Por Andrés Crampton
Esta experiencia no es algo que puedo recomendarle a todo el mundo, pues las mentes frágiles y los corazones débiles pueden explotar ante semejante despliegue de sonidos e imágenes. La variedad de emociones por las que uno pasa en este estado son muy amplias y violentas, por lo que solo es recomendable para aquellos quienes busquen sensaciones fuertes.
El nuevo disco experimental de “Información clasificada” llegó a mis manos hace dos semanas atrás, todavía me encuentro recuperándome de los efectos que tuvo en mi mente y en mi cuerpo. A través del siguiente informe algo… informal (valga la redundancia), quiero hacer una descripción de los eventos sucedidos durante la reproducción del disco, si esto llegara a tener alguna utilidad para ustedes realizaré un informe mucho mas extenso y científico de los mismos eventos cuando recupere todas mis facultades.
La reproducción se realizó en el living de mi departamento, acompañado de mi mejor amigo, el cual también estaba muy entusiasmado por escucharlo. Sabíamos que era algo diferente a todo lo que habíamos oído antes, pero aun así ignorábamos los efectos que podía provocar en las personas.
Cuando iniciamos la reproducción hubo un largo período de completo silencio, digamos que aproximadamente veinte segundos. Pensábamos que el disco no funcionaba, pero luego nos envolvió un sonido agudísimo y apenas perceptible. Este pitido duró alrededor de unos cinco segundos y se apagó bruscamente. Con mi amigo nos miramos estupefactos al no entender que era lo que estaba pasando. En ese momento empecé a sentir un cosquilleo en la zona de la nuca, como si fuera una leve vibración muy agradable. En el momento que abro la boca para comentarle esto a mi compañero, el equipo de audio emitió el sonido de un bajo tan atronador que se sintió como la onda expansiva de una explosión. Tan intensa fue que salí volando contra la pared y percibí como el pecho se me comprimía ante la fuerza del sonido. Con una gran dificultad para respirar quedé atrapado por la onda contra la pared y rápidamente caí inconsciente.
A partir de este momento logré visualizar unas escenas en mi mente que se sintieron tan reales que dudé de mi propia existencia. Me encontraba de pie en la misma habitación donde estaba, pero esta vez sin compañía. El techo y dos de las paredes habían desaparecido y en el exterior se veía solo la gran extensión de una infinidad espejada, que reflejaba un cielo rosado que vibraba levemente como si fuera la superficie de un lago de aguas calmas. En el ambiente se escuchaba una canción imposible de encasillar en un género, incluso con mis años de experiencia no logré distinguir detalle que permitiera clasificarla. Esta música sonaba pacíficamente y provocaba una tranquilidad a la que pocas veces había llegado.
Caminé con pasos pesados hacia el exterior de la casi inexistente habitación y puse mis pies sobre esa tranquila superficie espejada. Al ver que permanecía firme avancé a lo largo de ese infinito espacio por lo que parecieron kilómetros y kilómetros pero vividos en un pequeño instante. Había dejado atrás todo rastro de aquella pieza pero, sin embargo, esa hermosa música todavía se escuchaba con claridad. Llegado a un punto específico pude ver cómo de la misma superficie brotaba un enorme árbol de hojas de un color magenta muy intenso. De algunas de las hojas de aquel árbol salían unas finas líneas de lo que parecía ser un líquido oscuro que desafiaban la gravedad y se perdían en el inmenso cielo. En ese momento, despegué del suelo y me acerqué lentamente hacia la planta hasta poder tocar una de sus ramas con mis manos. Cuando logré sentir el frío tacto de la rama el líquido negro comenzó a deslizarse por mi brazo y a envolver mi cuerpo, hasta que finalmente entró por mis ojos dejándome sumido en la más absoluta oscuridad.
