El actor y director de teatro Luis Gayol nació en Chascomús, pero hace más de dos décadas vive en Londres. Después de una experiencia educativa fallida como posible publicista, eligió las artes y “tutearse” con Shakespeare, lo que le abrió las puertas de la capital británica. Desde 2010 administra el Calder Bookshop and Theatre, emblemático centro cultural, donde experimenta artísticamente de acuerdo a sus intereses y el de sus socios. Esta es la historia del citizen –ciudadano– Gayol.

Cuando terminó el secundario Luis Gayol abandonó Chascomús para estudiar publicidad en Buenos Aires, “descubrí que no me gustaba, me estresaba, me iba mal en los exámenes e incluso tenía problemas de memoria. Un psicólogo me recomendó otra actividad, mencionó carpintería o teatro y como para lo primero no era habilidoso empecé clases de teatro y conecté”.

Al principio realizó mucho clásico, adaptaciones de obras de Williams Shakespeare, tales como La comedia de las equivocaciones, “nos fuimos de gira por todos lados durante cinco años”, Romeo y Julieta y Sueño de una noche de verano. Tiempo después surgió la posibilidad de capacitarse en Inglaterra, gestionar el célebre Calder Bookshop and Theatre e instalarse en Europa.

“Vine a Londres en 1998 porque quería estudiar Shakespeare en el idioma original. Cuando terminé la formación, en 2001, estalló la crisis en Argentina y me fui quedando, no era la idea original”, cuenta Luis desde la capital británica, a la espera del 12 abril, fecha de reapertura del espacio cultural, después de un año de actividad intermitente debido a la pandemia.

The Calder Bookshop and Theatre

“En 2010 se dio la posibilidad de administrar este pequeño teatro, que tiene además librería dedicada a la actividad en el frente y una sala de ensayo. Somos cuatro socios, dos argentinos y dos ingleses, pero participan otros actores y directores. Nos interesa hacer teatro experimental, obras propias, incursionar en política”, narra el director de teatro chascomunense respecto del mítico espacio londinense. Pero, ¿Por qué el teatro más chico de Londres, con solo 32 butacas, es una leyenda de la cultura?

La sala perteneció al escritor y editor John Calder, “que tenía un talento especial para descubrir nuevos autores”. Publicó a Jorge Luis Borges, Marguerite Duras y Samuel Beckett, entre otros, “era un personaje colorido de Londres y tuve el gusto de conocerlo cuando compramos”, dice Luis.

Calder es un pedazo de la historia del teatro y de las letras, “conoció a todo el mundo” y estuvo involucrado en históricos casos de censura, como el que ocurrió con la novela El amante de Lady Chatterley, del escritor británico David Herbert Lawrence, que no se imprimió en el Reino Unido hasta 1960, “con Calder como publisher”, expresa y se filtra el inglés, natural después de más de veinte años en el archipiélago.

“El mundo asocia a Calver con Beckett y entonces el teatro, junto a la librería, es un destino turístico en Londres”, agrega. Su colega Sergio Amigo, también experto en Shakespeare, actuó en la obra Esperando a Godot, de Beckett, e hicieron link con el lugar y con el dueño, fallecido en 2018: “Tenemos los derechos, lo hemos podido modernizar y darle forma de teatro”.

Arte y política

Como la idea es “incursionar en política”, la agenda teatral del Calder se nutre, desde 2010 a la fecha, de obras como “Vultures” (Buitres), “refirió al conflicto de Argentina con los fondos buites”, o bien, “Haven” (La guarida), que describió el mundo de las cuentas offshore y los paraísos fiscales, “Londres es una de las capitales que más fuga”, informa Luis, que firma las piezas, pero aclara que se trata de trabajos e investigaciones en equipo.

