Como todos los años, la semana que viene reviviremos la sucesión de anuncios de los premios Nobel, una tradición que viene cumpliéndose desde 1901 En todo este tiempo, se otorgaron 597 veces a 950 personas y organizaciones. Por supuesto, ya empezó el runrún de los candidatos con más posibilidades.
La jovencísima Greta Thunberg suena para el de la Paz, que será otorgado el próximo viernes. Otros favoritos para esta categoría son la organización Reporteros sin Fronteras y, según algunos pronósticos, la Organización Mundial de la Salud.
Este año en el que la ciencia y la investigación ocuparon el centro de la escena, se descuenta que el coronavirus habrá ejercido cierta influencia en los jurados, pero en principio no es de esperar que se otorguen distinciones directamente vinculadas con el tema. Ya se sabe que los hallazgos requieren años de «estacionamiento» para ser considerados merecedores de alzarse con el lauro.
Los de medicina, física y química se otorgarán los próximos lunes, martes y miércoles, respectivamente. Anteayer, docentes e investigadores del Departamento de Física de la UBA jugaron a hacer sus apuestas (o a presentar sus candidatos) en ocho temas de esta disciplina.
Veamos. Hernán Grecco, director del departamento, propuso a John Pendry y Nader Engheta, por sus contribuciones al desarrollo de «metamateriales»; es decir, los que presentan diferentes propiedades ópticas por cambios de su estructura en la nanoescala. Y a Ursula Keller, una de las primeras mujeres en graduarse en la Escuela Politécnica de Suiza, es la creadora de uno de los dispositivos de medición del tiempo más precisos del mundo, que puede registrar intervalos de hasta la billonésima parte de una billonésima de segundo.
La cosmóloga Cecilia Scannapieco nominó al argentino Julio Navarro (nacido en Santiago del Estero, pero que hace muchos años trabaja en Canadá), y a Carlos Frenk y Simon White, por sus estudios que explican cómo el universo llegó a ser como es en las escalas más grandes que conocemos mediante simulaciones que integran la materia oscura y las leyes físicas.
Gabo Mindlin, especialista en sistemas dinámicos y ampliamente conocido por sus estudios en el canto de las aves, propuso a Albert J. Libchaber («un intelectual de la vieja escuela»), por haber logrado la primera validación experimental del «caos determinista» (la propiedad que hace que aun en el marco de reglas deterministas muy sencillas sea imposible hacer predicciones), una contribución fundamental en el estudio de las propiedades de la materia. Sofía Angriman, que estudia la física atmosférica, a James Hansen, un pionero que cuantificó el impacto del dióxido de carbono en el clima. En 1981 postuló que el calentamiento global era un fenómeno consistente con esas mediciones. Diego Wisniacky, especialista en estados cuánticos, propuso a Michael Berry, autor de más de 500 trabajos y «padre del caos cuántico» (la relación entre la mecánica cuántica y el caos clásico). Laura Morales, investigadora en fluidos y plasmas, eligió a Eugene Parker, por sus predicciones sobre la existencia del viento solar y su modelo de calentamiento coronal. Javier Tiffenberg, especialista en materia oscura, a David Deutsch, Charles Bennett y Peter Shor por sus avances en computación cuántica; y Gabriela Pasquini, física estadística, a Lev Pitaevskii, y a Eduardo Fradkin (argentino, residente en los Estados Unidos) y Steven Kivelson, por sus hallazgos en superconductividad.
Esta vez, los elegidos no podrán disfrutar del viaje a Estocolmo: la ceremonia de diciembre fue cancelada por la pandemia y reemplazada por un programa televisivo que mostrará a los laureados en sus lugares de trabajo. Pero sean quienes sean los ganadores, durante esos días podremos asombrarnos frente a algunos de los avances más fascinantes y maravillosos de la ciencia actual.
Por Nora Bär. Periodista científica, editora y columnista
Fuente: La Nación