“Este chico no puede” dijo el profesor Malbrán –luego fundador del instituto– cuando Pepe se disponía a comenzar la secundaria, “debe hacer actividades que no le comprometan la poca visión que tiene”, dispuso en la charla con los padres hace más de 60 años. Pepe, que no es José, sino César Ismael Lacoumette, se reinventó –no hace falta una pandemia para pensar en nuevas opciones de vida– y comenzó entonces una extensa trayectoria vinculado a la música, desde los teclados, y al periodismo, a través de los micrófonos radiales. Pasen y lean, ésta es su historia.

“Nazco con el sello de la falta de visión, que con el tiempo se convirtió en ceguera. Pensemos que en la década del 60 no había demasiadas opciones y debí conformarme con terminar la escuela primaria. Después me atrajo la música, lo tomé con seriedad y formé parte de distintos conjuntos con los que conocí lugares y pisé varios escenarios. En una presentación con el grupo Costumbres en Dolores, organizada por la vieja radio de aquella ciudad, hice una amistad importante y pasé a formar parte de la emisora. Les comenté de mi fanatismo desde chico, con la escoba como micrófono y me abrieron las puertas, tenía 26 años”, cuenta Pepe en el comienzo de la charla en su casa de la calle Libres del Sur.

“La música y la radio, un eslabón que no se cortó nunca” comenta desde el sofá, dos metros más allá. Curiosidades de esta pandemia, las conversaciones aún presenciales son a distancia y con un manto sanitario sobre la cara, “hay que cuidarse lo máximo posible y respetar la enfermedad”, dirá al respecto. Pepe retoma el repaso por su trayectoria artística y periodística.

Después del debut en la vieja LU 27 Radio Dolores forma una familia y regresa a sus pagos, donde además de los medios lo esperaba el negocio familiar. En la década del 80 se produce una explosión de radios y Chascomús no es la excepción, “empiezo a tener aire en mi ciudad, que era un objetivo anhelado. Hacíamos lo que nos gustaba, el periodismo, la música y, sobre todo, entre amigos” recuerda.

Radio Chascomús, El Lago, Spazio, Amistad y la lista sigue… 40 años al frente de un micrófono: “Recuerdo el último homenaje a Mercedes Aldalur –hacedora del Museo Pampeano– o María Josefa `Pepita´ Zuloaga, primera farmacéutica de Chascomús, eventos que me marcaron a fuego. Con Juan Manuel Vian en Cultura, durante el gobierno de Carlos Garbizu, también generamos varias cosas”.

No faltó el deporte, “es lindo disfrutar de la actividad, de tirar 200, 300 metros de cable para hilvanar una comunicación telefónica y poder transmitir fútbol en General Belgrano. Inimaginable ahora con tanta tecnología” agrega con un dejo de nostalgia, a la vez que rememora salidas para retratar otra de sus pasiones, el automovilismo: “En 1976 pude transmitir el Gran Premio del Sur en Dolores, donde corría mucha gente conocida, ídolos de mi época, nos subimos a un avión y salimos desde el aire como las grandes empresas, anécdotas muy lindas, pero sobre todo el capital humano, fuimos unos bohemios de la música y de la comunicación, no hicimos plata pero sí un montón de amigos”.

Respecto de los géneros radiofónicos Pepe destaca los magazines, “buena información y mesura periodística. Me gusta brindar la info de mi tierra y los alrededores, del resto de Argentina y del mundo se encargan los grandes medios, no vamos a inventar nada ni poder competir, pero lo que concierne a nuestra gente es importantísimo” explica y cita, particularmente, Compartiendo un estilo, ciclo que arrancaba a las 9 de la mañana y “el teléfono se ponía al rojo vivo por que querían saber esto y lo otro”. Con el paso del tiempo el dial se nutrió de otras radios y apareció la televisión, Pepe también opina: “En algunos casos se desvirtuó la buena información, no siempre está lo que busca el oyente, que es data concisa, veraz, análisis, pero bueno, son otros tiempos”.

A esta fórmula periodística le llegó el reconocimiento en los años 1998 y 2000, cuando el entrevistado fue premiado con el Caduceo, premio que entrega el Consejo Profesional de Ciencias Económicas desde 1992 a profesionales de la comunicación de la provincia. En la primera instancia recibió mención al igual que Omar Moreno Palacios y Antonio Carrizo, “todos recibíamos el mismo regalo, un hermoso plato, eso era lo bueno. Dos años después repito en la categoría programa de mejor inserción comunitaria”, repasa.