Otra técnica utilizada por Gayol y compañía es la del Teatro del Oprimido, del dramaturgo brasileño Augusto Boal, en la que se practica “a través de foros e improvisaciones”. Esta forma, que pretende luchar contra las estructuras opresoras, considera un problema de la sociedad y lo trata desde el arte: “Por ejemplo se crea una pieza de 10 o 15 minutos sobre la falta de viviendas en Londres y se invita a participar al público, eso es lo novedoso. Te pone en contacto con cuestiones impensadas, está bueno. También tuvimos la obra sobre el cambio climático que salió de gira por distintos lugares”.

Este amplio e innovador espectro cultural se compone también de la puesta en escena en Londres del Teatro x la Identidad, presentaciones que tuvieron eco en la prensa Argentina y aunque no están vigentes prevén repetirse en breve: “Fue una linda iniciativa, siempre estamos en contacto con los miembros de la comisión, la idea es retomar en algún momento. Las obras hablan específicamente de los desaparecidos y de la apropiación de bebés, directo al grano, no es como en Argentina que se puede encarar el tema desde diferentes aspectos”.

Coyuntura de aquí y de allá

Si se habla de política, sobre todo después de un nuevo 2 de abril, Malvinas se impone y Luis cuenta que “en Inglaterra el tema está fuera del imaginario de la gente. Mientras en Argentina es parte de la identidad y hay una generación marcada por la guerra, en el Reino Unido no está en el cotidiano. Existen grupos ultranacionalistas que militan la causa, pero el ciudadano de a pie no sabe lo que pasa”. En el Calder se presentó una obra sobre las islas, “pero en castellano y para un público acotado” narra, a la vez que marca su posición, “la realidad es que es una de las pocas colonias que quedan, representa un enclave militar y geopolítico importante, por eso no quieren soltar prenda y negociar, pero en algún momento deberá darse la discusión”.

“El tema de la grieta es universal” dice respecto de otro concepto ineludible en términos políticos, “en Inglaterra se dio el tema del Brexit –salida del Reino Unido de la Unión Europa– o la independencia de Escocia en 2014, que dividieron las aguas y la población se pronunció intensamente de uno y otro lado, fueron discusiones álgidas. Y la Argentina no me la explico muy bien, vueltas y vueltas sobre lo mismo, pero es parte de un mundo enfrentado, no debe haber país exento de estas diferencias”.

Según el director de teatro la economía en el Reino Unido “está muy mal”, en principio por el Brexit, que “afectó las importaciones y la circulación de mercaderías” y después por la pandemia, “Gran Bretaña es lo que se denomina un país del primer mundo y tiene acceso ilimitado al crédito, que no es el caso de Argentina, pero cuando se alivie el tema covid se verán los efectos y será serio. Cerraron varias firmas y hay desocupación, está difícil”.

El único acierto que le atribuye al primer ministro británico Boris Johnson en la administración de la pandemia es la campaña de vacunación, a través de la cual se logró inocular al 50 por ciento de la población, “después fue un desastre, múltiples errores, con una cuarentena siempre a contrapelo del resto de Europa, lo que significó casi el colapso del sistema sanitario en diciembre y enero, con la segunda ola. No desbordó porque es el más importante del continente”, expresa.

“Hay que andar ligero de equipaje”

En la actualidad Gayol trabaja en la historia de Jemmy Button, un aborigen fueguino que vivió en el siglo XIX y que el oficial FitzRoy llevó absurdamente a Inglaterra para ser reeducado en la cultura británica y en la adaptación de una comedia griega de Aristófenes, protagonizada por Pluto, el dios griego de la riqueza, “que es ideal para este tiempo de máscaras”. No obstante, “estamos con los dedos cruzados, el teatro como industria se sostiene con el turismo y parece que no habrá este verano, por eso todo es un gran interrogante, el panorama es incierto”, advierte.

“A Chascomús cada vez que estoy en Argentina me acerco, es otra ciudad, irreconocible, se extendió muchísimo”, expresa antes de contestar la pregunta clásica para quienes hace años dejaron el país. ¿Volverías? “Jamás debe decirse nunca, en este mundo que nos toca vivir hay que andar ligero de equipaje, por ahora tengo trabajo y lo disfruto, pero quien sabe”, cierra para bajar el telón.