Por Andrés Crampton

Desde mi pequeña cueva me dediqué a observar las actitudes y los roles de las hormigas. Seres completamente fascinantes que, en teoría, trabajan para el bien de toda la colonia. Después de observar tanto tiempo me he dado cuenta que la realidad es completamente distinta. ¿A qué me refiero con esto? Bueno, de alguna forma la hermandad entre hormigas existe, pero hay algo en la misma naturaleza de su comportamiento que hace imposible que esta colonia pueda unificarse. No sé cuándo, pero sí cómo, bajo desalentadoras circunstancias, la misma se dividió.

Para comenzar, lo primero que hace falta aclarar es que la división de la comunidad de hormigas no tuvo que ver con la intervención de otras especies, uno podría sospechar que semejante desastre sólo podría haberlo causado un oso hormiguero. También sería lógico atribuir la causa de esta desgracia a una fuerte tormenta, pero la madre tierra nunca hubiera querido hacer tanto daño a una especie que, aunque destructiva, tiene el mismo derecho de vivir que otros seres vivos.

La causa de este mal fue un grupo reducido de hormigas que, si bien eran muy parecidas a todas las demás, las destacaba su capacidad para influenciar a sus compañeras. Éstas dedicaron todos sus esfuerzos y recursos para acercar una gran cantidad de seguidoras a través del discurso de segregación. ¿Qué significa esto? Significa que en sus discursos se enfocaban negativamente en las diferencias entre sus hermanas. Para mencionar un ejemplo, podemos observar cómo las hormigas coloradas se distanciaron del resto de sus hermanas negras bajo la excusa de que robaban las reservas de comida para el invierno.

Esta información nunca pudo ser comprobada, pero las hormigas coloradas con más influencia lo predicaron con tal fuerza que, prácticamente sin esfuerzo, separaron la colonia y promovieron el odio entre un sector y el otro. Este proceso se profundiza cada vez más y parece estar lejos de terminarse. En la actualidad podemos ver cómo las hormigas más grandes se burlan y maltratan a las hormigas pequeñas, también cómo las hormigas voladoras se alejan espantadas ante la presencia de una hormiga terrestre, juzgando y esparciendo cada vez más los prejuicios, llevando heterogeneidad a lo que supuestamente debería ser una colectividad que trabaja para que todas puedan acceder a una vida mejor.

Por otro lado, las autoras de tal destrucción, se alimentan del poder que les otorga la influencia, ya casi no necesitan esparcir su mensaje, sus seguidoras lo hacen por ellas. Han creado un sistema de prejuicios que, además de separar a la colonia, concentró su poder en figuras individuales que no tienen ni la más mínima intención de velar por sus hermanas.

Igualmente, en medio de este devastador escenario, hay un pequeño rayo de esperanza. Hormigas solitarias de distintas colonias se están contactando, colaboran entre ellas, forman pequeñas sociedades que por fuera de todo prejuicio comparten el conocimiento, liberan sus mentes y ayudan a ver más allá de la individualidad. Hoy son pocas las que se atreven a compartir sus experiencias, pero tal como el odio se expandió por estas tierras, la tolerancia también puede hacerlo y lentamente tomar el lugar que antes ocupaba la segregación en el discurso de la comunidad.

Ustedes quizá dirán que soy una hormiga muy ilusa, pero creo que el reino de la individualidad va a terminar pronto. Las diferencias van a seguir estando, pero las figuras poderosas van a caer. Es natural, nada dura para siempre, ni siquiera la naturaleza de las hormigas.