Luego de 78 años, la única tintorería de Chascomús, Tokio, de la familia Higa, cerró sus persianas y una vecina de la ciudad expresó su sentir, el de muchos seguramente, ante el fin de esta historia.
La persiana muy despacio bajaron los dos hermanos, dando lugar al vacío. Los olores de las naftas escaparon por rendijas, las perchas ya sin sus ropas se sintieron desprovistas. Para los mostradores sin ganas, la tristeza no fue oculta. Los alfileres en cajas se tomaron de las manos, sus cabezas pequeñitas se recostaron despacio, y sin apuro y con tristeza en sueño se relajaron. El momento había llegado y el retiro comenzado.
El Tokio, mojón del pueblo, ha cerrado ya sus puertas, sus habitantes ancianos fueron sus clientes más fieles, en épocas en que las telas no tenían tanto nylon, las que necesitaban de abrazos de esas planchas que eran anchas, que caían sobre arrugas hasta dejarlas deshechas. Los vestidos y sus manchas allí tenían revancha, recobrando su fulgor con solvente que desmancha.
Novias, doctores , abogados , quinceañeras, empresarios, ciudadanos de terruño, todos lo visitaban con boleta y sin acomodos, en búsqueda de limpiezas, desmanchados y planchados.
Fueron primero los padres con su hablar particular y le siguieron sus hijos que tarea continuaron. Y pasaron muchos años y ellos también crecieron. Llegó el día del descanso y el comercio hoy cerraron. El Tokio tintorería ya no existe en Chascomús, deja un espacio muy grande en el alma de este pueblo que con ojos empañados hoy expresa despedida dándole su triste adiós .