La reanudación del ciclo lectivo presencial en la provincia de Buenos Aires es una incógnita. La directora general de Cultura y Educación, Agustina Vila, sostuvo que «la situación epidemiológica no lo permite». De todas formas, como fue desde el comienzo del aislamiento, Argentina mira a Europa e imita decisiones en diferentes ámbitos. Este mes empezaron las clases en España y dos familias argentinas residentes en Barcelona y Tenerife, respectivamente, dialogaron con ANTI para explicar en qué condiciones se dio el regreso.

Roxana Devia emigró a Barcelona en el año 2001, “en ese momento era joven y quería conocer otras formas de vida, además de la eterna crisis económica”, contó. En el 2012 regresó y se instaló en Córdoba, hasta diciembre de 2019 que su hija Nazarena, de 19, la convenció de volver a Cataluña. “En marzo nos habíamos mudado a una casa nueva y a mediados de mes quedamos confinados. Fue difícil, sobre todo para Julieta, otro país, sin clases, sin televisión y encerrados”, afirmó.

Julieta, de 12 años, es la menor de la pareja entre Roxana y Manuel y empezó el secundario hace dos semanas. Al respecto, su mamá destacó que “ampliaron la cantidad de cursos para mantener la distancia. Deben usar mascarilla durante toda la jornada, no pueden compartir material de trabajo, no están habilitados los bebederos y cada uno debe llevar su botella”.

En tanto, agregó que “en el patio delinearon perímetros para cada curso y no se pueden mezclar. Dentro de la escuela solo se relacionan los que pertenecen al mismo curso, pero no juegan a la pelota, por ejemplo. La entrada es escalonada desde las 8 con diferencia de cinco minutos por año. Incluso los pasillos tienen marcados carriles de ida y vuelta”.

Roxana, cuyos lazos con Chascomús provienen de su madre, nacida y criada en Giribone, se desempeña actualmente como cuidadora, “me adapto, trabajé en joyerías, en Córdoba también tuve negocio de artículos regionales y ahora lo que hay es esto”. De nuevo en el tema educativo consideró que “los protocolos son estrictos. Los docentes y directivos no demuestran relajación, siguen las normas a rajatabla. Dictan sus clases con barbijo, lo que dificulta el entendimiento y varios optaron por el micrófono, para no dañarse las cuerdas vocales”.

El regreso a clases no es tarea sencilla, “hubo rebrotes en algunas escuelas” estimó, pero destacó que “la persona que ha estado en contacto con un positivo se aísla y actúa responsablemente. Se hace la prueba enseguida y descarta el contagio. Madrid está un poco más complicado”.

“Por ejemplo, la hermana de una compañera de las chicas es positiva asintomática. La familia está en aislamiento en la casa y la niña no se reincorpora a la escuela hasta dentro de tres semanas, son pequeñas cosas donde se ve la responsabilidad”, explicó. Por último, afirmó que “el instituto prevé la realización de hisopados, es una sensación horrible, pero Julieta dice que aunque sea feo está de acuerdo y es importante hacérselo”.

La experiencia en Tenerife

“Las aulas deben tener un máximo de 22 niños, con una distancia mínima de 1,5 metros y mucha ventilación. El recreo lo comparten dos divisiones, porque si hay algún caso positivo se separan estos grados y no todo el colegio”, contó Marcos Walker, chascomunense que vive en Tenerife desde el año 2005, junto a Paola y sus dos hijos, Camila y Matteo, “sí, con doble t”, aclaró.

El ciclo lectivo en España es de septiembre a junio, “en marzo, cuando empezó el confinamiento, se hicieron clases virtuales y la tarea se descargaba de la página de la escuela. En la primaria todos pasaron de grado, mientras que en los institutos o secundarios debieron aprobar exámenes virtuales. La única evaluación presencial fue la del ingreso a la universidad”, agregó.

Respecto del actual ciclo lectivo, “los colegios debieron cumplir protocolos y hacer reformas”, informó. La entrada se realiza de a dos grados en distintos horarios. Se limpian los pies en una alfombra con desinfectante, gel en las manos y registro de la temperatura, “en caso que algún niño tenga fiebre o síntomas se lo lleva a un aula preparada debidamente para estos casos y se da aviso a los padres. En estos sectores hay personal sanitario”.

“En los recreos no pueden abrazarse ni tener contacto físico, tampoco jugar al fútbol, difícil de lograr a mi criterio, porque son chicos y quieren divertirse. Junto con el curso que comparten la entrada y el recreo van al baño para lavarse las manos cinco veces al día”, destacó.

El horario es hasta las 14,30 e incluye almuerzo. A propósito, consideró que “en el comedor debe haber mamparas de separación, pero está sin resolver, nos dijeron que a medida que pasen los días irán acomodándose. Tienen un máximo de media hora para comer, luego salen para que se desinfecte y entre el otro grupo”. A la hora de la salida, “los padres se anuncian y los chicos salen de a uno”.

“El colegio es público, pero no depende del gobierno central, sino de la Comunidad Autónoma de Canarias. Ellos tienen la potestad de modificar, aplazar o dejar sin efecto los protocolos”, expresó. A la vez, agregó que “hay padres que no coinciden con el comienzo de clases, pero van al bar con los niños, en fin… De todas formas es obligatorio y la ausencia por tres días sin justificación habilita a la policía a visitarte, aplicar multas e incluso tener problemas con la potestad de tu hijo”.

La cotidianeidad al palo

“El tema de la pandemia lo vivimos de cerca, Camila es enfermera en el Hospital Universitario de Canarias y estuvo en la planta covid. Fue estresante porque estaba en la primera línea de fuego y como padre uno sufre, a pesar de que tenían y cumplían sus protocolos”, reflexionó Walker ya alejado del tema educativo.

Respecto de la cuestión económica, Marcos contó que “en las islas todo o casi todo, depende del turismo, pero en la actualidad tenemos pocos turistas. Solo está abierto el 30 por ciento de los hoteles, lo cual influye en la economía”. Él, en tanto, se desempeña como chofer repartidor de una empresa de colchones, “tenemos los cuidados necesarios: mascarillas, gel y guantes desechables. La policía controla y si no están las cosas en orden la multa va de 300 a 1500 euros”, dijo.

En la actualidad, “los rebrotes van en ascenso”, estimó el chascomunense, aunque valoró que “la gente en general hizo caso y respetó la cuarentena, también es cierto que las sanciones eran bastante elevadas. Por suerte ninguno de nosotros tuvo síntomas durante este tiempo”.

Por su parte, Roxana coincidió y manifestó que “Barcelona está con poco turismo”. La cuestión económica en la familia fue ambigua, ya que si bien ella estuvo algunos meses sin trabajar, su pareja, técnico en mantenimiento para una empresa de seguros, “no dejó de hacerlo nunca, lo cual fue positivo, primero por el sueldo y segundo porque al no estar confinado lo vivió de otra manera”, explicó.

“Los primeros días la calle estaba totalmente desierta y la gente respetó. No se vieron niños durante dos meses, tal es así que cuando autorizaron la primera salida de los chicos, organizada por edades y horarios, me emocioné mucho”, agregó.

Descanso, lectura y series, así fueron los días de la familia recién llegada a España, “al principio lo aproveché, pero luego empecé a sentir el encierro y no la pasé bien, incluso me desmayé en el supermercado, sentí que me faltaba el aire y que todo era surrealista”, concluyó.