Juan Pedro Gauna es el único futbolista chascomunense que fue rival y compañero de Diego Armando Maradona, siempre en la década del 70, primero jugando para San Lorenzo y luego para Argentinos Juniors. Sin embargo, en entrevista con los colegas Negro Palmero y Alberto Morel, el volante central surgido y retirado en Alumni, con debut en inferiores liguistas en Unión Deportiva y en primera división de la Chascomunense ya de veterano en Atlético, decide no profundizar sobre Pelusa y lleva la disputa al sector que quiere, su experiencia con la redonda, tanto dentro como fuera de la cancha.
Como todos los 30 de octubre, hasta que la memoria colectiva se olvidé del más grande jugador de la historia del fútbol, el recuerdo de Diego Armando Maradona permanecerá entre nosotros y, a los chascomunenses en particular, la fecha del natalicio del astro hecho serie/película de nuevo nos llevará a aquella primera vez que fue titular con una selección argentina usando la casaca número 9 en cancha de Deportivo.
No obstante, en esta ocasión, el cumple 61 de D10S nos servirá de excusa para contar algo del andar con la pelota del único lagunero que supo tenerlo como rival y como compañero, Juan Pedro Gauna, el color(ado) del profesionalismo amateur, ese que nació en un potrero y terminó en el club de la familia, no sin antes jugar con los mejores, tanto en cancha como en el escritorio, siendo parte de los Gauchos de San Lorenzo y del Argentinos Juniors
En entrevista radial con los colegas Negro Palmero y Alberto Morel en el programa Dos x Más, el Colo dominó la redonda y la llevó al lugar deseado, obviando dar detalles de sus vivencias con Maradona y dejando en claro qué le importa en el fútbol y en la vida, el juego y la familia claramente, sin importar club ni lugar, categoría o ciudad, más que cumplir con su necesidad y la de los suyos.
Por lo pronto, Juan Pedro, nacido en 1955, es uno de las grandes glorias de Alumni. Su padre, el también reconocido Juan Gauna, fue jugador y presidente durante mucho tiempo de la institución de la calle Mazzini. Igualmente su debut en primera en el club de sus amores se dio en el cierre de su carrera, a principios de los 90. Y sus primeros pasos en la Liga Chascomunense fueron en Unión Deportiva, porque el Tricolor no tenía inferiores en los 60.
“En esa época se jugaba al fútbol en los parques, en los boulevares. Empecé en Alumni en 1968, pero como no había inferiores mi viejo me anotó en Unión Deportiva, donde jugué por la Liga. Luego volví a Alumni, cuando sumó inferiores, pero no llegué a debutar en primera división”, comentó el ex volante central que en 1972 se sumó al Santo de Boedo.
El profesionalismo
Justamente, a raíz de un seleccionado llamado Visite Chascomús y de jugar contra San Lorenzo, quedó en la sexta del Cuervo. “Me llevó Miguel Ignomiriello. Hice las inferiores, luego de recibido en la escuela, me mudé a Buenos Aires y viví en diferentes pensiones, en casas de familias, con otros jugadores. Y tuve suerte porque Pocho Bettinotti, mi DT, agarró interinamente la primera y me puso para no salir”, recordó quien debutó en 1975 en cancha de Temperley.
En su llegada al profesionalismo, Gauna, que jugó en el Viejo Gasómetro de Avenida La Plata y compartió plantel con los campeones del Nacional 74 dirigidos por Osvaldo Zubeldía, tuvo que aprender otro deporte. “En ese entonces no había representantes y era yo con 20 años el que tenía que arreglar con gente de negocios de 60 años. Así, con el pasar de los años, se fue desgastando. Yo gané plata en el fútbol, no lo que se gana ahora”.
De espíritu amateur, a punto de reconocer que “seguramente no fui un buen profesional; venía a jugar los Nocturnos a Deportivo y luego iba a jugar contra Boca o River”, el Colorado recordó que tuvo un bajón, mucha tristeza, al tener que dejar San Lorenzo para sumarse a Argentinos Juniors. “Veníamos mal y me tuve que ir luego de ocho años. En el Bicho me recibió Settimio Aloisio, luego representante”.
Ahí fue donde Gauna compartió equipo y jugó con Maradona, al que antes había enfrentado. “Diego ya estaba en la selección, era otra cosa. En el 78 Menotti no lo lleva al Mundial, pero en el 79 sale campeón juvenil. Ya era diferente. Incluso fuimos a jugar amistoso a España con Barcelona, que ya lo quería”.
El Ascenso y el Interior
En lo personal, Juan Pedro fue titular en 1978 en Argentinos, pero al siguiente año todo se complicó por “el mismo desgaste” y, pese a tener la chance de jugar en Barcelona de Ecuador, decidió sumarse a Almagro en la Primera B. En el 80 hicimos una campaña bárbara. Luego volví a Paternal, pero estaba todo mal. Me fui a Misiones, a Guaraní Antonio Franco, donde con mi familia vivimos dos años bárbaros. Jugué todo, a nivel local, regional y dos Nacionales”.
Ya en el 83, el Colorado volvió a Buenos Aires y se sumó a Defensores de Belgrano de Eduardo Deluca, segundo de Julio Grondona, “porque tenía 20 minutos en micro desde donde vivía y Deportivo Español, que era la otra opción, me quedaba más lejos. Me di cuenta que tuve un desgaste bárbaro en Misiones y jugué poco”.
Fue en aquel entonces, con 28/29 años, que el Colo se quedó con el pase libre por primera vez. “Estaba entrenando con los jugadores libres y arreglé irme a jugar a San Martín de Tucumán, pero en Chascomús surgió lo de ir a Tandil y no quise mudarme de nuevo para el norte con la familia. Estuve cuatro años en las sierras, de 1984 a 1988, y con Santamarina de Daniel Romeo, con Purrys y Marcelo Armendáriz, nos metimos en el Nacional 1985. También estuve en Ferro y Grupo Universitario, para luego pegar la vuelta pese al ofrecimiento de Huracán de Tres Arroyos”, rememoró quien le da nombre a la Peña local de San Lorenzo y supo ser entrenador del Rojo de la Soler.
De nuevo en la laguna, Juan Pedro aceptó sumarse a Atlético para jugar la Chascomunense, en lo que fue su debut en la primera liguista. “Me vino a buscar César Bonora. Fue a fines de los 80, principios de los 90 y terminé fracturado. Pero mi retiro definitivo fue en 1992 en Alumni. Me di el gusto de jugar para mi club”, terminó el Colo, para muchos el mejor futbolista que dio la ciudad, algo que parece no le importó demasiado, porque lo suyo nunca fue el reconocimiento, ni los micrófonos, ni las formas y menos las conveniencias, lo suyo fue puro impulso, puro espíritu amateur.