Quizás motivado por la visita del Auto Cine itinerante a diferentes municipios bonaerenses, entre ellos los cercanos Pila y Castelli, como así también por la entrevista en ANTI con la familia de Mariano Mangano, constructor de la hermosa sala de calle Alvear, la nostalgia y los recuerdos empezaron a aflorar en la memoria cada vez menos memoriosa, cual enamorado no correspondido que encontró consuelo en las plataformas virtuales, pero siempre añorado ese primer amor, especial, casi platónico…
En el marco de esta autosatisfacción precoz remixada con primera versión marcada por la videocasetera (alquilada y luego comprada por papá Poli) y la maratón de pelis del video del Gordo Redín (entre otros), el viejazo fue acompañado por la tecnología, más precisamente por la continuidad de Karate Kid, 35 años después, en Netflix a partir de Cobra Kai, fiel muestra que el cine de los 80, pero sobre todo la música de aquella época, es memorable para aquellos que tienen 25 millones en el documento…
En esta normalidad que excede la pandemia, sin el juego previo de buscar en el diario las películas estrenos de los jueves y la entrada de la primera función a mitad de precio, $3,50 en ese entonces, la añoranza pudo más que perder esta parte importante, fundamental, del todo, el “tú me complementas” de Jerry Maguire…
Así, en este Volver al Futuro, con Parchis o los Bici Voladores, sin olvidar a Tiburón, Delfín y Mojarrita, ET, Cupido Motorizado, alguna de Olmedo y Porcel, hasta la Guerra de las Galaxias, Indiana Jones o Nacido para Matar, mamá Graciela, a punto de parir a Agustina, tuvo que ir al Cine Chascomús a buscar al padre de la criatura, porque en ese entonces las comunicaciones eran más personales…aunque en este caso, por la condición de la por entonces futura farmacéutica, tuvo que intermediar el acomodador, el Caracol Chiacchio…
Y la sala de Alvear, esa que más adelante muchos supieron visitar como boliche, en realidad como dos boliches, hasta llegar a convertirse en el súper chino y una iglesia, también estuvo presente en la vida escolar de varios, esos que los viernes deseaban quedarse con la entrada gratis a la matinée, para lo cual había que portarse bien, en la previa, ya que una vez que se apagaba la luz en el cine, era un vale todo aprovechado por los peluqueros, que los sábados por la mañana se dedicaban a emprolijar el daño causado por las dulces palomitas…
Sin registro de los primeros años de la década del 90, quizás como consecuencia de los asaltos, los cumpleaños de 15, Macobita, Macoba, Lennon, Lado B, Tequila, Lado B Nuevo, el fogón de los miércoles, el cantobar del jueves, El Galpón, Lo de Chappa, Por la Vía, Bohíos, Cumbelén, El Ayuntamiento, Metropolis…, el cine reapareció en la memoria fuera de la Laguna, aunque pronto, los caminos se volvieron a cruzar, primero para cortar la semana de invierno en Chasco y luego para acompañar, como hicieron alguna vez padres anteriores, a la generación siguiente, hasta que intentar entender el doblaje y adivinar la imagen terminó con la suspensión de una función con un cliente en la fila (el que escribe)…
Y así fue, para algunos, que el Cine Chascomús estuvo presente en varios pasajes de vuestras vidas, sobre todo para aquellos que todavía piden “que vuelvan los lentos”, más teniendo en cuenta que Phil Collins no murió y los reservados no deberían haber pasado de moda; o que se lamentan por no haber ido a ver Soda Stereo en la Gira Animal, para luego bailar al ritmo de Los Pericos y Los Auténticos Decadentes, y que reconocen, tímidamente, hasta con vergüenza, que Vilma Palma e Vampiros no hizo un hit, metió mínimo 10 himnos que seguramente cantaron “mojada hasta los pies por llorar”…
Fotos: Rodolfo Chambers, extraídas de la cuenta de Twitter de Manuel Cerimele (@elmanudechasco)