Distintas voces del CENS 470 en Batán, que en algunos casos prefirieron mantener el off the record por cuestiones internas de la dependencia, dialogaron con ANTI sobre las características de la educación en contexto de encierro. Además, informaron de qué se trata “Luz, 2 x 3”, la revista digital que reapareció en tiempos de pandemia y que contó con la participación del profesor de letras oriundo de Chascomús Crisólogo Bonavita.

Batán, a 12 kilómetros de Mar del Plata, es una localidad del partido de General Pueyrredón, pero en el imaginario social es la cárcel, la unidad 15, una de las más grandes e importantes de la provincia de Buenos Aires. Si bien suele estar en el debate público por aspectos negativos, como motines o peleas, dentro de esta estructura de máxima seguridad también se tejen otro tipo de historias, quizá más anónimas, pero no menos importantes.

Además de la mencionada unidad 15, el eje penitenciario de Batán se compone de la 50 de mujeres, la alcaidía 44 y el Espacio Cerrado de Menores. ¿Qué une a personas de distintos géneros, edades, ideas e historias personales? Simple, la novedosa posibilidad de estudiar que brinda el CENS 470, una institución dentro de la otra, el Servicio Penitenciario Bonaerense y la DGCyE en una disputa conceptual respecto de cómo actuar y tratar a las personas privadas de la libertad.

Esas diferencias de formas se visibilizaron con la pandemia, donde el criterio virtual adoptado en las escuelas bonaerenses parecía inimaginable en un contexto de encierro, “sabemos lo que es educar en la cárcel, pero debimos hacer un replanteo, fue complejo. La principal herramienta pasó a ser la computadora y el teléfono, nunca se pensó un escenario así, fue un desafío y se logró”, dijeron las profesoras en ¡zoom! con ANTI.

Y agregaron que “no hay experiencia que valga, la pandemia lo superó todo. Ahora tenemos que decidir respecto de la vuelta a la presencialidad y hay un montón de cosas que faltan, sobre todo por las condiciones en que están las cárceles. El trabajo este tiempo superó las expectativas, pero nos sigue preocupando la situación de las personas detenidas”.

Por otra parte, opinaron que “el ingreso de los celulares al pabellón descomprimió los conflictos. Sábados y domingos, que no tienen visitas, nos comunicábamos para preguntarles qué hacían. Tuvimos que salir de la realidad estanca de solo dar clases en la escuela y pudimos ver la cotidianeidad del pabellón. La unidad 15 tiene 600 alumnos, demuestra que la realidad social afuera es crítica, pero por lo menos están en la escuela”.

“Luz, 2 x 3”

Con el ingreso de los celulares en abril de 2020 a través de un amparo y el aval del Poder Judicial se garantizó la continuidad pedagógica en Batán. Desde entonces, alumnos y alumnas participaron en concursos literarios con otras unidades carcelarias provinciales y recibieron contenido de las materias habituales. La yapa de este trabajo fue la nueva edición de la revista “Luz, 2 x 3”, histórica publicación de la escuela.

“La experiencia fue gratificante, empezaron a llegar trabajos interesantes que permitieron la publicación. El norte siempre fue dar la palabra, que en un contexto de encierro es importante, porque la tienen casi prohibida”, narraron desde la institución.

El origen del nombre de la revista es un misterio, la mayoría asocia la palabra “luz” a “educación” y el “2 x 3” a las dimensiones de la celda, pero nadie lo puede confirmar porque se eligió hace años entre varias propuestas anónimas. La publicación sale con intermitencias desde el año 2005, surgió en un momento de búsqueda de matrícula escolar con una producción en formato papel que llegara al pabellón. Tiempo después tuvo su espacio digital patrocinado por una fundación y en este 2021 arrancó una nueva etapa.

“Las autoridades tienen otra visión de lo que es dar la palabra, toman varios recaudos respecto de lo que se puede publicar y revisan las expresiones de los alumnos. Los textos salen con seudónimos, para preservar la privacidad ante la justicia de la persona procesada”, contaron respecto de las precauciones editoriales de las autoridades carcelarias.

A la vez, afirmaron que “los alumnos reflexionan sobre filosofía, historia, política y en algunos casos incomodan a la institución. Depende de las autoridades del momento, hubo algunos más reticentes que otros”.

Por otra parte, Chascomús también hizo su aporte a la nueva edición de “Luz, 2 x 3”, con el trabajo del profesor de Letras local Crisólogo Bonavita, que desde mayo de 2018 enseña literatura en Batán, “cuando me convocaron para armar la publicación recorrí los materiales otra vez para ver qué podía explotarse. Se juntaron las producciones y quedó bastante piola, la idea era generar un testimonio de cómo se trabajó en la pandemia y que sirva de estímulo para los que no participaron en esta oportunidad”, contó.

El egresado de la UNLP expresó además que “cada escuela es un mundo y esto es un mundo, dentro de otro mundo, con particularidades que la diferencian de las instituciones que estoy habituado a recorrer. Hay un inventario de señalamientos que uno tiene que considerar para trabajar en este lugar”.

