Este miércoles, en modo Cuarentena, regresó la propuesta Ciencia en el Bar organizada por el INTECH Chascomús, UNSAM, CONICET y con el apoyo del municipio. La neurocientífica Silvia Kochen disertó en charla virtual sobre la efectividad, seguridad y tolerabilidad del uso del cannabis en pacientes y adultos con epilepsia refractaria. El encuentro se dio a pocas horas que el Ministerio de Salud le presentara a organizaciones, médicos y científicos el borrador de la modificación de la ley que reglamenta el uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados, en el cual se prevé permitir, desde la publicación en el boletín oficial, el cultivo personal y el expendio de aceites en farmacias, así como producir desde el Estado marihuana terapéutica y garantizar el acceso gratuito a pacientes que no tengan obra social o prepaga. “Es un día histórico”, comentó la panelista.

Silvia Kochen, a cargo de los ensayos clínicos en pacientes adolescentes y adultos en el Hospital El Cruce de Florencio Varela, demostró su satisfacción en el comienzo de la conferencia, “después de muchos palos en la rueda durante la gestión anterior puedo confirmar que tomaron las sugerencias del consejo consultivo y la nueva reglamentación autorizará el autocultivo, evitará que científicos deban pedir permisos en las instancias de investigación y facilitará la adquisición de recetas. Después de mucho trabajo y paciencia lo logramos, es un mérito de las organizaciones de la sociedad civil esto de lograr un status de legalidad”, expresó.

La nueva ley reemplaza la reglamentación sancionada en 2017, de carácter insuficiente según los especialistas y autoriza el cultivo personal y en red para los usuarios, investigadores y pacientes que se registren en el Programa de Cannabis (REPROCANN). Hasta ahora, tener semillas y plantas particulares, así sea para consumo personal y terapéutico, constituía delito. Significa el fin de la clandestinidad de pacientes y cultivadores solidarios. “Esto permitirá la producción de cannabis pública y privada de buena calidad, además de no limitar su uso terapéutico solo a los casos de epilepsia refractaria, hay otras patologías que merecen ser tratadas y estudiadas de esta forma” agregó la disertante en el encuentro moderado por las investigadoras Analia Sannazzaro y Marina Clemente.

El paso siguiente, a criterio de Kocher, es avanzar en el proyecto de ley que promueve la diputada Carolina Gaillard, que prevé modificar la ley de drogas y despenalizar el cultivo y la comercialización de cannabis de uso medicinal, “el cannabis deber ser legal, Argentina está poniéndose a la altura de las naciones que están haciendo las cosas bien en la materia” opinó la neurocientífica.

En defensa del cannabis

Respecto del uso del cannabis y la epilepsia, tema central de la conferencia, Silvia comentó que “la utilización del cannabis es múltple, ya sea recreacional, religioso, industrial o médico. En la medicina, que es lo que nos importa, actúa como sedativo, analgésico, neuroprotector y neuromodulador. Para su buen efecto es importante la proporción correcta de los diferentes cannabinoides, los cuales están en la planta en su forma ácida –THC y CBD–, que se usan en cápsulas y aceites. Se analizaron por separado qué beneficios tiene en el cuadro de epilepsia y se concluyó que el CBD es el que reduce la frecuencia de las crisis”.

Además, destacó la preponderancia de este tipo de tratamiento, “si bien se puede realizar cirugía, dieta cetogénica o estimulador vagal, en la actualidad el cannabis está considerado y ocupa los primeros lugares entre las opciones, incluso se utiliza en la preparación de los pacientes hasta la posterior cirugía”.

En ese sentido, “el aspecto crítico del uso de cannabis medicinal es que cuenta con escasas evidencias de estudios y ensayos clínicos, por su condición de prohibido. Es necesario contar con mayores investigaciones. No obstante, fue utilizado durante siglos por millones de personas, lo cual permite contar con mucho conocimiento acerca de la eficacia y de los efectos adversos”, consideró.

En cuanto a los ensayos clínicos, la doctora mencionó “un estudio a 120 niños con Síndrome de Dravet, una forma severa de epilepsia refractaria, con alta tasa de mortalidad, que recibieron cannabidiol oral o placebo, agregado a su tratamiento antiepiléptico. Observaron el cambio en la frecuencia de los episodios durante 14 semanas y el 43 por ciento de los chicos redujo a la mitad la cantidad de crisis, el 5 por ciento dejó de tenerlas. Estamos hablando de un 48 por ciento, no es una panacea pero es importante”.

Por otro lado, Kochen enfatizó que “independientemente del debate, es necesario incorporar la perspectiva de la calidad de vida del paciente. Me causa gracia el poder médico que no soporta que el paciente tenga más saberes que el profesional. En mi caso, cuando viene alguien y dice que vive mejor, que no necesita tantos analgésicos, estoy en la línea de escucharlo y permitirle que continúe consumiendo cannabis”.

Los datos indican que desde el 2000 a esta parte más de 30 Estados de EEUU legalizaron el uso de cannabis medicinal, mientras que en América Latina, en 2015, Uruguay legalizó la producción y el uso. La investigadora consideró que “es el camino” e hizo hincapié en la necesidad de “contemplar el cannabis como alternativa terapéutica en patologías neurológicas como cefalea, insomnio, alteraciones de humor, epilepsia, o bien, en otros casos como inflamaciones, enfermedades reumáticas, constipación o diabetes”.

Por último, respecto de la posibilidad de que genere adicción, Kocher informó que “dentro de sus componentes el THC es el que tiene efectos psicoactivos, como puede ser el aumento de la sensibilidad, pero no hay evidencia que provoque adicción”. Y cerró con una reflexión, “a pesar de contar con más de 20 drogas antiepilépticas, el 30 por ciento de los pacientes con epilepsia continúan teniendo crisis. Resulta necesario encontrar alternativas de tratamiento seguro, eficaz y sin efectos colaterales”.