El nutricionista Javier Míguez reparte su actividad profesional entre el consultorio local y el Club Boca Juniors, donde trabaja desde el año 2002 en el Departamento Médico y en la Fundación Boca Social. A la vez, es un apasionado deportista amateur, destacándose en la disciplina kayak, con la cual supo ganar el Osborne de Oro hace una década, mayor galardón posible para los deportistas de la región. En su carácter de médico dialogó con ANTI y dio algunas pistas para una nutrición ordenada: buenos hábitos y variedad de alimentos.

¿Cuál es la clave para una buena alimentación?

La dieta ideal, para llamarla de alguna manera y sin mencionar personas con alguna patología, es la que contempla una alimentación consciente, la cual incorpora todos los grupos de alimentos, evita los procesados y se inclina por productos naturales. Es la dieta adecuada para una población general.

Es decir, que tenga carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, pero de todos los tipos de alimentos. No dejar de lado las carnes rojas o blancas y tampoco los hidratos de carbono. Después se pueden manejar diferentes estrategias nutricionales, menos carnes rojas, más pescado de mar, que sería un estilo parecido a la dieta mediterránea, no tan fácil en Chascomús, pero posible. Es de las mejorcitas e incorpora pescados y frutos secos.

Otro concepto clave es que el paciente tenga claro a la hora de la consulta cuál es el objetivo buscado, para que de esa manera el profesional pueda realizar un abordaje adecuado.

¿Las personas que eligen ser vegetarianas o veganas tienen una alimentación plena?

Las estrategias nutricionales o las dietas a implementarse pueden ser todas válidas o viables. Vegetariano, vegano, hiperproteica, paleolítica, entre otras, pueden llegar a tener resultados positivos, lo que pasa es que no son acordes a todos, cada dieta depende para quién, cómo, cuándo y dónde. De eso va a depender la buena respuesta fisiológica del paciente.

El nutricionista debe adaptar la dieta a cada persona, creencia o manera de comer. Tengo muchos pacientes vegetarianos y veganos con los que no hay ningún problema, trato de adaptarle la dieta lo mejor posible. De todas formas, entre el 40 y el 60 por ciento manifiestan déficit de hierro y vitamina b12 que, lamentablemente, no se lo puede cubrir con productos de origen vegetal. Si bien las lentejas, algunas verduras de hoja verde y las legumbres tienen hierro, la vitamina b12 está presente en la carne y no hay manera de suplirla.

¿Se puede decir que hubo un cambio social y las personas piensan en nutrición en términos de salud y no desde aspectos estéticos?

La cuestión estética está presente siempre, pero últimamente las personas se acercan haciendo hincapié en la salud. Hay una gran concientización respecto de cuidarse, comer sano, evitar alimentos procesados y valorar la huerta orgánica. Todo viene a raíz de que a las carnes y pollos le agregan hormonas, a las frutas y a las verduras también, en cualquier estación del año se encuentran alimentos que de manera natural es imposible que existan. Está bárbaro que la gente tome conciencia, busque evitar lo procesado, comer de manera natural y sembrar en una pequeña quinta.

De todas formas, la realidad es que cuando no hay tiempo, se corre todo el día, no se tiene un sitio adecuado para comer, o bien, preparar la huerta, se termina comprando y comiendo lo que se puede. El mal hábito empieza con estas cosas, en la falta de tiempo para comer como se debe.

¿Es necesaria cierta disciplina para adquirir buenas conductas nutricionales?

Más que disciplina es necesario generar un buen hábito. Donde se naturaliza un hábito saludable, el tema camina solo. No estar acostumbrado a desayunar, hacer las cuatro comidas, agregar frutas o verduras, apelar a comidas rápidas o comprar hecho, significa no tener buenos hábitos alimentarios. En los últimos años se perdió el tema de la comida casera, por ejemplo. Es necesario hacerse 20, 30 minutos para desayunar, almorzar, tener un break a la tarde y merendar, más que nada por una cuestión de salud. Debe organizarse el día y que contemple la comida, la recreación, las horas de sueño y todo se encauzará hacia una vida saludable. Sino se convierte en un círculo vicioso, menos tiempo, como rápido, duermo poco y en algún momento explota. Sin equilibrio la salud pasa factura.

En ese contexto, ¿qué importancia tienen las cuatro comidas?

