Nació en Chascomús hace 33 años. Una vez terminada la escuela secundaria y tras intentar estudiar distintas disciplinas, pateó el tablero de las carreras tradicionales y comenzó Paleontología, a partir de entonces su pasión y vocación. Desde el año 2014, invitado por el Dr. Fernando Novas, forma parte del equipo del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados, en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, en calidad de Técnico. El grupo se compone de investigadores, técnicos, becarios, estudiantes y colaboradores. En charla con ANTI respondió sobre sus inicios, las campañas de investigación, curiosidades de la disciplina y la pregunta de periodista ciruela: ¿Jurassic Park es una experiencia posible? Pasen y lean, el repaso incluye millones de años.

¿Por qué decidiste dedicarte a la paleontología? ¿Cuándo se dio la elección? 

Desde chico siempre me atrajo la naturaleza, el mundo y su funcionamiento. De pibe era fanático de los dinosaurios y otras criaturas extintas, tengo el recuerdo de terminar en la dirección del colegio por discutir con la maestra porque decía que los pterosaurios eran dinosaurios –no lo son, aunque sí convivieron con ellos durante decenas de millones de años– ¡Ñoño mal!

Después se me pasó y cuando llegó el momento de estudiar di vueltas por muchas opciones diferentes entre sí, hasta que vi que existía paleontología en La Plata. Creo que uno tiene que intentar muchas cosas para saber a lo que realmente quiere dedicarse. Estoy muy agradecido de haber tenido la oportunidad de probar y conocer distintas disciplinas hasta encontrar lo que me apasiona.

¿En qué consiste el trabajo de campo? ¿Cuál es la duración de la campaña?

 El trabajo de campo consiste en ir a lugares donde afloren las rocas de la edad y el tipo deseado. Los fósiles no se hallan en cualquier roca, sino en las de tipo sedimentaria, mientras que su edad va a determinar qué tipo de organismos fósiles se encontrarán en ellas.

Como regla general, los mejores lugares para encontrar fósiles suelen ser secos, carentes de vegetación, ya que es preciso que el suelo esté lo más desnudo posible para que las rocas queden expuestas. La situación de Argentina es privilegiada en este sentido, ya que contamos con enormes extensiones con esas características, principalmente en la Patagonia y el Noroeste del país.

Los primeros días de la campaña solemos realizar prospección, es decir, buscar los fósiles. Mucha gente se imagina que los paleontólogos van al campo y hacen pozos para ver si aparecen huesos, en realidad lo que se busca son restos que afloren de las rocas por causa de la erosión.

Lo primero que se encuentra, generalmente, es una o varias astillas de huesos rotos y desparramados en el suelo, o bien, cayendo a través de algún chorrillo por donde escurre el agua. Luego uno procede a investigar de donde proceden esas astillas y si hay suerte, lograr un hallazgo relevante. Hay raros casos (son los menos) donde uno da con un fósil en posición, articulado y relativamente completo, pero éstas son las figuritas difíciles.

Después se procede a la extracción, que se realiza con mazas, cortafierros, cinceles, cepillos, herramientas de precisión y hasta algún martillo neumático o tronzadora de rocas, que es como una amoladora enorme que usa discos diamantados para atravesar la roca. Con estas herramientas se excava alrededor del fósil, que todavía permanece embebido en la roca, delimitándolo. Luego procedemos a armar un bochón, cubierta protectora de papel higiénico, arpillera y yeso que forma un cascarón y permite transportarlo al laboratorio.

La duración de las campañas depende mucho del clima, del lugar y, sobre todo, del presupuesto. Generalmente realizamos campamentos de un mes, aunque hay lugares a los que volvimos más de una temporada para seguir con la extracción de un esqueleto que no se completó en instancias anteriores.

¿Cómo es la convivencia con los colegas?

La convivencia suele ser muy buena, a todos los del equipo nos apasiona la paleontología y estar en la naturaleza. Además, a muchos de mis compañeros del laboratorio los conozco de antes, por lo cual compartir la experiencia con amigos, viejos y nuevos, suma mucho al viaje.

¿Cómo continúa el proceso de los hallazgos en el laboratorio?

Una vez que transportamos los bochones al taller de preparación se corta el yeso protector y se expone la roca. Con la ayuda de puntas, agujas y martillos neumáticos del tamaño de una lapicera se remueve el material hasta separar completamente el fósil. Si los huesos son muy frágiles, están fragmentados y es necesario reforzarlos, se usan consolidantes o pegamentos para darles más resistencia. Es un trabajo en el que se progresa lentamente y hay que prestar muchísima atención, ya que los elementos son delicados. En ocasiones la roca que guarda los fósiles es tan dura que el avance, incluso usando martillos neumáticos, es milimétrico. Algunos fósiles pueden tomar años de preparación. Después de este proceso puede comenzar el estudio.

¿Cuál fue el descubrimiento más importante que protagonizaste?

Una de las investigaciones que más disfruté fue el reconocimiento de un grupo de aves de aspecto moderno que vivía en el hemisferio sur durante la era de los dinosaurios y que lograron sobrevivir a la extinción masiva que acabó con ellos, así como otros grupos de animales y plantas. Algunas de estas especies, como las denominadas Vegavis iaai, vivían en lo que actualmente es la Antártida Argentina. Estudiando fósiles de diferentes especies indeterminadas, provenientes de lugares como Chile, Nueva Zelanda y Antártida, pudimos reconocer que estaban todas emparentadas entre sí e incluidas en un grupo de aves que llamamos Galloanserae, que incluye a los patos y chajás, así como a las gallinas y otras aves similares. Esto nos indica que este tipo de especie se encontraba presente durante el mesozoico y que sobrevivieron a la extinción de finales del Cretácico.

