En octubre se cumplen 14 años de la implementación de la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (Ley N° 26.150) que inaugura un nuevo camino en materia de política educativa. A partir de su creación, todos los niños, las niñas y las y los jóvenes que forman parte del sistema educativo de todo el país “tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada”. En este artículo, a partir de las voces de docentes, directivos y psicopedagogas, ANTI repasa cuáles son los logros y los pendientes de una ley que llegó para transformar.

La educación sexual integral se trabajaba en las escuelas desde el retorno de la democracia. En aquellos años, la tarea era mayormente de sensibilización acerca de que hablar de sexualidad significaba más que hablar de sexo y genitalidad, y que esto implicaba abordar diferentes dimensiones: lo biológico, lo social, las relaciones y el afecto, la necesidad de incluir a las niñas y los niños juntos en las charlas, etcétera; el énfasis estaba puesto en evitar la mirada biologicista que versaba únicamente sobre el aparato reproductor. Eran tiempos donde las y los docentes, en su mayoría de los equipos de orientación escolar y en articulación con salud, habilitaban espacios para los y las estudiantes bajo la modalidad del taller, donde se instalaba el buzón de dudas y se tomaban los temas para  conversar sobre las demandas que aparecían allí. La participación solo se producía si sus familias lo autorizaban.

En 2006, la aprobación de la Ley a nivel nacional se produce para garantizar el derecho a recibir Educación Sexual Integral (ESI), entendiéndose por tal la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos. De este modo, la ESI dejó de ser algo que dependiese de la voluntad de la escuela en hacer un taller o de la familia en autorizar o no la participación de sus hijas e hijos. La norma habilitó y comprometió al Estado como responsable de hacer cumplir este derecho y al Ministerio de Educación como la cartera encargada de la puesta en práctica de la Ley.

Dos años más tarde, en 2008, el Consejo Federal de Educación aprobó los Lineamientos Curriculares Básicos para que la Educación Sexual Integral (ESI) llegue a las aulas. Se trató de fortalecer la transversalidad de la ESI en los distintos niveles educativos y disciplinas académicas. Ese mismo año, tal como estaba previsto en la ley, el Ministerio de Educación de la Nación creó el Programa de Educación Sexual Integral, el cual realiza desde entonces un trabajo sostenido para implementar la norma como parte de un proceso de ampliación de los derechos humanos de los niños, las niñas, las y los adolescentes y las y los jóvenes que viven en el país.

Lía, docente de segundo grado de Educación Primaria, comparte su mirada: “Me parece extremadamente importante que exista la ley. Conocer y analizar la ley, ver sus propuestas, hace que sea imposible no nutrirse de ella y ponerla en práctica en la labor docente”. Según cuenta, ella aborda “las temáticas transversalmente; sobre todo el conocimiento, cuidado y respeto por el propio cuerpo y el ajeno, así como la aceptación y el respeto por la diversidad, en todas sus formas, de gustos, de familias, de deseos, de percepciones y de opiniones”. A su entender, “es interesante trabajar textos literarios que hagan reflexionar, juegos que permitan crear un clima de confianza para poder expresar sentimientos, sensaciones y vivencias”.

En su caso, destaca el rol proactivo de los alumnos, “tienen todo incorporado y muchas veces te hacen reflexionar. Si no tuvieras ganas o no estás del todo al tanto de la ley te obligan a tener que trabajarla”.

La de Lía es una de las buenas experiencias, pero en otros docentes e instituciones prevalece la resistencia. En el trabajo “La ESI en la Argentina. Balances y desafíos de la implementación de la ley (2008-2015)” se describen cuatro tipos de dificultades: de tipo operativo, es decir que “quita tiempo” para dar los contenidos específicos; de índole moral, vinculadas a la objeción frente a los contenidos y enfoques que se proponen como parte de la ESI; resistencias por temor a la opinión de las familias; y las resistencias de las y los docentes por no considerarse competentes para abordar la transversalidad que propone la norma.

Esta última dificultad vivencia Carlos, director de una escuela pública local del nivel primario, quien manifiesta que “aun cuesta que se integren al proyecto los docentes de las diferentes modalidades. Ellos generalmente sostienen una posición de que toda la responsabilidad, en ese aspecto, es del docente a cargo del año y del equipo de orientación escolar”.

No obstante, valora la importancia de la implementación de la ley: “Es fundamental, constituye una oportunidad para la escuela, en articulación con otros actores, de fortalecer la búsqueda de respuestas eficaces a situaciones que puedan surgir de vulneración de derechos (violencia, abuso y maltrato de niñas y niños, por ejemplo), como así también generar un espacio pensado para respetar la diversidad y el rechazo de toda forma de discriminación”.

