El 23 de Julio de 1935 el Senador por Santa Fe Enzo Bordabehere fue asesinado en el Congreso de la Nación en plena sesión. Junto con Lisandro De la Torre, compañero de bancada, denunciaban el perjuicio para el país del denominado pacto Roca-Runciman, que regulaba el comercio de la carne con Inglaterra. Esa tarde, un miembro del Partido Conservador, irrumpió en la Cámara y, queriendo agredir a De la Torre, ejecutó de tres disparos a Bordabehere. ANTI propone un repaso por el archivo para recordar el siniestro hecho y mencionar otros escándalos que, si bien no tiñeron de sangre el Parlamento, generaron la indignación popular.

El Congreso de la Nación es el sinónimo de la rosca política. En ese espacio, epicentro del Poder Legislativo, las diferencias ideológicas muchas veces se hacen carne y en otras ocasiones, con la misma facilidad y si el consenso amerita, quedan a un lado y prima el criterio uniforme. En las sesiones hay mucho de impostura, no porque los parlamentos de los legisladores sean engaños con apariencia de verdad, sino que la puesta en escena del recinto es el resumen de discusiones y acuerdos previos, convenidos en las comisiones e incluso entre pasillos. La aparente disputa se da en vivo y por televisión abierta, en los últimos años también en la red social twitter.

A pesar de las posturas partidarias y de quien encabece el Ejecutivo, en el Congreso de la Nación el poder se reparte y se negocia, desde la búsqueda del quórum inicial hasta las sanciones definitivas de una o varias leyes. Oficialistas y opositores comparten la cancha y, lo que irrita muchas veces a la opinión pública, dictan sus propias reglas, el Parlamento es juez y parte. No obstante, en diferentes momentos de la historia Argentina las miserias –propias del ser humano– y la violencia se apropiaron del guión en el teatro legislativo. La revisión incluye un “diputrucho”, coimas y el crimen de Bordabehere, del cual se cumplen esta jornada 85 años.

Para empezar con el absurdo, en 1993, Juan Kenan, colaborador del entonces diputado Julio Samid –hermano de Alberto, el “rey de la carne”– se sentó en una de las bancas de la Cámara y permitió que el peronismo obtuviera el quórum para tratar el marco regulatorio de la privatización de Gas del Estado. El “diputrucho” fue la denominación que los medios de comunicación utilizaron para informar sobre el desliz parlamentario.

Siete años más tarde, con la llegada del nuevo milenio, el Congreso fue escenario de un nuevo escándalo: las coimas en el Senado. La Justicia investigó si el entonces gobierno radical de Fernando de la Rúa había efectuado pagos millonarios en dólares a senadores del Partido Justicialista y de esa forma lograr la aprobación de la ley laboral que limitaba el poder de las organizaciones gremiales. La hipótesis nunca pudo confirmarse pero fue el principal desencadenante de la expresión popular “que se vayan todos”.

El último hecho se dio en mayo de 1935. Una comisión investigadora del Senado de la Nación, presidida por el legislador Lisandro De la Torre, realizó un informe con las conclusiones sobre los perjuicios que significaba para el país el comercio de carne con Inglaterra tras la firma del pacto Roca-Runciman. El escrito advertía el trato preferencial que recibían las empresas del sector, las cuales no pagaban impuestos y nunca eran inspeccionadas. Además, sostenían la complicidad de los Ministros de Economía Federico Pinedo –abuelo del dirigente homónimo del PRO– y de Hacienda, Luis Duhau. El debate se encendió, hasta que el 23 de Julio un matón del Partido Conservador, el excomisario Ramón Valdez Cora, atentó en el Congreso contra De la Torre, pero el que murió fue su amigo y compañero Enzo Bordabehere.

El sitio El historiador recopiló, respecto de esta trágica efeméride, la crónica del diario El Mundo, del 24 de julio de 1935, día después del crimen.

De tres balazos por la espalda fue muerto en pleno recinto el senador electo por Santa Fe, Dr. Bordabehere. También resultaron heridos el ministro de agricultura y el diputado Manzini.

El sensacional debate suscitado con motivo de la investigación sobre el comercio de carnes dio ayer origen a un escándalo sin precedentes, por su magnitud y su gravedad, en nuestros anales parlamentarios. Un senador hace graves admoniciones a un ministro, adelantándose hacia su banca en actitud de singular energía, otro ministro trata de interponerse en el camino del legislador, y éste al ser empujado por el secretario de Estado, rueda por el piso, originándose entonces en el recinto una grave conmoción. Muchos legisladores se ponen de pie, otros pronuncian palabras con voces estentóreas, en las galerías entre el público del que formaban parte las esposas del ministro de Hacienda y la del primer magistrado, se advertía claramente una honda perplejidad, y en medio del general desconcierto, la presidencia no atinaba sino a hacer sonar la campana de alarma que con sus estridencias ponía una nota más de nerviosidad en ese ambiente totalmente electrizado.

De pronto, desde junto al estrado de la presidencia, un individuo sacó un revólver, y con dicha arma abrió el fuego hacia el grupo formado por el doctor De la Torre, que aun no se había incorporado, y sus amigos que corrieron en su auxilio. Los proyectiles tuvieron consecuencias funestas, pues tres de ellos hirieron mortalmente al senador electo por Santa Fe doctor Enzo Bordabehere, otro hirió levemente en el pecho al diputado santafecino señor Manzini y un último lesionó en una mano al ministro de Agricultura Ing. Duhau, que cayó sobre su pupitre produciéndose la fractura de varias costillas.