Y cerró: “En general las escuelas son soberanas, pero acá está inmersa en la educación penitenciaria y confunde. Hay que hacer todo un trabajo para entender que estamos frente a estudiantes, no internos. Desde el momento que alguien entra a la escuela obtiene la ciudadanía escolar y, sin embargo, hay tensiones que condicionan la práctica, desde el horario hasta que los alumnos esgriman todo tipo de justificaciones, muy válidas por cierto, para explicar las dificultades que tienen para completar las actividades. Es interesante e ingrato a la vez”.

Genealogía de la educación en contexto de encierro

Hasta el año 2018 la escuela de Batán fue experimental, “desconocíamos las cuestiones de la cárcel, nos fuimos asesorando y capacitando, eran pocas las herramientas con que contábamos y entre los profesores era diferente el paradigma” recordaron. Y opinaron que “con la crisis del 2001 la población carcelaria varió, se vio otra realidad y matrícula. Las formas debieron cambiar, para entonces ya había muchísima bibliografía respecto de la educación en contexto de encierro. Hasta ese momento solo se hablaba de sida y debieron ponerse en el tapete otros problemas, como la cuestión socioeconómica”.

En este largo recorrido vivieron buenas y malas, “cuando tuve alrededor de 30 años me pregunté si estaba haciendo bien. Veía mucha reincidencia y empecé a cuestionarme qué pasaba, cuál era mi función en la escuela”, narró una de las voces esta vez en primera persona. Por un lado, la escuela crecía en matrícula, pero por el otro era notorio el incremento del delito. Jóvenes que ingresaban en menores y continuaban en una especie de trayectoria delictiva por la alcaidía y la unidad 15, o bien, familias enteras detenidas, “seguí por vocación, compromiso y ética profesional, entendí el verdadero rol docente y me capacité para ver qué aportar”.

Reconstruir la identidad y la trayectoria educativa de los alumnos fue una de estas contribuciones, “se trata de personas que en muchos casos no tienen DNI o no saben donde cursaron la primaria. La documentación se les quemó en una comisaría o en diversas situaciones de violencia, por eso es importante rearmar la información para el legajo. Es lo primero que intentamos, reconstruir al sujeto”.

“En la escuela es importante esa función, no corresponde ver la enseñanza como una misión evangélica que busca formar seres buenos, personas de bien. Solo tratamos de aportar herramientas para la vida. Hay que saber con qué sujeto nos encontramos, analizarlo y ver qué se le puede dar desde la institución”, agregaron.

En la actualidad, ya como CENS 470, las horas se cubren por acto público, “quisimos inculcar nuestros valores y varios nos decían que tomaban el cargo por la cuestión económica, pero esa diferencia de plata se va en fotocopias y materiales. La intención es que tengan su título y egresen”.

En el tire y afloje con el Poder Judicial el CENS logró dos objetivos importantes, por un lado, elaborar los informes de los alumnos, hasta hace algunos años potestad del servicio penitenciario, “después de varios petitorios cedieron, solo nosotros sabemos cómo es el recorrido y el desempeño del alumno, tuvimos que dialogar con el juez y preparar oficios”, detallaron; y por el otro, pudieron eliminar de la emisión de los títulos la leyenda estigma “Batán”, “fue otra pelea, esa rotulación afuera incomoda”.

“Es el lugar que elegimos para enseñar”

“Se trata de garantizar el derecho a la palabra, agradecen tener opinión y que sea valorada. Está el estigma social, las denominaciones descalificadoras, pero en el espacio de la escuela se les volvió a dar dignidad, pueden expresarse, sentirse alumnos más allá de su condición”, continuaron.

Para ellas “la sociedad, a pesar de que se habla de inclusión y aceptación del otro, es prejuiciosa. En más de una oportunidad nos han dicho en tono despectivo que les damos clases a presos o delincuentes”.

“No se trata de militar o generar adhesión a un partido político, tampoco es un trabajo social, se trata de acompañar a un sujeto que tiene una realidad de vida totalmente vulnerada, respetando el diseño curricular, porque tienen el mismo derecho a educarse que cualquier persona de afuera. Es el lugar que elegimos para enseñar y nos gratifica, más allá de los condicionantes”, agregaron.

La cárcel, por momentos, está tan alejada de la sociedad que incluso algunos docentes, cuando toman las horas, consideran “que vienen al zoológico, pero se encuentran un espacio de escuela y dan clases como en cualquier lado”.

Estas “garantistas de la educación en contexto de encierro”, como se definieron, hicieron hincapié en otra de las dificultades: “Tenemos comunidad trans y es complejo, si para este colectivo es difícil de hecho, imagínate en una cárcel. Tienen un espacio particular exclusivo, pero en la cárcel de hombres, curioso”.

Ya en el final de la charla, expresaron que “la sociedad hace juicios de valor, ojalá algún día logre tener otra mirada sobre las personas privadas de la libertad, así como quienes están a cargo de las instituciones puedan mejorar y rearmar el funcionamiento carcelario, hablaremos entonces de verdadera inclusión”. CENS 470, Batán, miles de microhistorias que la expresión “la cárcel” no alcanza para describir.