Desde marzo del año pasado, cuando la pandemia hizo eco de este lado del mundo, el sector de la salud transita uno de los momentos más delicados de su historia. Chascomús, con 3200 casos positivos y 50 fallecidos, no está ajeno al preocupante escenario. En este contexto, así como en otros períodos menos aturdidores, la Cooperadora del Hospital San Vicente de Paul puso una vez más el hombro, aportó trabajo desinteresado y solidario e hizo prevalecer la búsqueda del bienestar general.
Para conocer las formas en que se desarrolla esta tarea ANTI dialogó con Norma Zelmira Goity, hace seis años presidenta de la Cooperadora. Oriunda de Pila, con estudios primarios y secundarios en Las Flores, el casamiento con Guigue Elizalde la acercó a Chascomús. Después de jubilarse como docente –muchos años en la primaria de Adela–, enviudar y permitir volar a sus cuatro hijos, “Pelusa”, como la identifican todos en el hospital y la ciudad, decidió participar e involucrarse.
Junto con el resto de la comisión son los artífices del quehacer cotidiano y del respeto comunitario. Esta consideración de los vecinos permitió, el año pasado, recaudar más de tres millones de pesos para la compra de materiales y equipamiento: “la Asociación Rural y la Fundación Lucha Antiaftosa nos propusieron la campaña, dijimos que sí, informamos el cbu y fue impresionante, $1.000, $2.000, $3.000, $10.000, muchísima colaboración anónima”, contó “Pelusa”.
Ni lerdos ni perezosos aportaron dos millones para la compra del tubo revelador para tomógrafo y dotaron al hospital, entre otras cosas, de un lavarropas automático industrial, 300 juegos de sabanas y 500 camisolines. “Querida comunidad, queremos agradecerles por el apoyo que estamos recibiendo en estos días de pandemia. Sabemos que son tiempos difíciles para todos y por eso más que nunca debemos unirnos”, agradecieron entonces en las redes con el mismo orgullo de la actualidad.
“Cecilia Martínez es la contadora y el nexo con la dirección. Pensamos que no corresponde que los médicos individualmente decidan lo que hace falta, sino que las demandas se hagan a través de las autoridades y podamos consensuar. De acuerdo a las necesidades y el presupuesto, preguntamos qué es lo prioritario”, destacó la presidenta para describir el modo de trabajo.
De esta manera, se concretó en los últimos años la compra de aparatos para realizar cirugías de rodilla y laparoscópicas, “antes nos limitábamos a la ropa de cama, pero como hemos crecido pudimos invertir en aparatología. El tema es que muchas de estas cosas cotizan en dólares y se hace difícil, ahora dicen que el artroscopio no funciona y pulir la óptica cuesta entre 300 y 500, ni hablar cambiarla que serían más de 1.000”.
A la vez, “Pelu” agregó que “se logró buen trabajo de equipo con la dirección del hospital, algunos no lo ven bien, pero para nosotros es lo ideal, no puede ir la cooperadora por un lado y las autoridades por el otro, hay que complementarse mancomunadamente para utilizar los recursos de la mejor manera posible”.
El que hace se equivoca y el que no se calla la boca
En el afán por alcanzar beneficios para el hospital, este “grupo de gente grande, algunos de bastante edad, ochenta y largos”, alguna vez metió la pata y la presidenta lo recordó: “pasamos momentos feos, como cuando nos ofrecieron comprar camas en el exterior que resultaron provenir de una donación y no se podían vender. Creímos en el precio conveniente y encaramos, después se armó lío porque no las podíamos retirar de la aduana. Nos estafaron y la Municipalidad tuvo que interceder en la negociación”.
En otra oportunidad, “un señor donó dólares, con los cuales compramos una lavadora y una secadora impresionante. Al tiempito la esposa salió a decir en la radio que lo habíamos estafado, cuando todo había sido súper transparente. Tuvimos que pedirle a los medios que habían dado lugar a la difamación una retractación”, confió.
Por otro lado, después de “un disgusto grande con la gente que organiza rifas” descartaron esta forma de recaudación: “el nombre de la institución lleva las de perder, por eso hacemos sorteos pequeños, para las fiestas más que nada. En un momento pensamos en sortear un auto, pero no tenemos la estructura de bomberos, así que preferimos manejarnos a un nivel menor”.
“A la cooperadora le hacen reverencias todos”
Al “grupo de gente grande” se le sumó “por suerte, sangre joven”, celebró “Pelusa”. La renovación permitió digitalizar registros y evitar llenar talones de cuota en forma manual. Lo que no cambió es el espíritu solidario y aunque “siempre hay cosas para mejorar, funcionamos como un club de amigos. Antes de la pandemia, después de cada reunión, nos íbamos a tomar un café o nos juntábamos para fin de año a festejar”.
“A la cooperadora le hacen reverencias todos. En este momento, cuando alguien quiere acercar una donación, nos reunimos en el playón y salen a saludarnos, dicen que nos extrañan, nos reconocen”, agregó y mencionó aspectos de la actual gestión: “el hospital siempre funcionó bien, por lo menos desde que formo parte de la cooperadora. En la actualidad quizá veo gente más joven, con mayor tiempo y apertura hacia nosotros. En definitiva, estamos para colaborar y mejorar el funcionamiento del hospital en conjunto”.
En este momento “tenemos reducidos los ingresos, el locro con la peña de Estudiantes, por ejemplo, debimos proponer que lo hagan en beneficio de algún comedor, porque la gente colaboró mucho y no podemos pedir más”, comentó y enumeró que “la cooperadora tiene una cuota voluntaria de 100 pesos, el que quiere y puede paga más, están los socios protectores, la gente que se atiende y deja en las alcancías, las donaciones”.
Para terminar “Pelusa” se refirió al espacio físico con el que cuentan, “antes teníamos un lugarcito muy chiquito compartido con la sala de curaciones, era terrible. Venían los nenes y gritaban del dolor, las personas quemadas lo mismo. Por suerte nos dieron una sala más grande, podemos almacenar donaciones y trabajar más cómodos”. Y cerró: “por favor colaboren, toda ayuda es bienvenida, dinero, pañales para niños y adultos, lo que sea”. Que así sea.