1) La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se llama así desde el 3 de noviembre de 1934 cuando se fusionaron la Liga Argentina de Football y la Asociación Argentina de Football. El último presidente de la Liga, el médico radical Tiburcio Padilla, quedó como presidente hasta el año siguiente (lo sucedió otro médico y dirigente de fútbol, Ernesto Malbec, titular en su juventud de la Federación Universitaria de Buenos Aires) con un Consejo Directivo integrado por tres representantes de cada entidad y uno más puesto directamente por el presidente de la Nación, que era Agustín P. Justo. Toda una señal: desde que el fútbol es fútbol en la Argentina y se organizó institucionalmente -ya mucho antes de 1934, con fuerte presencia de dirigentes conservadores en los elencos directos y en la propia presidencia de las asociaciones antecesoras de la AFA- casi no hubo sector de gobierno o de poder que no le prestara (mucha) atención.

2) El primer conflicto fuerte sobre un presidente de la AFA se suscitó en 1937, con la llegada al cargo de Eduardo Sánchez Terrero, que era yerno del presidente Justo y fue el primero en estar más de un año en el cargo. Lo contó bien El Gráfico el 20 de marzo de 1937: «Cuando los 5 grandes lanzaron la candidatura del señor Sánchez Terrero se manifestó la oposición de los 13 restantes a la misma lo que motivó que el candidato, con un gesto que le honra, presentara su renuncia, pues no deseaba ser causa de un conflicto. Fue entonces cuando los 3 aclararon que no objetaban al candidato, sino la forma dictatorial con que los 5 le querían imponer una presidencia sin su previa consulta y anuencia. En suma, este asunto se solucionó en la forma que deseaban los grandes».

3) En 1940, el presidente de la AFA era Adrián Escobar, dirigente del Partido Demócrata Nacional, experto en relaciones internacionales a quien las necesidades del gobierno nacional para maniobrar sobre las posiciones argentinas durante la Segunda Guerra Mundial lo obligaron a dejar el cargo para concentrarse en la diplomacia. El propio gobierno resolvió el vacío que quedaba en la AFA: impulsó que los dirigentes de los clubes votaran, aunque no tenía experiencia en el fútbol, a Ramón Castillo, el hijo del catamarqueño de igual nombre que en esos años fue vicepresidente y presidente de la Nación.

4) El golpe de Estado de 1943 desmoronó la lógica de los gobernantes de la Década Infame, pero no desenganchó a la AFA del poder central. Destronado Castillo hijo, asumió, con el voto de los dirigentes, Jacinto Armando, de largo recorrido en Huracán, sostenido por el militar del GOU -el núcleo que destituyó a Castillo padre-más ligado a Huracán: Tomás Adolfo Ducó. La Memoria de la AFA de 1943 anota: «El momento difícil por el que atraviesa el mundo, tal vez el más grave de su historia, debe brindar al fútbol la heroica misión de conducir al pueblo por el camino del deporte».

5) El único presidente militar de la historia de la AFA fue Eduardo Ávalos, miembro número 20 del GOU, también surgido del sufragio de los dirigentes a partir de indicaciones gubernamentales.Cuando llegó a la entidad, en marzo de 1945, expresó un deseo: Que nuestra raza tenga preponderancia en todo tipo de deportes». Aunque fue ministro de Guerra y ministro interino del Interior, en ese tiempo cinceló un adversario político contra el que no podría: Juan Domingo Perón.

6) En los años del primer peronismo, la AFA tuvo cinco presidentes consecutivos de pública adhesión al peronismo y que arribaron a la AFA con el aval gubernamental. Uno, Valentín Suárez (1949-1953), volvería a comandar la institución en los días golpistas de Juan Carlo Onganía. El último, el sindicalista Cecilio Conditt, asumió en abril de 1955 con estas palabras: «La Asociación no puede estar al margen de la realidad de la era presente, creada por el conductor, General Perón».

7) La autodenominada Revolución Libertadora intervino la AFA en 1955, lo que significó que, por primera vez, un gobierno nacional se hiciera cargo formalmente del trono mayor del fútbol. Luego de nueve con Arturo Bullrich como interventor, asumió un dirigente de Almagro, Raúl Colombo, radical y de estrecha ligazón con el futuro presidente Arturo Frondizi (1958-1962), que perduraría durante nueve años, en tres mandatos de tres años. El diario La Razón consignó que, en su discurso inaugural, el nuevo mandamás, ungido en el contexto de una dictadura, proclamó haber sido «consagrado en una elección libre practicada en un organismo libre que pertenece a un pueblo que también es libre».

