Todo el día lo transité con millones de imágenes y sensaciones. Hace 10 años la vida de muches cambiaba.

Más allá de poder elegir casarse o no, pudimos nombrarnos con orgullo, con emoción, con esa intensidad indescriptible que solo el que lo vive puede entender.

Desde temprano llenamos la plaza de color y alegría, de esperanzas, de confianza, de complicidades. De lucha y reivindicaciones.

Recuerdo la primera foto que saqué al llegar a la plaza… Esa consigna de los «naranjitas» anti derechos que había quedado del día anterior, rota, sucia, mojada… La interpreté como una señal…

Sabíamos que sería largo pero no tanto. Nos instalamos, nos apropiamos del espacio, nos reconocimos entre todes.

La noche nos descubrió cagades de frío y repletes de ansiedades. Con el escenario casi desarmado, con las fogatas y el licor como abrigo. Guardando las últimas líneas de la batería para filmar el grito de igualdad.

Esos días me abrazó y escribió gente con la cual nunca había podido nombrarme lesbiana. Esos días fueron mucho más que matrimonio igualitario.

Agradezco siempre e inmensamente al espacio que me fue construyendo y que esos días, esos años de lucha, cambiaron por completo las formas de entender la militancia, lo colectivo, los sueños, lo político…

Abrazo inmenso a mis compañeres de La Fulana y de la Falgbt, que por esos tiempos nuestros abrazos eran cotidianos.

Autora e imágenes: Verónica Capriglione.

«La Fulana es una organización sin fines de lucro de y para lesbianas y mujeres bisexuales. Los espacios que generamos tienen como objetivo trabajar hacia dentro de nuestra comunidad, así como también hacia afuera, para modificar una cultura llena de prejuicios y construcciones en las cuales se nos denomina `minorías´ o `colectivos´, dejándonos así fuera de la comunidad» https://www.lafulana.org.ar/.