Por Aníbal Paccione*
Revista La Maga, 1992, Miguel Grinberg da su parecer sobre Dynamo de Soda Stereo: “Yo siento que así, entre Soda Stereo y Sergio Denis no hay mucha diferencia. Soy poeta de una generación que cree que la poesía como vehículo de motivación, como exaltación y dinamización de contenidos, como generadora de solidaridad, como hecho épico y estético, cuando no tiene efecto, se convierte en inerte.”
Luego de que alguien recordó este pretérito pensamiento en twitter, se desataron comentarios y opiniones que, en la mayoría de los casos, recayeron en el tradicional lema escrito con tinta dudosa pero firme: Gustavo Cerati no es buen letrista.
Se dijo más de una vez: lo de Cerati no es poesía, es solo un juego de palabras. Si se bucea entre los dimes y diretes de cierta pugna maldita, se encontrará fácilmente alguna apostilla del tipo: el Indio Solari siempre fue el de las letras poéticas. Cerati, no.
Sin embargo Cerati nunca ocultó su admiración por Luis Alberto Spinetta, nunca ocultó su predilección por Artaud (tal vez la más significativa obra poética de L.A. Spinetta e incluso del rock nacional), y más aún, en buena parte de su trabajo intenta correr por esos lugares, tomar esas riendas y seguir los senderos de la lirica que el flaco fue dejando. Está claro que Cerati no es Spinetta, pero al menos hay un intento de parecerse. Y no es un intento fallido. Por lo tanto considero que la noción que se viene mencionado es demasiado exagerada.
Aunque parezca mentira, se suele sostener -también como un lema- que en el rock las letras no son importantes. Es ridículo tan solo pensarlo: el noventa por ciento del rock está hecho de canciones. Cuando escuchamos rock básicamente escuchamos canciones, y en una buena canción la letra no es un detalle menor. De todos modos esa es otra discusión, lo traigo a colación porque también existe una idea (que pretende actuar como una suerte de defensa a Cerati) donde se manifiesta que en las creaciones de Cerati no importan las letras como hecho artístico, dicen, lo importante está en otro lugar. No sé que es peor. Afirmar que Cerati no es un buen letrista con determinada connotación negativa o afirmarlo de manera opuesta.
Ya es tiempo de pensar a Soda Stereo y a Cerati como una sola estructura, un todo, es decir: Soda Stereo es Cerati. Pero la pregunta es… Cerati, ¿buen letrista o no? Dynamo, justamente, es un buen principio para analizarlo. En Dynamo Cerati experimenta un cambio en su forma de encarar todo, ya está más que dicho, Dynamo es un quiebre absoluto en el sonido y en la música de Soda Stereo, y también lo es para una buena parte del rock argentino de los noventa. A principios y mediados de los noventa, una camada de bandas es influenciada, de manera notoria, por ese sonido. Tal vez un sonido trasplantado del rock ingles previo al brit pop, pero nuevo para los rockers argentinos. Grinberg no es el único que no se halla en ese sonido. Les pasa a muchos fans de la primera hora, incluso muchos dejan de ser fans desde Dynamo. Es obvio que la manera de escribir las letras también forma parte de esa transformación.
En las letras de Dynamo no hay poesía, son solo juegos de palabras, aseguran los detractores de Cerati como letrista. ¿No es la poesía acaso un constante juego de palabras? “Explicar con palabras de este mundo que partió de mi un barco llevándome”. ¿Quién puede pensar que en ese párrafo de Alejandra Pizarnik no hay poesía y tan solo es un juego de palabras? ¿Quién puede asegurar donde está la poesía -y donde no- en la obra de un artista que ha pasado gran parte de su vida intentando acercarse a ella? ¿Desde qué lugar se puede pensarlo? Del mismo modo pregunto: ¿dónde se observan las contradicciones que indican que los siguientes versos se diferencian por ser uno poético (el primero) y el otro no?
1
Un toque por si las moscan van
Y otro toque por si van detrás
Ya no hay tiempo de lamentos
Ya no hay más
2
Es como ser ameba
Sin anverso ni reverso
La ilusión eterna
De que te vas
Y te vas repitiendo
Claro que la poesía no es solo un juego de palabras, también es imagen, y las letras de Dynamo están colmadas de imágenes. Una letra como En remolinos provoca algo sensorial, sí, digo bien, además de las paredes de guitarras y los efectos musicales, la letra es una explosión de cuadros sonoros que se pueden sentir a través de las imágenes. Me resulta bastante caprichoso el hecho de no encontrar poesía allí. Las letras de Dynamo no hablan de nada en particular, ni siquiera Primavera 0 habla de la primavera, pero producen inestabilidades todo el tiempo, justamente, creo yo, como las buenas poesías.
A partir de Dynamo, Cerati abraza un perfil bastante spinetteano que se potencia en Amor Amarillo y continúa hasta Bocanada, por lo menos. Desde allí nunca se queda inmóvil en un mismo lugar, es decir: no se acomoda en un mismo sonido, siempre intenta ir mutando. Existe un abanico sonoro muy amplio en su historia musical, hay un ida y vuelta cambiante, también, en su manera de llevar adelante las liricas. Es imposible reducir un análisis y afirmar que sus letras no son significativas. De todos modos creo que lo mejor de su obra está desarrollado en los noventa, con la aparición de Dynamo y Colores Santos (junto a Daniel Melero)
Los críticos de la “poesía” rock” lo crucifican cuando en una entrevista menciona la forma en que concibió la letra de Ella usó mi cabeza como un revolver, ya que dice haberlo hecho mediante una suerte de cadáver exquisito disipado entre la lectura de un libro y los diálogos de una película. Desde entonces se habla de ese mecanismo compositivo como si fuese el único, en la época de Siempre es hoy pegarle a Cerati se convierte en el deporte favorito de la prensa rock, hasta que sucede la consagración (Me verás volver) y el triste final.
Siempre pasa: en los 70 a Spinetta se lo ataca por ser demasiado metafórico, luego de varios años a Cerati se lo ataca por ser ¿poco metafórico? El gataflorismo del rock. ¿No existe acaso una manera ceratiana de componer? ¿Cómo es posible entonces que en esa construcción no estén involucradas las letras? Algunos comentarios en twitter a propósito de lo dicho por Grinberg: “las letras de Cerati no aportan artísticamente, son como los efectos especiales en las películas”. Más allá de lo chocante y discutible de la frase, está muy claro que una buena canción de Cerati puede prescindir de un efecto de pedal, pero no de una buena letra. Cerati tiene canciones muy buenas, buenas y no tan buenas. Las muy buenas lo son, entre otras cuestiones, por sus letras.
A Miguel Grinberg lo respeto. No es alguien que me caiga mal. Es un gran comentarista de rock, también es una voz autorizada para hablar de poesía rock. Ha publicado una buena cantidad de libros sobre rock nacional, he leído varios: algunos me han gustado más que otros. Solo tiene un problema: se mezcla él en lo que cuenta, cierto egocentrismo le juega en contra. En su libro Una Vida Hermosa sobre Spinetta, habla más de Grinberg que de Luis Alberto. No puede contar una historia sin evadir elementos personales. Desde ese lugar plantea la crítica a Dynamo en 1992. Algunos deslices, con el tiempo, se siguen mal interpretando. O en su defecto se potencian.