Chascomús ganó notoriedad a fines de los 60 y comienzos de los 70 por su relación con los OVNIS, tratándose siempre de un fraude. No obstante, el episodio de 1968, el Caso Vidal, tuvo un trasfondo cinematográfico, al punto que tomó más notoriedad que su razón de ser, la promoción de un film, incluso involucrando operaciones de prensa de los servicios de inteligencia del Ejercito, a través de medios como el diario La Razón y el programa de TV de Pipo Mancera, y un personaje real que tuvo que salir a desmentir todo, sin demasiado éxito, como Martín Rapallini, hoy empresario y padre del intendente de Maipú.
Antes de la convocatoria para ver el descenso de 50 platos voladores en la laguna de Chascomús el 25 de agosto de 1973, cuando vecinos y turistas colmaron la Asociación Pesca y Náutica para presenciar la escena anunciada por Francisco García, el marciano por parte de madre, amplificada por los medios de comunicación, entre ellos Telenoche a través del periodista Víctor Sueiro, la ciudad del pejerrey, de la medialuna, de los atardeceres y del por entonces futuro presidente, también tomó notoriedad por otra noticia transformada en leyenda urbana que terminó siendo una operación de prensa, para promocionar una película sobre ovnis.
Consultado por ANTI, Alejandro Agostinelli, periodista especializado en creencias contemporáneas, autor del libro INVASORES. HISTORIAS REALES DE EXTRATERRESTRES EN LA ARGENTINA (Ed. Sudamericana, 2009) y editor de FactorElBlog.com, dio detalles de lo sucedido a fines de los 60, más precisamente en junio de 1968, cuando la familia Vidal, que viajaba de Chascomús a Maipú, fue supuestamente teletransportada a México DF.
De manera irresponsable o más bien cómplice, los grandes medios de Buenos Aires vendieron la noticia que, en definitiva, promovió a una de las primeras películas de ciencia ficción nacionales, CHE OVNI, dirigida por Aníbal Enrique Uset, quien diez años después volvería a la ciudad de la laguna para filmar UN IDILIO DE ESTACIÓN.
“El caso Vidal fue un engaño, una falsificación donde los protagonistas tenían nombres y apellidos inventados. La noticia tuvo mucha difusión, al punto que en los ochenta siempre había alguien que afirmaba haber conocido o conocer a los Vidal. Si estabas en el tema, era común conocer, tarde o temprano, alguna persona que supuestamente los había tratado. El caso devino en leyenda urbana; la gente te lo contaba con la convicción de lo vivido, aunque después, al indagar, ese relato se deshiciera. Eso pasaba cuando tratábamos de seguir la cadena del rumor. Fue un fraude que atravesó fronteras, ya que tuvo réplicas en otros países”, comentó el investigador.
Seguidamente, Agostinelli aseguró: “La ficha cayó cuando entrevisté a Uset, quien era consciente del fraude, pero que enseguida explicó que la historia no fue armada por él. Era un poco humillante para el director que el caso Vidal hubiese sido más popular que su película, CHE OVNI. Antes de entrevistarlo, Alejandro Chionetti, el primer investigador que advirtió la conexión, me avisó que no iba a ser fácil hacerlo hablar del tema. De modo que lo abordé con un pretexto, fui a verlo con la presunta intención de hacer una película. Luego de estudiarme, al cabo de un par de reuniones, aflojó, me dio todos los detalles y me habilitó para publicar la historia, que finalmente salió en mi libro INVASORES”.
Operación mediática
En la continuidad de la charla, el periodista detalló: “A Uset le costó recordar el nombre de la agencia de prensa que había difundido el caso Vidal. Se trataba de Saporiti, una cueva de servicios. Por eso tuvieron un papel fundamental La Razón, que entonces era el diario de los servicios de inteligencia del Ejército, y el diario El Atlántico de Mar del Plata. Curiosamente, Clarín fue el único diario que publicó la desmentida en un recuadrito, luego de hablar con el Consulado en México, donde le dijeron que todo era un cuento”.
La presunta abducción tuvo amplia repercusión en el programa de TV más popular de la época, Sábados Circulares de Pipo Mancera, donde el conductor entrevistó al supuesto sobrino de los Vidal, que no era otro que un joven e ignoto Juan Alberto Mateyko, quien además fue parte de la película. “Lo más retorcido lo hizo La Razón”, enfatizó Agostinelli: “La única persona real en el Caso Vidal resultó ser Martin Rapallini, padre del actual intendente de Maipú. Inmediatamente quiso sacarse de encima ese montaje y dio una conferencia de prensa. Si bien a ese encuentro concurrieron varios medios, la noticia no salió porque al otro día mataron a alguien importante, un evento muy mediático que tapó todo. La Razón relativizó el testimonio de Rapallini dando a entender que él era parte de una conspiración que pretendía encubrir lo sucedido. Un disparate total”.
Película del marciano por parte de madre
El investigador tiene dos entrevistas pendientes con figuras vinculadas con la política, el propio Rapallini y Javier Alfonsín, en el último caso porque el hijo del luego presidente de la Nación aparece en la única foto que se tomó de Francisco García aquel invierno de 1973 en el Club de Pesca y Náutica.
“Lo sucedido aquella vez en Chascomús es un hito en la historia de la televisión, pero no forma parte del mainstream porque no quedó documentado de manera audiovisual, no hay fílmico. En su momento, Sueiro me comentó que tenía las cintas y me las iba a mostrar, pero falleció antes de poder cumplir con su palabra. No pierdo las esperanzas de recuperar ese material”, aseveró Agostinelli, que tiene el proyecto de filmar una ficción basada en el caso de Francisco García, que dirigirá el realizador Leandro Bartoletti.
Por último, yendo a la responsabilidad de los medios de comunicación en este episodio, y recordando que a Sueiro casi le dan vuelta el auto cuando no apareció un solo plato volador, el periodista remarcó: “Los medios son los creadores, los artífices de este tipo de acontecimientos. Pero en esa época estos temas eran parte de la cultura, no eran cuestiones mal vistas. A fines de los 60 hubo muchos casos de avistamiento de ovnis; estaba el Proyecto Apolo, y estaban en boga los misterios del espacio. Fue una época de chifladuras, inocencia y esperanza…”.