En palabras de Claudia, psicopedagoga, “hay todo otro conjunto de concepciones que sostienen los grupos que, desde siempre, se oponen a la vigencia de la ley: el planteo de la abstinencia como único método de prevención de embarazos; las posiciones que no aceptan otro modo de vivir la sexualidad que no sea la heterosexual; el valor de promover la unión religiosa -matrimonio- como valor esencial; las posiciones vinculadas a que las niñas víctimas de abuso sexual que quedan embarazadas deban continuar inevitablemente con la gestación; etcétera”. Claros ejemplos de resistencias de índole moral.

ESI, una herramienta transformadora

Los ejes principales de la ESI son el ejercicio de los derechos, el respeto por la diversidad, el cuidado del cuerpo, la equidad de género y la valoración de la afectividad. Plantea ampliar la información sobre aspectos biológicos, psicológicos, éticos, jurídicos y pedagógicos en relación a la sexualidad de los niños, las niñas y los adolescentes, y de esa forma garantizar la maduración afectiva, comprendiendo y respetando sus elecciones. Además, compromete el trabajo articulado con las familias.

Sin embargo, algunos informes en torno a la implementación de la ESI dan cuenta de que aún hoy el área de Ciencias Naturales es la que muestra mayor inclusión de contenidos de ESI y que el funcionamiento del aparato reproductivo es, todavía, el tema predilecto, por sobre otros como la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, violencia de género, aborto o respeto de la diversidad sexual.

Los siguientes cuadros describen esta realidad:

Informe del Programa Nacional de Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación de la Nación. Muestra el área principal en la que el y la docente incluye contenidos ESI en su planificación áulica.

 

Informe sobre el impacto de la Ley de Educación Sexual Integral realizado por la Fundación Huésped. Muestra las disciplinas que más contemplan en las escuelas el desarrollo de contenidos de ESI.

La ESI en todos los niveles

Quienes militan la ley destacan la importancia de contar con ESI desde el jardín de infantes, dado que las instituciones educativas son lugares de transformación para guiar, acompañar, informar, dialogar acerca de los temas que se han categorizado en el área para cada edad y que, al brindarse, se acompañan de estrategias donde los niños y las niñas sean capaces de discernir, cuidarse, cuidar del otro, conocer y ejercer sus derechos.

Eugenia, por ejemplo, es docente de nivel inicial y considera “muy importante” la implementación de la ley. Ella aborda las propuestas de manera trasversal en todas las áreas y propuestas, trabaja “desde el respeto a sí mismos y a los demás, les doy la posibilidad de expresar emociones y de manifestarse según sus pensamientos y gustos. Incluso con algunas actividades literarias invito a las familias para que reflexionen sobre la ESI y acompañen a los chicos”, cuenta en diálogo con ANTI.

En tanto, en el ámbito bonaerense, la Dirección General de Cultura y Educación organiza desde 2016 la “semana de la Educación Sexual Integral”, como estrategia para potenciar la implementación de la ley. A la vez, desarrolla capacitaciones destinadas a todos los docentes de niveles y modalidades y desarrolla el Programa Provincial de ESI para trabajar con las 25 regiones educativas, tanto en el relevamiento del impacto de implementación como para ver qué cuestiones o desafíos están pendientes de realización.

De este análisis surgen algunos aspectos sobre los que habrá que seguir trabajando: lograr la transversalización de la ESI en todas las áreas curriculares; continuar y profundizar la formación docente, así como generar un espacio curricular vinculado a la ESI en el nivel Superior (donde se cursan las carreras de formación docente); participar en las mesas barriales, que se conforman con otros organismos estatales para dar respuestas más estructurales a los problemas que afectan a los niños, las niñas y los y las jóvenes; afianzar lazos de confianza con las familias, dado que es una tarea conjunta.

“La ley es fundamental, más aun si consideramos que su sanción no ha asegurado ni por asomo su implementación. Ocurre lo mismo que con la política: hay que caer en la cuenta de que no hay un afuera de la ESI y todo es susceptible de ser abordado a partir de ella. La ley no viene a agregar sino a concebir y ver el espacio de otra forma”, cierra Daniel, profesor de Educación Secundaria.

Eugenia, Lía, Claudia, Daniel, Carlos… Nivel Inicial, Primario, Secundario, Dirección… “Fundamental”, coinciden todas y todos. Sancionada y publicada en 2006, aplíquese.

 

Para más información y acceso a materiales y lecturas:

Ministerio de Educación de la Nación: https://www.argentina.gob.ar/educacion/esi

DGCyE: https://continuemosestudiando.abc.gob.ar/

Fundación Huesped: https://www.huesped.org.ar/materiales/guias/