Aparece un hecho que me interesa analizar, porque como un “déjà vu” (es el fenómeno de tener la fuerte sensación de que un evento o experiencia que se vive en la actualidad se ha experimentado en el pasado), lo encuentro replicándose en diferentes latitudes, y no únicamente de nuestro país, sino del mundo.

Me refiero a la estigmatización y la discriminación ante los primeros casos de positivo para covid-19 en vecinos/as de un pueblo (donde nos conocemos todos y todas, y no existe el anonimato de la ciudad grande). Asimismo, el alerta por la cercanía de quien trabaja en la atención de la salud, otrora reconocido como “héroe”, es individualizado ahora como “peligroso” por la posibilidad de contagio. Rechazado y/o discriminado por sus vecinos también.

Desde el psicoanálisis podemos pensar que en esta situación de incertidumbre que se nos presenta en la actualidad con la pandemia, el virus que aparece como un “enemigo invisible” (denominación trillada pero no menos exacta para definirlo), nos deja un alto montaje de angustia.

Entendiendo que la “angustia” por definición no posee un objeto sobre el cual pueda ubicarse, encuentra su primera localización, en aquellas personas -“chivos expiatorios”- acusados culpables y/o responsables de la propagación. Así la angustia comienza a tramitarse, mutando, tomando la forma de otros sentimientos: miedo, rechazo, e incluso, asco.

Aunque resulta lamentable escribirlo y/o pensarlo, es esto lo que ha generado la falta de certezas y la angustia en estos tiempos de pandemia en muchos sujetos que, detrás de la pantalla de celular o la computadora, señalan, insultan, hostigan a aquellos otros que les tocó y no eligieron enfermarse; generando un daño en ellos como en sus familiares y amigos, más grande aun (en algunos casos) que el propio virus.

Tal cosa, sucedió con los leprosos en la edad media, que fueron vapuleados, estigmatizados, a los que obligaban llamarse a sí mismos “inmundos”, y llevar un cencerro a modo de que todos supieran que se aproximaban. Como dice el pensador de Slavoj Žižek (“Pandemia. La covid-19 estremece al mundo”, ebook. Ed. Anagrama), retomando a Hegel, “lo único que podemos aprender de la historia es que no aprendemos nada de la historia, así que dudo que la epidemia nos haga más sabios”.

Es necesario, para indagar estos fenómenos que encontramos, relevar el trabajo que realizan los medios de comunicación en pos de vender, denominado por estos días como “infodemia”. Influyendo de manera directa en aquellos que, aislados, sin poder salir a trabajar, e inmiscuidos en una rutina hogareña, retroalimentan estas conductas éticamente deleznables, sacan a relucir las peores miserias subjetivas que pulsan por la autoconservación, en un “sálvese quien pueda”, como un intento de alejar la muerte.

Lo indecible de la muerte ahora se asocia a algo no menos inespecífico con este virus, por tanto, aparece esta necesidad de poner palabras, en muchos casos tomadas de los medios de comunicación que cumplen su función en una sociedad que ya está conformada de ésta manera.

Una sociedad que está fragmentada o que basa sus principios, no en la solidaridad, sino en un pensamiento individualista, no colectivo, propio de la cultura capitalista, es el escenario ideal para que coexistan subjetividades en las que “prenden” estas noticias o cadenas en redes sociales: desde la locura por comprar el alcohol en gel, o el desabastecimiento en supermercados; la foto escrache de una persona como la primera infectada por covid-19 en un pueblo, o la fake news (noticia falsa) reiterada en portales de que alguien llegó del exterior y rompió la cuarentena paseando por los comercios, o el rechazo hacia un vecino trabajador de la salud que toque la baranda del edificio de un condominio.

Estas formas de comunicación que proliferan en este nuevo escenario que se nos presenta, tienen relación con esto que somos, y se potencian ante la posibilidad de una crisis. Cada uno puede elegir qué escuchar y qué replicar.

Es frente a la crisis donde podemos elegir cambiar, social y/o subjetivamente, preguntarnos qué opciones tenemos para “ser” con otros, para resurgir luego de esta pandemia, resilientes y socialmente evolucionados.

Violeta Cabrera. Lic. En Psicología – Psicoanalista