Por pedido de una hija que quiere abrazar a su mamá, el joven inventor chascomunense Martín Morilla desarrolló un sistema que permite cumplir con este ritual prohibido por las circunstancias inéditas y riesgosas que se viven con la necesidad de precauciones y la esperanza de la vacuna.
Dicen que muchas veces no se valora algo, hasta que se lo pierde. Y a nivel afectivo, como todo, tal axioma popular parece potenciarse.
Tras más de cinco meses de las consecuentes medidas tomadas ante la pandemia de COVID-19, ya sea el aislamiento primero y el distanciamiento luego, las demostraciones de afectos entre seres queridos no son la excepción a esta regla no escrita, al punto que no son pocos los que darían todo por un abrazo.
En función de esta triste realidad de cuarentena obligada por el coronavirus, un vecino chascomunense, inventor por naturaleza, decidió generar un alivio para aquellos que son población de riesgo, como para sus familiares y amigos.
Se trata de Martín Morilla, que meses atrás desarrolló un respirador mecánico casero, y ahora, ante pedido de un amigo, se las ingenió para generar un sistema a través del cual seres queridos puedan cumplir con el ritual prohibido por las circunstancias inéditas y riesgosas que se viven con la necesidad de precauciones y la esperanza de la vacuna.
“Me llamó una señora, que tiene a su madre en un geriátrico y obvio que no la puede ir a saludar por todo este tema. Me pidió si le podía hacer algo, ver qué se me ocurría. Me mandó una foto de algo que habían hecho en Lezama, con un nylon que se veían entremedio”, comenzó a relatar Martín ante consulta de ANTI.
“Se me ocurrió hacer algo con guantes que se utilizan para hacer tacto a las vacas. Son guantes fuertes y largos. Tomé las medidas de dónde lo quería usar, para determinar un marquito, que ponés entremedio de una puerta, quedando separados por este sistema, pero con la posibilidad de abrazarse estando protegidos”, siguió.
“El desarrollo es muy sencillo. Es con un cristal, un nylon que se llama cristal, que es para que se vea bien, al punto que parece que es un vidrio. Más esas mangas que se cambian por persona que vaya o bien las podés desinfectar”, detalló Morilla.
“Creo que está bueno porque existe el tacto. No es lo mismo hablar con alguien, que poderlo tocar, acariciar, aunque sea por intermedio de un nylon, del guante”, sostuvo Martín, que finalmente añadió que ya le solicitaron el sistema e incluso lo utilizará en su familia.
“Un amigo que tiene un geriátrico ya me pidió que se lo desarrolle y haré lo propio para mi casa, para mi familia, para ir a saludar a mi abuela, que la veo pero de lejos”, terminó el joven inventor chascomunense.