En cuanto a la experiencia de campo, en una campaña en Río Negro, tuvimos la suerte de ir a reabrir una excavación donde habían aparecido previamente huesos de un dinosaurio carnívoro muy grande y tener la suerte de hallar gran parte del esqueleto de una nueva especie de unos 12 metros de largo, que aún está en fase de investigación.

¿De qué trabajo de exploración te gustaría formar parte?

Quiero seguir recorriendo la Patagonia, conociendo y explorando nuevas localidades, realmente la Argentina tiene una situación privilegiada en términos de paleontología de vertebrados. Además, hay otros lugares con mucha mística en el ambiente, tales como el Desierto de Gobi, China o África, que está poco explorada aún, me encantaría conocer estos lugares y vivir sus culturas.

Existen referentes, personas que uno estudia, admira e intenta imitar. ¿Quiénes son, nacionales e internacionales?

En Argentina hay muchísimos paleontólogos de gran nivel que han ayudado a que la disciplina se desarrolle. En particular pienso en el Dr. Federico Agnolin, con quien tengo el gusto de compartir laboratorio y quien no solo es colega, sino un amigo y mentor, me enseñó casi todo lo que sé, su pasión y dedicación no tienen límites. En tanto, mi figura de referencia en la ciencia siempre fue Carl Sagan, importante divulgador, persona con la que trato de alinear mis pensamientos e ideas.

¿El Estado acompaña este tipo de investigaciones?

Si bien la ciencia es uno de los sectores que suele sufrir recortes, la existencia de un Ministerio y una institución del calibre del CONICET constituyen avances importantes para el desarrollo de la actividad.

¿Por qué genera tanta curiosidad (chicos, sobre todo) la vida de los dinosaurios?

Los dinosaurios parecen criaturas salidas de un cuento fantástico, con toda una carga de misticismo, pero que realmente existieron. Es una fantasía de seres extraños, ¡hecha realidad! Creo que de ahí viene en parte su encanto, tal vez eso es lo que impacta en los niños.

¿Jurassic Park es una experiencia posible? 

En la actualidad lo que plantea la película no es viable, si bien alguna de las bases que se mencionan son aspectos reales de la ciencia, muchos otros no. La principal razón por la que Jurassic Park no sería posible es que el material genético no sobrevive a la fosilización y, si lo hace, son pequeñas partes dañadas de material genético, insuficientes para clonar un animal.

¿En qué consistió el hallazgo de marzo en la Patagonia? ¿Cuánto duró el trabajo y a qué conclusiones arrimaron?

En marzo fuimos a un yacimiento ubicado en las barrancas de las estancias “La Anita” y “Altavista”, a unos 30 km. al sur de El Calafate, sudoeste de la provincia de Santa Cruz. Es un lugar increíble, acampamos bastante alto y desde el campamento hasta los afloramientos donde trabajábamos había una hora de caminata. Hicimos dos excavaciones, una de un saurópodo enorme, que lamentablemente no pudimos extraer, ya que la pandemia hizo que tuviéramos que cancelar la campaña y otra en la que sacamos los restos de un dinosaurio carnívoro del grupo de los Megaraptores.

Los restos de este dinosaurio carnívoro se encontraban embebidos en una roca durísima, similar al concreto, por lo cual llevó casi dos semanas extraer todos los materiales. Para el trabajo usamos martillos neumáticos, tronzadora de roca, mazas y cortafierros.

Sin haber analizado los restos en detalles ya pudimos ver que se trata de un ejemplar muy grande, de unos diez metros de largo. Nos resulta interesante porque las rocas en las que lo hallamos son de una edad más joven que los Megaraptores que ya se conocen, de este modo sería el registro más “moderno”, viviendo justo al final de la era de los dinosaurios, hace unos 70 millones de años. Fue una campaña muy exitosa que compartimos con colegas de Japón y donde realizamos hallazgos novedosos. Fue una experiencia buenísima.

 ¿Qué es lo que más te apasiona de la profesión?

Hay varias cosas que atraen. Una es la sensación del hallazgo, es algo difícil de explicar. Cuando realizas un descubrimiento en el campo, o bien, en tu cabeza mientras investigás en el laboratorio, es una experiencia increíble, un clic donde de repente empezás a ver las cosas de una manera clara. También me gusta la diferente perspectiva del tiempo, vivimos en una escala temporal diminuta en nuestro día a día y comprender el concepto de tiempo profundo me ubicada en el mundo.

Los fósiles son algo rarísimo, la posibilidad de que un organismo muera, se deposite en las condiciones adecuadas y que no se destruya hasta que la roca que lo contiene quede expuesta en la superficie nuevamente es ínfima. Por ende, cuando uno encuentra un buen fósil es una situación excepcional, tus ojos son los primeros en estar viendo los restos de un organismo que vivió hace millones de años. De alguna manera perduró hasta nuestros tiempos y nos permite ser capaces de comprender lo que es e implica.

Para más información Federico recomienda visitar las redes del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados:

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