A lo largo del día hay momentos aproximados donde uno llega a tener el ayuno necesario y es importante ingerir alimentos. Por eso la relevancia de las famosas cuatro comidas. Hay veces que uno puede adaptarse y realizar tres o hacer una cena a modo de colación. Lo que hay que evitar es levantarse y no desayunar, picar algo al mediodía, comer lo que se cruza a media tarde y a la noche atacar. Para no caer en eso hay que hacer un trabajo prolijo, dosificar la ingesta en el transcurso del día y la mejor manera es contemplar cuatro comidas.

Tengo pacientes a los que he dado tres comidas y no cena, todo se adapta a cada circunstancia o caso, no es automático, a las 8, 12, 17, 21, se puede buscar un equilibrio y encontrar una alternativa saludable sin tener que respetar horarios estrictos. Como hay gente que hace tres, hay otras personas que hacen seis e incluyen colaciones.

¿En qué grado es importante el factor psicológico en una consulta al nutricionista?

La parte psicológica en una consulta, dentro de la nutrición, es el 50 por ciento y quizá un poquito más. Es importante la actitud del que va a atenderse, una cosa es cuando el paciente quiere y otra cuando tiene. En una patología como la obesidad, por ejemplo, una cosa es que la persona quiera bajar de peso y otra que tenga que hacerlo. Si él quiere la actitud va a ser distinta a que si se acerca porque lo manda el médico o lo recomendó un familiar. Después está en uno, de acuerdo a la posición del paciente, cómo trabajarlo y encararlo.

En aquel que no está convencido hay que buscar herramientas para que se pueda incentivar, enganchar y que uno lo pueda ayudar y mejorar la salud. Desde lo psicológico va en la personalidad de cada paciente, mientras que después cada enfermedad tiene un tratamiento o dietoterapia determinada, que debe adaptarse a cada caso particular más allá de la teoría. Lo principal es que pueda hacerla, que sea viable en todo sentido, dentro de sus posibilidades sociales y económicas. El contexto social y familiar es importante, en un cuadro de obesidad o diabetes la contención es clave, aunque tenga los medios económicos, no puede faltar el aspecto emocional.

¿Qué importancia tiene la educación en el tema?

La educación alimentaria y nutricional es la clave de todo. A un chiquito se lo forma en la materia desde que nace con la teta, cuando incorpora alimentos sólidos y desde ahí en adelante. Si en el contexto familiar le enseñan cómo comer, qué tipo de alimentos incorporar, no solo se garantiza salud y crecimiento, sino además la buena alimentación en su vida adulta. Falta mucho y es fundamental que en los colegios se tenga en cuenta. A una familia armada es difícil cambiarle los hábitos, salvo por cuestiones de salud, pero no hay que llegar a eso, debe actuarse sobre la prevención.

¿Es real que los alimentos que ingerimos son tan dañinos para la salud?

Por la falta de tiempo terminamos comiendo alimentos procesados y envasados, o bien, comidas preelaboradas. Más allá que sea una comida fresca la elaboración no es con productos naturales. Antes, por ejemplo, en invierno no existía la pera, el durazno, incluso algunas verduras como el tomate, y ahora en cualquier estación del año uno tiene casi todo.

Lo más perjudicial es el pesticida o plaguicida, productos que se agregan durante el cultivo para que no se eche a perder, lo cual daña la salud. El copetín (chicitos, palitos, maníes, amasados de panadería), si uno los come eventualmente no pasa nada pero actualmente es un alimento de consumo habitual durante la semana, lo cual no es lo recomendable. Con las carnes lo mismo, no es igual un pollo de campo que de criadero, te das cuenta en la carne, pero la gente va a buscar lo que gusta, que sea tiernita, grande, linda a la vista, aunque no sea lo más saludable.

El punto de partida es la educación alimentaria. Uno debe mencionar los beneficios y perjuicios de comer de una forma u otra, se tienen que entender los fundamentos y no imponer nada.

La última y no menos importante, ¿es bueno consumir vino tinto?

Si es un consumo moderado y la calidad es buena no hay problema. Después debe definirse qué es moderado. En una persona con alimentación saludable una copa de vino todos los días no le va a hacer nada. En cambio, en alguien con sobrepeso o síndrome metabólico, que abarca prácticamente todo, medio litro diario va a estar mal o por lo menos no sería lo recomendable.