«Tándem: relatos de legados solidarios» es el documental que muestra el trabajo de los profesores de música Mariano Irigoyen y Claudia Quiroga junto a alumnos hipoacúsicos pertenecientes a la Escuela de Educación Especial Nº 504. La consecuencia del intenso proceso de aprendizaje en percusión fue el nacimiento del grupo “Alto Voltaje – Percusión inclusiva”, en el que Darian, Ciro, Iñaki, Brisa, Valentina y Santino “rompen barreras, cumplen metas y hacen cosas que creían imposibles”, dice Mariano en charla con ANTI.
Mariano es el padre de la criatura en esta historia, el hacedor del sueño; músico, abogado, “tanto para la música, como para la abogacía, necesitamos usar la creatividad, el ingenio, la disciplina y ponerle amor a lo que uno hace” dirá respecto de las actividades ¿antagónicas? “Nuestra sociedad está acostumbrada a los estereotipos: `el abogado´, `el músico´, `el médico´, no estoy de acuerdo con esos encasillamientos, hay herramientas de una que me sirven en la otra y viceversa, ambas conviven armónicamente en mi interior y aportan lo suyo”, aclara.
“Música empecé a hacer cuando tenía 6 años, toda la vida vinculada a los instrumentos” narra, hasta que “a los 28 perdí la audición. En mayo de 1998 toqué la batería por última vez, grabé un demo y la desarmé durante 10 años”. Hasta entonces acompañó desde la percusión a importantes artistas de rock e incluso fue telonero, junto a Nito Mestre, de Paul McCartney, “mi anhelo era ir a Estados Unidos, graduarme, pero tuve que resignificar mis sueños, estos talleres forman parte de esa idea”, cuenta.
“La docencia se convirtió en un camino para ayudar, tender lazos emocionales, reconciliarme conmigo y entender que la música es multisensorial y no solamente auditiva” menciona respecto de su rol docente, surgido de casualidad: “sin darme cuenta un día estaba con un montón de chicos haciendo música sin importar quien escuchaba y quien no”.
La primera experiencia fue en Lincoln, hace una década. Desde entonces, “se abrió un hermoso camino”, con invitaciones a participar y mostrar el trabajo en diferentes festivales internacionales de percusión en Cuba, Colombia, Chile y Uruguay. Chascomús consolidó el proyecto y la Escuela de Educación Especial Nº 504 aportó calidez humana y profesional: “me recibió Patricia Hueramán y armamos un grupo maravilloso. La emoción es el factor que nos moviliza. Nos divertimos, aprendemos, reímos, jugamos y hacemos música. Es un verdadero logro de los chicos, que son los verdaderos protagonistas, los adultos acompañamos”.
En cuanto al diseño del taller, Mariano plantea pautas de su experiencia personal y explica su propia reeducación auditiva. Después de esta base, “es importante el acompañamiento de Claudia Quiroga, con quien trabajamos muy bien y armamos ideas sobre la marcha”, así como “el aporte de los chicos, que muchas veces crean los ejercicios, en un proceso de aprendizaje colectivo”, agrega.
“Aprendí a valorar el sabor del día a día, las pequeñas cosas”
El 28 de mayo de 1998 Mariano fue a grabar con sensaciones encontradas, “sabía que estaba perdiendo la audición, pero por otro lado se venía el disco”, recuerda. En definitiva, la producción no salió, pero el músico se consuela: “en el 2003 escribí mi primer libro, `este es el disco que no grabé con Nito Mestre´, pensé. Cuando me reencontré con él le di el libro y le dije que era un texto con alma de disco, los sueños y los proyectos se resignifican todo el tiempo”.
Aquellos diez años alejado de la bata no significaron “bajar los brazos”, ya que “después de un golpe emocional creo que hay que parar, recargar energías. Se trató de una reconstrucción interior que necesitaba tiempo, asumir una nueva realidad. Retomar, después de tanto tiempo, fue un desafío que se dio solo. Aprendí a valorar el sabor del día a día, las pequeñas cosas”, aclara.
Otra vez en la actualidad, Mariano reflexiona sobre las dificultades del año 2020, sobre todo las que genera la virtualidad en personas que padecen hipoacusia, “realizamos algunas charlas para no perder el contacto, pero ni bien se pudo empezamos a ensayar al aire libre, esto nos dio el empuje para presentar el documental a principios de enero”.
En media hora, Tándem: relatos de legados solidarios, retrata el trabajo de los docentes y las historias particulares de los jóvenes, identificados y satisfechos con el proyecto: “viven alegremente los talleres, lo cual genera entusiasmo y ganas de seguir. Aprenden, progresan, cada día suenan mejor. Las familias tienen un rol fundamental, participan y apoyan, sin ellos sería imposible”, destaca.
Ya en el final, el músico y abogado reflexiona que “la sociedad hace un culto a la insatisfacción. Todo se mide en relación a lo que falta, a las limitaciones. Cualquier ausencia de los tributos exigidos socialmente es duramente juzgada y en este contexto no tener el sentido de la audición juega en contra o provoca discriminación”, por lo cual cree que “debemos pelear día a día para hacer visible la hipoacusia y la sordera, la sociedad debe tomar conciencia de nuestra problemática”.
Respecto de lo que viene Mariano dice que la intención “es consolidar el grupo humano y musical para salir a tocar en cuanto se levanten las restricciones. Es necesario ensamblar con chicos de otras escuelas y de ese modo visibilizar de manera alegre y positiva esta problemática”. “Es un desafío romper con viejos dilemas y demostrar que podemos hacer música”, finaliza desde Pehuén Có, donde descansa y recarga energías para regresar con “Alto Voltaje” y hacer del mundo de Darian, Ciro, Iñaki, Brisa, Valentina y Santino, un lugar mejor.