuanto más rápido, más divertido para el conductor, de la bici, no tanto para el que iba arriba del carrito. El desenlace habitual era darle al cordón de la calle y rasparse varias partes del cuerpo.

La otra era buscar quien empuje, tarea poco grata y mal remunerada para la época; como así también lanzarse por la Bajadita, con curva peligrosa a la derecha a los pocos metros, que era en general donde se producían los impactos y las discusiones, brillando por su ausencia el fiscalizador objetivo, no tanto los opinólogos interesados y cizañeros.

Para la modalidad que fuera elegida, la “indumentaria de seguridad” de la época era un “shorcito” y con suerte remera manga corta. Alguno muy “pro”, si vale el término, podría ponerse casco tipo “combate” o “meteoro” de plástico muy finito, para acompañar su pilcha Surf Pacific o Las Patitas (Hang Ten), aunque la figura, siempre, era el carrito bolillero.

En definitiva, como la bolita, la tapadita, el barrilete, los autos con masilla y cucharita, las carreras en pista de bicicross y el fulbito en el terreno del barrio, la nostalgia de nuestra infancia, la nostalgia de esos momentos donde estábamos, divertidamente,  al pedo.

Por ello, para aquellos que todavía sufrimos la pandemia y extraños lo reciente y el pasado, instamos a se unan al grupo de Facebook  Carrera de Autos Locos y veamos si el sábado que viene, a las 14, podemos organizar el primer día de pruebas en la Bajadita.