Las voces se alzan para contar historias de esta inquietante tierra.
El lenguaje del indio se mezcla con el del hombre civilizado.
Enfrentamientos continuos fueron marcando una forma de vida.
La laguna siempre estuvo ahí, fingiendo que no entendía de luchas.
Hombres al frente de batalla que murieron y otros que se mantuvieron erguidos.
Almas que vivieron y soñaron con un mundo mejor.
El tiempo fue hilando momentos.
Manos lanzando boleadoras al viento.
Dedos cerrados en la empuñadura de un sable.
Figuras morenas lavando ropa en las agua de la laguna.
Chascomús, tierra brava, donde morían los capullos sin florecer.
Alegrías y sinsabores, se unen.
Se han agotado muchos soles y lunas allí donde los árboles definen la visual.
La vida, sin decir nada, aunó fuerzas muy grandes y cambió el paisaje.
Las razas se entrelazaron y dibujaron un hombre distinto, más apacible.
Hoy, Chascomús, es una tierra noble, con gente sensible y pájaros que vuelan sin miedo.
Por Elba Aughy, narradora local.