Unos días antes del último Golpe de Estado, el martes 16 de marzo de 1976, 45 años y una semana atrás precisamente, la Triple A hizo de las suyas en Chascomús previa confección de listado por lapicera local, chupando a Marcelo Sallenave y Tata Fernandino, e irrumpiendo en la casa de los padres de Graciela Bosatta, que estaba en La Plata y se tuvo que guardar en Villa Ballester.

En la víspera del 45 aniversario del último Golpe de Estado, que el miércoles 24 de marzo de 1976 instaló la Dictadura Militar y el Terrorismo de Estado durante más de 7 años, no se puede olvidar lo sucedido unos días antes, un martes 16 de marzo, en Chascomús.

Más allá de coincidir el día de la semana que en cayó la fecha en cuestión, aquella noche, la Triple A fue en búsqueda vecinos que estaban en lista compuesta por 10/15 nombres armada en un café local.

Ante consulta de ANTI, dos de los marcados por la lapicera chascomunense, Marcelo Sallenave y Graciela Bosatta, contaron en primera persona lo vivido en aquel verano/otoño que los encontraba ya ejerciendo como contador y cerca de recibirse como farmacéutica, respectivamente.

Chupado con Tata (Marcelo Sallenave)
Nos levantaron el martes 16 de marzo de 1976 y nos largaron el jueves 18.

Entiendo que Graciela (Bosatta) y Pepe (Otondo) zafaron, como otros, pero Tata (Fernandino, ex intendente de Chascomús recientemente fallecido) y yo, no. También se dice que levantaron a alguien de Conarco, que no sabemos quién era y supuestamente apareció muerto.

Hubo una lista de 10 personas, entre los que estaba Roberto Reeves, que cuando se enteró, disparó para Buenos Aires con un valijón. Anduvo por calle Corrientes, hasta que consiguió una pensión. Desde allá le habló a Elías Gárriz, que es un colgado, para decirle que estaba bien y no entendía nada.

En ese listado también estaba el Tano Capasso, casado con Anita Etchepare. Éramos parte de un grupo de amigos, pero no todos eran militantes como Tata y yo. Otro que estaba marcado era Jorge Ortale.

La lista la armaron en un bar en Chascomús, por un grupo encabezado por alguien que luego la pasó mal en la Dictadura. En esa época también hubo secuestros privados, había unos cuantos metidos en esto.

En mi caso, cuando me levantaron, todavía era soltero y estaba laburando de contador en Chascomús. Esa noche venía del Club de Pato, que se estaba armando, y andaba muy cansado. Recién me di cuenta de lo que sucedía cuando me pusieron la pistola en la cabeza.

Primero me levantaron a mí y luego al Tata, que vivía haciendo cruz con el Country. Nos tiraron atrás en una camioneta, pararon en Atalaya para avisar a algún superior, porque era zona liberada, y nos llevaron a Automotores Orletti, donde fue durísimo, un día y medio palo y palo.

Nos largaron a tres cuadras de la cancha en Vélez, con plata en el bolsillo para pagar un taxi. Las gestiones para que nos suelten las hicieron Horacio Marino, quizás aprovechando que en esa banda de la Triple A, la de Aníbal Gordón, había un chascomunense, y Raúl Alfonsín, que era amigo de uno de los ministros de aquel entonces, con el cual había cursado en el Liceo.

Nunca nos tomaron la denuncia que quisimos hacer inmediatamente con Tata. Los que nos secuestraron luego se instalaron en Chascomús. Recuerdo que mi hermana los vio a todos cenando en restaurante que había donde hoy es la Panadería Manjares. Me fui por un año a Chivilcoy. Tata y el Tano terminaron trabajando en el campo de Vanzato, del otro lado de la laguna, que estos tipos compraron al contado. No tuvieron opción.

Guardada en Villa Ballester (Graciela Bosatta)
Unos días antes del golpe, 6/7 autos de la Triple A fueron a la casa de mis padres. Forzaron la puerta, entraron, rompieron y robaron. Mi mamá, de 70 años, tuvo que salir por la ventana. Yo estaba en La Plata. Esa noche chuparon a Tata y Marcelo.

Luego me enteré que la lista se armó en Chascomús y eran 15 los que figuraban, los que estaban marcados. No llegaron a cumplirla, por el revuelo que se armó en el pueblo.

La lista la armaron acá, porque yo en este entonces tenía domicilio en La Plata, ya que, para comprarme un auto, un Fiat, tuve que hacer el cambio. Y pese a ello fueron a casa de mis padres.

Recuerdo que me presenté en una comisaría en La Plata, donde estaba Masulli, el padre de los chicos de acá, uno de ellos había sido compañero mío, y me dijo que había sido la Triple A, que me esconda y que no le diga dónde.

Pude esconderme gracias a mis amigas y sus familiares, hasta quedarme guardada en Villa Ballester, en las afueras de Buenos Aires, durante días hasta que sucedió el golpe.

Solo vine a Chascomús para visitar a mi madre, pero para entrar y para salir de la ciudad, me tuve que temer en el baúl del auto.

Luego no tuve problemas, metí 11 materias y me recibí. Masulli me dijo que dieron con todos ellos, los de la Triple A que habían estado esa noche en Chascomús.

¿Por qué fueron por mí? No lo sé, porque no militaba en nada. Dicen que era porque me habían visto panfleteando en Buenos Aires, que es mentira. Pero de haber sido así, tampoco es razón de nada. No quiero imaginar la cantidad de personas que no tuvieron mi suerte.