Entonces ya no podía escuchar la suave música que tanta paz me daba. Todo era silencio y negrura, hasta que una visión caleidoscópica y el sonido de una guitarra distorsionada irrumpieron violentamente en la escena. Alrededor todo era geométrico y colorido, mientras me suspendía en el centro, ingrávido, extasiado, completamente sumido en la explosión visual y auditiva que era capaz de enloquecer a cualquiera. Pero yo lo disfrutaba, reía, la misma demencia de la escena me hacía feliz por alguna razón. Si trato de recordar qué pensaba en ese momento no puedo saberlo exactamente, estando lúcido podría haberme vuelto loco del terror, pero simplemente no lo hice. Solo flotaba y reía en medio del caos, viendo desde afuera como mi cuerpo formaba parte de la enloquecedora escena y sostenía una pequeña esfera. Entonces arrojé la bola hacia lo lejos de la azul pradera donde ahora me encontraba, el suelo se retorcía bajo mis pies como si tuviera vida propia, pero mi forma se mantenía estable sobre él. Al ver mis piernas me pareció lejano el suelo sobre el que me erguía, mi visión magnificada veía como pequeñas criaturas parecidas a arañas blancas se alimentaban de mi piel pero yo no sentía dolor.
Comencé a caminar con largos pasos sobre las colinas hasta encontrar un enorme ojo humano que se encontraba aferrado al suelo. Al notar mi presencia el ojo mutó en la forma de una horripilante boca que se abrió desmesuradamente para dejar salir el sonido de una gaita estridente que logró asustarme. Rápidamente, el sonido tomó la forma de un suave saxofón que me trasladó a un sillón ubicado frente a una ventana abierta, que daba hacia una calle transitada por diminutas luces, se supone que eran autos pero no lograba distinguirlos. Una profunda voz omnipresente me dijo “Ahora no” e hizo que la ventana se cerrara abruptamente. Ésta se alejó de mi vista rápidamente dejando en su estela las paredes de un sombrío pasillo con múltiples puertas. Me levanté de mi sillón y recorrí lentamente el pasillo examinando cada detalle. Las paredes grises parecían húmedas y algo percudidas por el tiempo, mientras que las puertas, separadas por una distancia considerable entre ellas, eran de un blanco desteñido que indicaban que habían sido creadas hace muchos años. Algunas de ellas tenían inscripciones obvias como “Primeras memorias” o “El día de ayer”, digo obvias porque creo que llevaban a esos lugares de mi mente. Pero otras de ellas mostraban inscripciones más confusas como “Panteón”, “Vida” o simplemente secuencias de números y símbolos que jamás había visto.
En cierto momento llegué a una puerta cuya descripción era casi ilegible, lo que eran antes letras negras ahora tenían grandes manchas blancas que no dejaban interpretar lo que decía. Un pensamiento surgió de atrás de mi mente, algo importante había detrás de esa puerta, no podía resistirme a la idea de abrirla. Con mi temblorosa mano tomé el picaporte y tan pronto como abrí la puerta me desperté de mi trance. El disco había terminado, el silencio reinaba ahora en la habitación, mi amigo estaba rígidamente tirado en el suelo con una sonrisa en la cara y los ojos abiertos, así permanece hasta el día de hoy. Los médicos dicen que está vivo pero parece estar en una especie de coma. En mi caso sigo temblando, no sé con exactitud que es lo que siento, pero sé que no me pasó nunca antes en mi vida.
Espero que este informe les sea de utilidad, quiero aclarar que durante la experiencia no estuve bajo el efecto de ninguna sustancia que pudiera nublar mi juicio. Los análisis de sangre dieron resultados dentro de los parámetros normales y las resonancias cerebrales no muestran ninguna alteración particular. Creo firmemente que esta experiencia va mucho más allá de lo que la ciencia es capaz de explicar, también parece tener efectos diferentes en distintas personas, por lo que cualquier tipo de explicación teórica de los efectos de este disco en general sería imposible. Por mi lado quiero experimentar estos efectos una vez más, así que si me necesitan ya saben dónde encontrarme.