Ante el reciente fallecimiento por COVID 19 de Rodolfo Hamerler, el cura pedófilo que durante 40 años estuvo al frente de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, la Diócesis de Chascomús vuelve a ser noticia por «hombres de Dios» abusadores en esta jurisdicción eclesiástica de la Iglesia Católica en Argentina- dependiente de la arquidiócesis de La Plata -, donde los ejemplos son llamativamente demasiados, incluso estando involucrados dos de los cuatros obispos que tuvo hasta el momento.

No resaltar la importancia de los padres Pedro Leonhardt y José María Cooper, por ejemplo, en el andar de Chascomús, es una necedad innecesaria; pero no exponer la llamativa cantidad de abusos cometidos por “hombres de Dios” en esta diócesis, es definitivamente sumarse a una complicidad que supera a la Iglesia y sus fieles, fanáticos y ciervos.

Ante el reciente fallecimiento por COVID 19 de Rodolfo Hamerler, el cura pedófilo que durante 40 años estuvo al frente de la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores sobre el cual la periodista Gabriela Urrutibehety brindó detalles, no hizo falta demasiado para documentar sucesos que están en la memoria colectiva de seguramente demasiados devotos y no tanto.

Por lo pronto, con simplemente buscar en Wikipedia, la Diócesis de Chascomús queda expuesta con un dato significativo: dos de los cuatro obispos que la encabezaron desde su creación, allá por el 27 de marzo de 1980, estuvieron vinculados, con y sin denuncias, a sucesos no pregonados en sus homilías: José María Montes y Juan Carlos Maccarone.

De esta manera, con Hamerler, sobre el cual el Obispado de Chascomús  envió comunicado aclarando y a la vez remarcando la pena canónica impuesta al fallecido en 2014 por el monseñor Carlos Humberto Malfa, la diócesis en cuestión, que incluye 27 parroquias de 14 distritos (Brandsen, Castelli, Chascomús, Dolores, General Belgrano, General Guido, General Lavalle, General Paz, Lezama, Maipú, Monte, Pila, Tordillo y de La Costa) tiene en su historia, por lo menos, cuatro delincuentes, tres de ellos sancionados.

¿Por qué cuatro por lo menos? Porque es imposible olvidar al popular Roberto Agustín Barco, del cual, Urrutibehety, también dio precisiones, anticipándose al ¿final anunciado?, dos décadas antes, la periodista Olga Wornat en su libro Nuestra Santa Madre, historia pública y privada de la Iglesia Católica Argentina (fotos).

Ahora, teniendo en común su relación con el arzobispo de La Plata, Antonio Plaza, y la complicidad con la última dictadura militar, Hamerler y el ex obispo Montes tuvieron otras coincidencias, además de ya estar fallecidos (al igual que Maccarone), como también expuso Wornat en la publicación que data de 2002 (foto).

Además, en los casos del ex obispo Maccarone y Barco, el portal especializado BishopAccountability.org los contabiliza entre los “alrededor de 100 clérigos en Argentina que fueron denunciados por abusar sexualmente de menores de edad o de adultos en situación vulnerables”.

“Cuando publiqué lo de Barco, me escribieron por otro sacerdote, que había hecho estragos en Santa Teresita, Tordillo y en algún momento estuvo en Dolores. Si bien no pude seguir este caso, a diferencia de Rodolfo (Hamerler), Rossi sí fue expulsado de la Iglesia”, sumó Gabriela Urrutibehety en diálogo con ANTI, evidenciando que de carne somos, las piedras pocas veces deberían ser arrojadas y la santa, de existir, no es justamente católica.