Marcela Romero, Patricia Bordachar, Karina Borges y Cecilia Perotta protagonizaron un «programa de rock» siendo menores de edad, en los comienzos de la titulada «radio pirata» del pueblo, la FM Chascomús, que, nacida en 1988 bajo la dirección del Enano Tocci y Abel Romero, es el antecedente de la actual RCH y de tantas otras frecuencias. Tales jóvenes adolescentes generaron adeptos y detractores a partir de la rebeldía e inimputabilidad propia de la edad (y de ellas), canalizando sin filtro los mensajes de los escuchas que eran verdaderos «quemos», brindado opiniones en ciertos casos «incongruentes» y realizando entrevistas en las que algunos integrantes de una sociedad conservadora, entre ellos vecinos, políticos, medios de comunicación, policía y credo, consideraron se hacía «apología de la droga», lo que terminó con una denuncia en la comisaría, exponiendo además claramente una «interna radical» entre un diputado y un senador.
Los 80 son inolvidables, como también lo siguen siendo algunos sucesos que hoy parecen increíbles, aunque seguramente tienen que ver con una sociedad conservadora como la chascomunense, marcada por la lucha de poder exclusivo de los radicales en aquel entonces, el impune accionar policial, el peso de la iglesia y el surgir de nuevos y “clandestinos” medios de comunicación que salieron a romper el mercado dominado por los diarios, como las FM, con jóvenes, adolescentes, menores, rebeldes e inimputables como protagonistas del éter.
Es que la Radio Chascomús, que hoy cuenta tanto con la AM1520 como con la FM90.9, tuvo sus inicios promediando el año 1988, el 15 de julio precisamente, en la frecuencia modulada 91.3 con Miguel Tocci y Abel Romero como directores, el programa Las Locotorras de las teens Marcela Romero, Patricia Bordachar, Karina Borges y Cecilia Perotta como emblema, y una audiencia que fue creciendo a partir de la propuesta novedosa y la respuesta de adeptos y detractores.
En diálogo con ANTI, el Enano Tocci, alejado hace un tiempo de la RCH, recordó: “33 años ya de aquel comienzo, del inicio de la época de oro de las radios locales. Las Locotorras fue el primer programa de las primeras emisiones radiales de Chascomús. Nos decían que era una radio pirata. Los diarios lo certifican. Empezamos a mover las estructuras de una sociedad que era muy conservadora, acostumbrada a la quietud lugareña. Para muchos fue un bocado difícil de digerir”.
Seguidamente, Miguel remarcó: “Políticos y medios gráficos se sintieron tocados en lo comercial y periodístico. Aduciendo ser defensores a ultranza de la libertad de expresión y democracia, buscaron todo lo contrario. Nosotros, para ellos, éramos unos pibes que violábamos las leyes, unos loquitos. Esto preocupaba mucho, pero se produjo una explosión comunicacional, que se sentía a través de las radios de Buenos Aires, de las FM, como la Rock and Pop. La juventud estaba muy influida. Luego de estar callada mucho tiempo, se quería expresar”.
Por su parte, Karina Borges, desde Islas Canarias, rememoró: “Hicimos un programa de rock, de música que nos gustaba como Talking Head, Tequila, David Bowie. Había secciones, entre las cuales estaban los mensajes que la gente mandaba a la radio. Eso fue lo que más pegó. Los leíamos sin filtro. Teníamos invitados y opinábamos siendo adolescentes. El problema se armó cuando un entrevistado dijo al aire que se llevaría su guitarra y Marijuana a una isla desierta. Al otro día se nos vino todo el mundo encima. Saltaron para decir que hacíamos apología a la droga”.
A continuación, la trabajadora de la salud en Tenerife puntualizó: “El fallo más grande que tuvimos fue dar opiniones personales con 14, 15, 16 o 17 años. No medíamos las consecuencias. Es entendible, porque miedo, a esa altura, muy poco y más nosotras. Y teníamos un poder muy grande como la radio, la cual utilizamos a nuestra manera, con plena libertad, pero diciendo cosas propias de la edad, quizás incongruentes. No fue ni un juego, ni un experimento, fue una oportunidad. Fue transgresor, cuatro menores haciendo radio y con el éxito que tuvimos sin pensarlo. Eso fue novedoso, fue curioso”.
En sintonía con su amiga, y apuntando que los medios de ese invierno del 88 informaban que los dardos de los escuchas de Las Locotorras apuntaban a “los profesores del ICM”, además de algún cura puntual, Pato Bordachar reconoció: “Limites no había, obvio que no teníamos filtro. Igualmente creo que ninguna de las cuatro nunca nos arrepentimos de nada. No continuó, porque ya se estaba poniendo bastante picante y nos sacaron”.
Finalmente, la comerciante de la ciudad lagunera enfatizó: “Para la época fue transgresor, pero lo veíamos como algo que pasaba, se veía en el pueblo y nadie se animaba a decir. Me acuerdo que mandábamos al frente a gente y nos tenían terror”.
