Como profesora de química y biología, mis áreas están estrechamente relacionadas con temas ambientales. Desde hace un tiempo, baso mi trabajo en el aula mediante el uso de proyectos, conocidos como ABP (APRENDIZAJE BASADO EN PROYECTOS/PREGUNTAS).

Las clases tradicionales, como las conocemos, ya no despiertan la curiosidad ni son eficaces en la apropiación de contenidos. En mi caso personal, notaba el desgano en mis clases, y no observaba que fueran recibidos e implementados los contenidos.

Por eso, desde hace tiempo trabajamos en proyectos que enlazan contenidos de mis materias con tratar de encontrar posibles soluciones a problemas medioambientales. Es así como pudimos realizar Eco-pinturas, Jabones a partir de aceite usado, Desecador de frutas, Cristalografia, etc.

En el último proyecto que pudimos realizar sobre concientización en cuanto a los efectos del consumo de cigarro, surgió la problemática de la contaminación por colillas, tanto de agua como de suelo y mediante la colaboración de distintas entidades (empresas, municipio, institutos de investigación) logramos encontrar una solución 100% amigable con el ambiente, mediante la degradación con hongos. Se lograron conocimientos biotecnológicos, ambientales, empresariales, comunicacionales, informáticos etc.

Este proyecto escolar, por ejemplo, fue ganador de dos premios internacionales como el Premio “Latinoamérica Verde” (que nos nominó dentro de los 500 mejores proyectos socio ambientales de Latinoamérica) y el Premio de Microsoft “Microsoft innovative Educator Expert” (16 Mejores de Latinoamérica).

En un primer momento, la reacción de los alumnos es “no podemos, profe” pero cuándo van tomando confianza, ellos son los que generan grandes ideas, los que, aunque se les presente una propuesta, cambian completamente la idea, o la modifican y generan grandes proyectos.

Los jóvenes son fervientes defensores del medio ambiente, tienen otra información ya desde pequeños, desde jardín se van mostrando distintas problemáticas ambientales.

Una vez que se ponen la “camiseta” del proyecto son imparables, quieren ser reconocidos y están orgullosos de sus logros. Mejora la comunicación, la confianza en ellos mismos, ocupan los roles en donde se sienten más cómodos, y van enlazando sus proyectos con distintas asignaturas, pidiendo ayuda a los demás profes.

Considero que las distintas instituciones de cada municipio deberían apoyar proyectos escolares. No estamos hablando de un premio, sino de una interacción comunidad-escuela, en donde se trabaje codo a codo. Ya los estudiantes no son vistos como sujetos pasivos, sino como los que aportan las posibles soluciones a problemáticas medioambientales. Es nuestra responsabilidad como docentes ayudarlos generando estos vínculos o puentes.

La realidad de muchos jóvenes es la dificultad en la inserción al mundo laboral, es muy importante que estos proyectos no solo le den herramientas desde los contenidos, sino también una posible salida laboral, contenidos dentro de su propia comunidad.

También tenemos los profesores muchos eventos nacionales e internacionales, en donde tenemos que incentivar a la participación de los estudiantes, esto da la posibilidad de tener una mirada mucho más amplia sobre las problemáticas y posibles soluciones a nivel mundial. Estos eventos nos dan una difusión mayor.

*Adriana Maurente es profesora de química y biología. A través de proyectos que nacen en el aula involucra activamente a sus alumnos en la defensa del medio ambiente.