Por Andrés Crampton
Los veo a todos tan concentrados con sus papeles escribiendo ansiosamente. Alguien por ahí muerde uno de los extremos del lápiz con la mirada perdida, parece estar recordando algo. ¿Qué se le estará cruzando por la cabeza? Tiene unos ojos muy claros, en ellos se refleja el resplandor de la ventana y el cielo. ¿Estará pensando en surcar los cielos? Debe ser una experiencia única, yo nunca tuve la oportunidad de hacerlo. De hecho me asustan un poco las alturas pero la idea de volar me fascina, pero teniendo la seguridad que no voy a caer hacia la muerte. Es por eso que, por ejemplo, me gustaría ser un pájaro. No un pájaro cualquiera, quisiera ser un búho. En algún lado escuché que los búhos simbolizan la sabiduría, no me considero sabio, aunque desearía serlo.
Estoy muy lejos de eso igual, mis médicos una vez me dijeron que tengo una mente especial, pero no sé si en un buen sentido, manifestaron también algo de un problema sobre la atención, aunque no detallaron de atención a qué. Hay veces que escucho a los médicos y no los entiendo, hablan en términos muy profesionales que no conozco: lóbulo no sé qué y hemisferio no sé cuánto, todas esas palabras me confunden. Me causa mucho la palabra hipocampo, me hace acordar a los caballitos de mar y a cuando tengo hipo. El hipo es gracioso las primeras dos veces, cuando pasan unos minutos se vuelve bastante tedioso.
¿Quién es esa chica que está adelante mío? No alcanzo a ver su cara pero veo que tiene un pelo hermoso, muy largo y oscuro. ¿Podría ser acaso el amor de mi vida? Nah, lo dudo, capaz no sabe que existo, ni siquiera vi su cara, no sé si me parece linda.
Me pregunto si los caballitos de mar se enamoran… de hecho sí, ahora que me acuerdo una vez escuché a alguien decir que ellos encuentran una única pareja para toda la vida. Recuerdo a quien lo dijo, era un documental, ese tipo no hablaba mi idioma pero tenía una risa contagiosa y particular, muy parecida a la de uno de mis amigos. ¿Qué estará haciendo ahora? Por mi amigo lo digo. Hace poco lo vi pero se hace extrañar, compartimos muchas cosas.
Nunca fui de tener muchos amigos pero los que tengo valen muchísimo, lo más gracioso es que no son parecidos entre ellos, ni tampoco parecidos a mí, pero de alguna manera nos llevamos bien, es por eso que siempre digo que la amistad no se basa en tener los mismos gustos, sino en tener el mismo respeto.
Alguien en el escritorio de adelante recién dijo algo de que quedan cinco minutos… creo. ¿Para qué quedan cinco minutos? ¡Ah sí! ¡La hoja! Veamos que dice: “Nombre… Fecha… Comisión… Defina qué es la ley de conservación de la energía utilizando los siguientes términ…”
¿Qué?