8) El sucesor de Colombo, en 1965, fue Francisco Perette, dirigente del fútbol de Entre Ríos y hermano del vicepresidente de la Nación (Carlos Perette). Dirigentes de fútbol contaron, por lo bajo, que el presidente Arturo Illia rechazó, desde que asumió en 1963, cualquier intento de desplazar a Colombo bajo el argumento de que los mandatos institucional debían cumplirse. Al revés, al consolidarse la candidatura de Perette, tan próximo a la Casa Rosada, dirigentes opositores lo cuestionaron. Un dirigente de fútbol no radical ironizó: «Épocas y precedentes de esa naturaleza ya han sido superados totalmente». Unas cuantas de las objeciones menguaron cuando Perette entró en funciones.

9) La dictadura de la autonominada Revolución Argentina determinó la segunda intervención de la AFA. El ciclo duró más que la dictadura. Hasta 1974 la AFA no volvió a tener un presidente. Dirigentes de diversos perfiles -algunos muy futboleros como Valentín Suárez, algunos sin nada de fútbol como el empresario Juan Martín Oneto Gaona- se sucedieron en la cúpula institucional, en general prometiendo normalizaciones que no ocurrieron.

10) En abril de 1974, el escribano Fernando Mitjans, padre del actual titular del Tribunal de Disciplina de la AFA, se convirtió en presidente de la AFA luego de ser el último de la extensa cadena de interventores. Fue elegido con el consenso de los dirigentes del fútbol y con el respaldo del gobierno nacional al que el peronismo, al que Mitjans adhería había regresado hace un año. La nueva etapa de la AFA tuvo un nuevo estatuto en el que el antiguo Consejo Directivo quedaba sustituido por lo que hasta ahora es el Comité Ejecutivo y en el que, además, el presidente sumaba más atribuciones que en tiempos viejos. La reforma fue gestada bajo la supervisión del Ministerio de Bienestar Social, el área hacia la cual la dictadura había derivado la intervención de la AFA. Desde 1973, el responsable máximo de esa cartera era José López Rega, quien, con el Mundial de 1978 delante de los ojos, veía la oportunidad de expandir su espacio de poder hacia el fútbol. Mitjans confrontó y perdió con López Rega y lo reemplazó su vice, David Bracutto, médico, presidente de Huracán y también con pertenencia en el peronismo.

11) La más salvaje de las dictaduras argentinas sacó a Bracutto de la AFA apenas llenó de sombras en el país en marzo de 1976. No hubo intervención de la AFA porque la proximidad del Mundial con sede argentina lo volvía inconveniente, pero sí una orden a la dirigencia para que votara como presidente al abogado Alfredo Cantilo, que había pasado por la AFA en los años de Oneto Gaona. El poder del fútbol en esa época se desplazó desde la AFA hacia las oficinas del marino Carlos Lacoste, vicepresidente del Ente Autárquico Mundial ’78 que jamás presentó su balance, fugaz jefe del Estado nacional entre las presidencias de Roberto Viola y Leopoldo Galtieri y vicepresidente de la FIFA de la mano de su amigo y pope de esa entidad Joao Havelange. Como contó el periodista Oscar Rubén Barnade (https://www.clarin.com/…/grondona-don-julio-logro-primera-r…), Julio Grondona no era el preferido de Lacoste para continuar a Cantilo en 1979, pero igual encontró más motivos para aceptarlo que para vetarlo y así dio origen a que la AFA, con el voto en asamblea de los representantes de los clubes, pusiera en marcha una presidencia que, con sucesivas reelecciones, se extendería hasta julio del 2014.