El Careta del Año
Al momento de hacer memoria, la única que continuó ligada a los medios, a la radio, Marcela Romero, aclaró: “No había límites, porque leíamos los mensajes con apellido incluso, los quemábamos mal. Pero lo que salía en los diarios, que hacíamos apología de la droga, no era así. Los mensajes como ´marihuana libre´ o ´viva la marihuana´ no los leíamos. Primero porque nos estaban escuchando en nuestras casas, nuestros padres. Ahí si teníamos un límite, para cuidarnos nosotras también. Sí lo que hacíamos eran unas pequeñas entrevistas, donde la última pregunta era ´qué tres cosas te llevarías a una isla desierta´, y uno de los invitados, Francisco, que ahí se armó el bardo, dijo ´el disco de Pink Floyd, la guitarra y a Marijuana´, dando a entender lo que sabíamos, más que nada porque en ese entonces los que fumaban faso eran un grupo muy chico. Luego de eso, al otro día, fue que se armó todo el quilombo, con el comisario al lado del operador mientras hacíamos el programa. Nosotras al aire no sabíamos quién era, pero luego, cuando salimos, nos encontramos con el Enano y Abel en ese problema y nos explicaron que era el comisario”.
Igualmente, la integrante de la Rockola reconoció: “Hacíamos otras cosas maliciosas, como por ejemplo que la gente vote para elegir al Careta del Año. Eran votos con nombre y apellido, los cuales iban modificando el ranking. Nosotras nos cagábamos de risa todo el tiempo de eso, de gente que cruzábamos todo el tiempo cuando íbamos a bailar por ejemplo. Algunos no los queríamos y queríamos que ganaran. Buscamos incluso un auspicio para eso, no para hacer un mango, solo para hacer radio y en este caso para darle un premio al Careta del Año de 1988. Recuerdo que conseguimos de la mejor pilchería de ese momento, una remera de la marca que se usaba en este entonces. Al que ganó, obviamente lo aplaudimos y todo, pero nunca vino a buscar el premio, ja ja”.
Ante la repregunta de ANTI, Marcela, conocedora del rubro, detalló: “Efectivamente el comercio de moda era Bumerang (Karina dice Buenas Ondas, pero no ja ja) y la remera era Surf Pacific. Ese premio me lo quedé yo, incluso la usé, y estuvo dando vuelta en casa hasta los 90 y pico. Nosotras queríamos que ganara una chica. Teníamos un poco de pica con ella y queríamos que sea la Careta del Año, pero salió en el segundo lugar, porque le ganó Agustín Plorutti, al cual conocíamos y saludábamos, pero nunca fue a buscar la remera, ja ja. Igualmente, en la votación posta, el ganador fue Jorge Bonavita, pero como trabajaba con nosotras en FM Chascomús, hicimos trampa y terminó ganando el Chancho”.
Por último, haciendo un análisis de medios y de sociedad, la hermana menor de uno de los directores de aquel entonces opinó: “Si bien ese fue el primer programa de radio que hubo en Chascomús, de FM sacando los de la emisora, y en el mismo pasábamos música y mensajes de la gente (que fue lo que más pegó), después de tanto tiempo la radio local, en general, mucho no cambió, ya que los programas se basan en mensajes, ahora con las nuevas tecnologías, y cuestiones relacionadas con lo pueblerino. Más allá de algunas inquietudes periodísticas, la radio prácticamente sigue siendo la misma. Por otro lado, caminando por el centro descubrí que en Chascomús hay un growshop. Espero que tenga suerte, aunque hoy en día fumar marihuana no está tan mal visto como en 1988”.
Diputado vs. Senador
Volviendo al responsable de aquella apuesta, a la que con el tiempo se sumaron mayores que fueron dándole forma a la RCH actual, Tocci relató: “Para fines del 88 estábamos establecidos, luego de haber arrancado como un hobby. Igualmente, parte de la sociedad pueblerina, los medios gráficos, los sectores de la política no afines a mi viejo, la policía y el clero nos pusieron palos en la rueda. Utilizaron herramientas como la mentira, la perversidad, el descrédito. Decían que la radio irradiaba mensajes nocivos para la juventud, a través del programa Las Locotorras, que era conducido por jóvenes y para jóvenes”.
En su descargo, recordando que es hijo del recientemente fallecido ex intendente radical y en ese entonces senador Miguel Angel Tocci, el Enano continuó: “Toda esa movida de difamación que armaron provocó que el programa se hiciera famoso. Trataron de crear confusión para que el medio se cerrara y para que Las Locotorras se terminara. Un grupo de vecinos, encabezados por el diputado radical Héctor Olivera, hizo una denuncia policial en la comisaría local a cargo del comisario Luis Inchausti. Tuvimos que comernos la visita de la policía en los estudios radiales, que nos revisaran como si fuéramos delincuentes, faloperos. Nos desarmaban los cigarrillos, una cosa de locos, parecía la época de la represión. Vino el oficial de calle y hasta la brigada de investigación”.
Para terminar, saliendo del revuelo de aquel entonces, Miguel señaló: “La idea de las chicas era difundir lo que la juventud hablaba en esa época. También le daban lugar a los famosos mensajitos que los chicos dejaban en buzones. En ese entonces se usaba el quemo, el quemar a otro chico/a, y los mensajes no se filtraban, se leían tal cual estaban. Pero no por eso se hacía campaña a favor de la droga. Tenían un estilo descarado, sin etiquetas, desestructurado, con el cual los jóvenes se sentían cómodos. El programa se surtió de todo eso, y fue furor. Los jóvenes esperaban la hora, para escuchar el programa que iba a la tarde/noche. Fue el primer ciclo apuntado a la juventud que armó tremendo despelote en las estructuras sociales del pueblo”.