Nos remontamos al pasado, para descubrir de dónde vienen los curiosos nombres de la panadería nacional. En este paseo histórico conocemos por qué las delicias culinarias llevan nombres tan graciosos.
Sabías que fueron los anarquistas quienes les pusieron nombre a las facturas argentinas? En esta nota te contamos por qué las denominaciones de las piezas de la panadería son tan curiosas. En general, “vigilante”, “bola de fraire”, “sacramentos”, “suspiro de monja», son nombres que apuntan a burlarse de diferentes estamentos del Estado. Estas etiquetas dan un indicio de la importancia y peso histórico que el movimiento anarquista tuvo en nuestro país. La evidencia empírica está en nuestras panaderías.
Una docena de sacramentos
Hoy en día, si vamos a la panadería y pedimos un “sacramento” en cualquier provincia de Argentina, nos van a entender. Sin embargo, este significado viene de bien lejos y se remonta al 1800. Fue en 1880 que Ettore Mattei llegó a la Argentina. Europa se había convertido en un lugar peligroso para los militantes anarquistas y Buenos Aires parecía un lugar más seguro para seguir luchando por los derechos de los trabajadores. Cinco años más tarde también llegó a la ciudad del Plata Enrico Malatesta.
El primer sindicato
Mattei y Malatesta fueron los grandes referentes del movimiento que hicieron que el anarquismo cruce el charco y desemboque en nuestro país. Ellos conformaron, por separado, dos grupos que actuaban independientemente. Sin embargo, en 1887, ambos se juntaron para fundar la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Este fue el primer sindicato de panaderos de la República Argentina, cuyo ideario se basaba en la acción directa y la huelga revolucionaria.
Malatesta se encargó de la redacción de los estatutos, cuyo artículo primer era “Lograr el mejoramiento intelectual, moral y físico del obrero y su emancipación de las garras del capitalismo”. Por otro lado, Mattei desempeñó los cargos de secretario gerente del gremio. También se desempeñó como redactor jefe de El Obrero Panadero, herramienta de difusión del sindicato, que se publicó desde 1894 a 1930.
La huelga eterna
Un año después de la fundación del sindicato, los panaderos decidieron organizar una huelga para reclamar mejoras en sus condiciones de trabajo. Los alquileres y la comida habían subido y los salarios no alcanzaban. Entre sus exigencias estaban un aumento del 30% en el sueldo, un kilo de pan por día, el pago semanal del salario y la eliminación de las jornadas nocturnas.
El paro duró diez días y no solo consiguió que se atendieran las reivindicaciones de los obreros, sino que ayudó a impulsar la creación de otras organizaciones obreras anarquistas. Además, para dejar constancia de su triunfo y de su ideario, los panaderos decidieron hornear dulces cuyas formas y nombres se burlaban de diferentes estamentos sociales. Estas denominaciones hacían referencia a la policía, la iglesia o el ejército.
Resistencia lingüística
De este modo, unos dulces alargados fueron llamados vigilantes, en referencia a los palos con los que iban armados los policías. Otros, rellenos de crema o dulce de leche se llamaron bombas y cañoncitos, como burla al armamento del ejército. Y la Iglesia tampoco quedaba afuera de esta burla. También denominaron a algunas piezas como “sacramentos” y “suspiros de monja”. Estos últimos eran sinónimos de las “bolas de fraile”, generando una burla cruzada.
Nombres definitivos
Lo que empezó como un símbolo de resistencia y un código interno de militancia se convirtió en títulos definitivos e icónicos de la panadería. Finalmente, estas etiquetas calaron hondo, y llegado el momento, incluso las clases oligarcas utilizaban estos términos. En la actualidad esas denominaciones se siguen utilizando. Sin embargo, el origen revolucionario de esos nombres no es tan conocido por la población.
A más de un siglo de la aparición del movimiento anarquista, los vestigios de esa lucha siguen formando parte de nuestro vocabulario cotidiano. Cabe destacar que diferentes gobiernos argentinos hicieron todo lo posible por erradicar el movimiento del país. Entre estas acciones, la represión y los asesinatos durante los años 20 y 30 del siglo XX. Sin embargo, los nombres anarquistas en el mundo gastronómico argentino, siguen teniendo origen en ideales revolucionarios.
Fuente: Ser Argentino