“Hoy en día es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”
— Fredric Jameson

Por Aníbal Paccione

La política está en crisis. La política ha caído muy bajo. De tal modo que en los últimos años el “hablemos sin saber” es moneda corriente. No solo opina cualquiera, además, opinan todos. Y así, actores, panelistas de tv, músicos, directores de cine, etc., son las nuevas estrellas de la opinología vernácula. El problema no es que opinen, el asunto es que lo hacen, en la mayoría de los casos, tocando de oído y sin profundizar. Hay cuestiones que requieren un análisis mucho más profundo que un tweet o una opinión al tun tun. En una línea más abajo están los descifradores de titulares, memes y declaraciones fuera de contexto; siempre preparados para no pensar, no leer, y repetir. Y así se articula la bola de nieve que comienza a rodar generando el conflicto por el conflicto: no hay argumentaciones firmes, nada está muy claro, lo único cierto es que hay dos bandos hablando sin saber. Las palabras se replican en loop de tal manera que pierden el significado (the meaning of meaning). Democracia, república, soberanía, estado, populismo, comunismo, dictadura: vocablos que se bifurcan en miles de comentarios etéreos.

“Venezuela es una dictadura”. “Durante el proceso se vivía mejor, por lo menos no había delincuencia”. Depende quien la diga, la palabra dictadura puede ser utilizada según las perspectivas “políticas” de cada cual y al mismo tiempo consigue desvanecerse completamente del discurso.

Hoy la nueva televisión son las redes. Internet muestra el show que antes sorprendía en los aparatos de tv. En décadas anteriores en EEUU a los televisores se los denominaba “tube”, que viene de tubo, por el tubo de neón que producía la imagen detrás de la pantalla de las viejas unidades modulares. YouTube, de algún modo, es una nueva forma de llamar a la televisión. La nueva tv global, hoy en día, está a solo un click de cualquiera. El último hit que logró instalar actúa en torno a las revueltas en Cuba. Y otra vez. Todos opinando. Las opiniones -de nuevo- no abordan el “problema” de fondo, no hacen hincapié en el desarrollo de la revolución, no tienen presente el contexto internacional (el de 1959 y el actual) ni el papel que juega EEUU en la cuestión. Ni siquiera les preocupa Cuba, nunca les preocupó. Pero hablan.

Sin explorar demasiado se puede sospechar: al hablar de Cuba, algunos, la gran mayoría, replicarán lo que ven en redes, otros argumentarán desde su estadía en la isla en modo vacaciones (un clásico), estarán los que evidenciarán según las rimas de los raperos y el grupo San Isidro, y en menor medida habrá alguien que leyó a Cabrera Infante.

Todos hablan de Cuba. Todos piden el fin de la dictadura. No es extraño y suena hasta simpático en tiempos donde a casi cualquier cosa se le llama dictadura menos a las dictaduras. Lo curioso es que, además y principalmente, piden por el fin del comunismo (en Cuba). Del mismo modo, a nadie se le ocurre, desde Argentina, pedir por el fin del capitalismo en EEUU, o sin ir más lejos, nadie está pidiendo con el mismo énfasis que imploran no más comunismo en Cuba, la muerte del capitalismo en nuestro país. Con la propia liviandad e ignorancia que le dicen dictadura a lo que sea, también dan por hecho que el comunismo es malo. Ni siquiera se detienen a reflexionar ¿por qué? es malo. Supongamos que el comunismo es malo. ¿Qué es lo que tiene de bueno el capitalismo que los deja tan tranquilos? Tampoco intuyen que es imposible que el comunismo absorba a la Argentina como sí lo hizo el capitalismo, pero claro, no saben, y así como a casi todo le dicen dictadura también cualquiera es comunista -Alberto Fernández, por ejemplo- y el peronismo gobernó 70 años seguidos.