Luego de varios años en un galpón de la familia Braceras, el cartel más icónico para muchas generaciones de la ciudad de la laguna, el del cine, volvió a aparecer, restaurado, en emprendimiento gastronómico que conjuga amistad y vanguardia en una esquina con historia.

Chascomús siempre estuvo cerca, y su cartel más icónico, para muchas generaciones, también.

Es que luego de varios años en un galpón de la familia Braceras, propietaria del lugar donde supo brillar, ese símbolo de algo que ya no está, pero sigue en el recuerdo de todo aquel que alguna vez pasó por ahí, el cine, reapareció.

Y no fue en otra sala de proyección de películas, que ojalá alguna vez la ciudad de la laguna vuelva a tener, quizás en el mismo lugar construido por el platense Mariano Mangano, pero sí en un emprendimiento que conjuga amistad y vanguardia en una esquina con historia.

Como en tiempos inmemorables, cuando la pelada y las canas no dominaban la humanidad de los protagonistas, y el objeto del proyecto Entrepiso era vender ropa, o un poco más cerca en el tiempo, con De la Guardia, siendo el sentido revolucionar la gastronomía chascomunense, Alejandro Hermann y Juan Carlos Pignataro volvieron a juntarse.

“Me costó convencerlo del lugar, que es el viejo almacén de mi familia, de los Pignataro, que pegado también tenía hotel. Pero finalmente el Loco aflojó”, le comentó a ANTI el arquitecto Pignataro.

“No costó tanto, en cambio, sumar al lugar el cartel del cine. Tanto los Braceras como Ale aceptaron la propuesta. Hubo que restaurarlo y pintarlo, para finalmente iluminarlo una vez colocado en la pared del patio”, sumó Juanca respecto de lo que ya es un atractivo para todo aquel que pasa por la esquina de Dolores y Perón.

“Recuerdo que en algún Recorrido Art Deco de Chascomús, organizado por el Colegio de Arquitectos , cuando pasamos por el cine, preguntaron por el cartel y plantearon la necesidad de restaurarlo como un símbolo de la ciudad”, terminó Pignataro, seguramente con la satisfacción del pedido cumplido.

Y casi durante el mismo tiempo que el ícono lagunero estuvo ausente para propios y extraños, el Loco Hermann llevó sus ideas gastronómicas a Bariloche, pegando la vuelta luego de terminar con Gino para meterse de lleno a Chancho Aurelio.

“Se trata de una propuesta gastronómica diferente, menos estructurada, más flexible y variada. Tendremos un sector de mercado, siempre take away, la rotisería y el café”, remató Ale sobre lo que ofrecerá al vecino y el turista.