Por otro lado, la carrera artística la empezó a los 16 años, con las primeras presentaciones en público de la mano del Cuarteto Chascomús, después Grupo Chascomús –debido a la llegada de nuevos integrantes–, Costumbres y Penumbras. “En Costumbres fue donde me sentí más cómodo musicalmente hablando, quizá nos faltó grabar, en esa época era difícil. En el año 2002 nos juntamos para tocar en el Teatro Brazzola, pero con 52 años consideré que no era el momento de seguir, soy respetuoso de los tiempos, la ola tiene su cresta y mantenerse es difícil porque te vienen empujando de atrás, con nuevas ideas. Clásica chanza de Cacho Iseas, era el momento de agarrar la pala” expresa, entre risas.

Cuando tenía tu edad

En su ciudad natal Pepe se casó con Stella Maris y tuvo tres hijos: María Ángeles, Carlos Alberto y Gastón. Es un enamorado de Chascomús y disfruta mucho la laguna, pero como le pasa a muchos añora otras épocas y critica la vorágine del pueblo actual: “Me tocó vivir en un lugar tranquilo, en paz, de guitarreadas por la noche. El boliche de Pepe Arenaza, donde se cultivaba el folclore de una manera hermosa, con presentaciones de muy buenos artistas. O la pizzería de Don Pepe, impagable. La actualidad es otra, el ritmo cambió, muchos habitantes, era impensable tener gente de Capital Federal viviendo acá o paseando masivamente los fines de semana. Los nostálgicos estamos un poco avasallados, pero entendemos que son las cosas de la vida” opina y hace muecas.

Hasta los 43 años, con dificultades, Pepe pudo ver y trabajar en el negocio familiar, la clásica Casa Lacoumette de la calle Libres del Sur. A partir de entonces debió cambiar de rubro y fue telefonista durante 15 años, en el turno noche de una empresa de salud. Los días transcurrían entre la música, el periodismo y las llamadas.

A la hora de hacer balances, “aprendí a tomar las cosas como vienen” dice y destaca las personalidades de aquellas lejanas décadas del 80 y 90, “linda etapa, pude hacer lo que quise, tanto en la música como en la radio, tocar con Rubén Lucastegui, Ricardo Arce, Ricardo Calderón, Jorge Aprile, Ricardo Sanucci, Carlos Ozaeta, Hugo y Oscar Bertarini, una cantidad y calidad de gente bárbara. Es lo que se lleva uno, en la actualidad quizá te encontrás en la calle, charlás, te das un abrazo entre lágrimas y cada uno sigue en su andar cotidiano”.

“Toda la vida traté de reírme de mi mismo, sino es muy difícil”

“Siempre sostuve que la vista era indispensable para disfrutar lo hermoso de la naturaleza, no quería perderme la laguna, el parque y llegar a conocer el país. Tuve momentos buenos con la música y pude viajar todavía viendo, pero en la actualidad no vale la pena, nadie te lo va a contar tal cual es, eso da algo de bronca. Quizá en el final del camino encuentre una explicación” reflexiona Pepe sobre su ceguera en la continuidad de la conversación.

Además de pasear por Argentina, para el músico y periodista, conducir un auto de carrera es otra actividad pendiente que acepta “a veces con enojo, si dijera que no sería un hipócrita”. No obstante, cuenta que “haciendo algún que otro truco pude acompañar como copiloto a distintos trasnochados, cuando veía por supuesto. Me gustaría repetir esa experiencia. Y si me pongo pretensioso vamos para el sur, Ushuaia, El Calafate, por cosas que me cuentan es mi lugar. En fin, hay aceptarlo, hay cosas que no se pueden revertir”.

A pesar de las opciones tecnológicas, “soy de la era de la cinta y para eso tengo mi viejo grabador, que funciona excelente”, dice en cuanto a su manera de comunicarse. “En mi época tampoco era común el braille y no lo aprendí. Sé que hay facilidades con internet, las valoro, pero no soy fanático. Igual que con los instrumentos, me encanta la guitarra, pero tampoco la toco” agrega. Los libros de la biblioteca parlante de La Plata y las películas con diálogos claros son otros de sus pasatiempos, “me pierdo algunas cosas, pausas o silencios que no entiendo y tengo que preguntar, pero se puede, hay que adaptarse”.

“Toda la vida traté de reírme de mi mismo, sino es muy difícil. En el año 74 estábamos en Montevideo para salir a tocar, trabajábamos con una cantante y me senté en el auto convencido de que iba en el asiento delantero, recuerdo que pregunté si molestaba para pasar los cambios y empezaron las cargadas, anécdotas de este tipo tengo miles”, evoca Pepe en el cierre de la entrevista.

El año pasado se alejó de la radio. Actualmente evalúa costos y formas de comunicar por internet desde la comodidad de su casa. En la cruzada lo acompaña su hijo Gastón, colaborador permanente en buena parte de la carrera frente al micrófono. Han pasado 70 años, formó familia, encabezó infinitos programas de radio y otros tantos shows musicales. La conclusión es sencilla en esta tarde, cada vez más lluviosa, Pepe, este hombre sentado en el sofá, definitivamente pudo.