12) Sobre la perdurabilidad de Grondona fueron enhebradas hipótesis susurradas y se escribieron artículos y libros. En 1979, con su pasado de dirigente de Arsenal y de Independiente, sus consensos hacia el interior del fútbol y su perfil nada amenazante para la dictadura, escaló hasta la cumbre del fútbol. En 1983 (cambios estatutarios expandieron a cuatro los años de cada gestión en la AFA), con el reingreso del país a la vida democrática, recibió críticas por haber ocupado el cargo durante los años del espanto. Una histórica identidad con el radicalismo y sus lazos con el presidente Raúl Alfonsín contribuyeron a que se quedara en el sillón mayor de la calle Viamonte. De allí en más, en la Argentina mutaron los gobiernos pero la alianza de poder argentino más fuerte de Grondona residió en un poder nada fluctuante, el de la industria de la comunicación, a través de la venta de los «derechos» de televisación del fútbol. Y, también, en su amplia red de enlaces internacionales (fue vicepresidente de la FIFA, heredado el cargo de Lacoste) y en un modo de ejercer el poder a nivel local que subordinó cualquier aspiración de cambio de personas o de núcleos que primero insinuaban y luego se rendían frente a su hegemonía. Cada cuatro años hubo votaciones y sólo alguna vez tuvo algún sufragio en contra sin ningún peso político. Cuando en el 2009, el gobierno de Cristina Kirchner movió el tablero de poder que se expresaba por medio de transmitir el fútbol, Grondona dio el más estruendoso de sus saltos políticos, rompiendo una alianza histórica con el Grupo Clarín y con Torneos y Competencias. En esa situación seguía cuando murió en julio del 2014 (segundo presidente de la AFA en fallecer en el cargo; el anterior, en 1954, fue Domingo Peluffo).

13) La estructura de poder montada por Grondona comenzó a deshilvanarse sin Grondona, con gestiones interinas y consensos en disolución. Con una historia de actos electores casi insulsos («acá siempre se votó con el brazo enyesado», musitaba seguido un viejo morador de la calle Viamonte para retratar que todo estaba resuelto antes de votar), en diciembre del 2015, una asamblea para erigir al nuevo presidente terminó empatada en 38 voluntades por lado entre las postulaciones de Luis Segura y Marcelo Tinelli, a pesar de que participaban 75 individuos. El episodio abrió la puertas para una nueva intervención de la entidad a la que, acaso por las antipatías y por el sesgo antidemocrático que supone la palabra «intervención», se bautizó con el eufemismo de «Comisión Normalizadora», con el empresario Armando Pérez como cabeza de mando.

14) En marzo del 2017, el sanjuanino Claudio Tapia fue consagrado presidente de la AFA, con 40 votos a favor y tres abstenciones. Presidente de Barracas Central, repuso en los cúspide de la AFA a un dirigente del Ascenso. En ese momento, los análisis confluyeron en apuntar los votos de los clubes de las categorías menos visibles y sus lazos políticos y familiares con Hugo Moyano, secretario general del sindicato de Camioneros, devinieron en su victoria. La composición del Comité Ejecutivo evidenció que el gobierno de Mauricio Macri no se sentaba afuera de la mesa de la nueva modelación de poder, ya que el presidente de Boca, Daniel Angelici, de alta vecindad política con el primer mandatario (alguien que, a la vez, también había sido presidente de Boca) garantizaba la referencia del gobierno nacional. El campo de acción de Tapia posee un recorte evidente, dado que, como nunca había ocurrido en el fútbol local, el control del campeonato de Primera está en manos de la Superliga, un ente paralelo que viabiliza los acuerdos con las corporaciones comunicacionales, fuente central de circulación de capital en el negocio de la pelota.

15) En mayo del 2020, con medio año de anticipación a la expiración de su primer mandato, Tapia es reelecto. Ya no está Angelici ni en Boca ni en la AFA como tampoco está Macri en la Casa de Gobierno. Tinelli es parte del Comité Ejecutivo, posponiendo sus aspiraciones añejas a la presidencia y haciéndose cargo de la sucesión de la Superliga con el nombre de Liga Profesional. En la Argentina hay un gobierno, el que lidera Alberto Fernández, con el que Tapia se siente más cómodo. La intensa historia de la AFA añade una novedad: en medio de una pandemia que destartala al mundo, la elección se hace con los asambleístas unidos por la tecnología pero sin compartir el espacio físico. De una manera o de otra, como siempre en el fútbol y como siempre en la vida, para que el fútbol y la vida tengan una, otra u otra forma, lo que se disputa es poder.